
Los recientes escándalos provocados por defectos en los automóviles, como los protagonizados por algunos modelos de General Motors y por los airbags de la marca Takata, han conmocionado a la NHTSA.
Este organismo oficial norteamericano (cuyas siglas vienen de National Highway Traffic Safety Administration) es el responsable de mantener la seguridad en los transportes por carretera y ha visto seriamente perjudicada su imagen con la sucesión de accidentes que han provocado incluso muertes y que han acabado en sonados procesos ante los tribunales de justicia.
Como primera medida, en 2015 el senado ha sustituído a su "deputy administrator", David Friedman, por Mark Rosekind.
El organismo oficial se ha visto sin duda salpicado por la creciente llamada a revisión de vehículos por defectos de fabricación, que en 2014 alcanzaron los 60,5 millones de automóviles (de los que la mitad eran de marcas del grupo GM). Con su reputación en juego y una nada halagüeña previsión de que la situación se agrave aún más en 2015, la NHTSA quiere ante todo lavar su imagen y conseguir más medios para controlar una situación que a todas luces les ha desbordado, con más de 75.000 denuncias recibidas por parte de particulares.
Las revisiones no afectan a las ventas
Las reducciones de costes en la fabricación de automóviles y sus componentes, además de las garantías legales que respaldan a los ciudadanos de EEUU en litigios frente a las grandes compañías, hacen temer que el fenómeno de las demandas y los ya numerosos accidentes mortales probados por esas causas conviertan en viral el problema.
Esta situación no afecta de manera directa solamente a la NHTSA. Durante el año 2014 el mercado norteamericano del automóvil ha conocido unos resultados entre los mejores de la última década. Los analistas esperan un importante crecimiento durante al menos un par de años hasta restablecer el equilibrio perdido tras la crisis financiera.
En total se habrían vendido 16,52 millones de vehículos, lo que supone un crecimiento anual de 5.9 por ciento. Aunque paradójicamente las masivas llamadas a revisión no han afectado aparentemente la confianza de los compradores, la administración no quiere correr riesgos en este sentido.
Por otro lado, la bajada del precio de la gasolina y el escenario de tipos de interés bajos, favorecen aún más un buen futuro inmediato para este importante sector de la economía norteamericana.