Me van a permitir ustedes que reniegue de la sociedad. Sí, soy un ser asocial: no me gusta la playa. Al menos, no me gusta 'desconectar' entre miles de personas, la mayoría madrileños, como yo, en medio metro cuadrado de arena, habitualmente sucia, y 'disfrutando' de la compañía de niños gritones, tenistas frustrados que pasan horas dándoles a las dichosas palas, cáscaras de sandías y cuerpos carbonizados. No es ese mi ideal de vacaciones.
Una carreteras, principalmente secundarias, un coche en el que confíe, un pie derecho para poner tierra de por medio, y buena compañía. Y a tirar millas. ¿Verdad que suena placentero? Pues de verdad, queridas y queridos españoles, hay asfalto, hay vida más allá de Benidorm. Y tan solo hace falta echar un vistazo a estas carreteras, caminos de alquitrán que por sí mismo dan el placer de cualquiera de los destinos más bellos del mundo. Aquí tenemos algunas de ellas. En breve les ofreceremos más?
Overseas Highway (Florida, EEUU)
Construida sobre una antigua vía férrea, la Overseas Highway discurre sobre más de 200 kilómetros sobre los espectaculares cayos de Florida, la mayor parte de ellos de puente en puente, un total de 42, sobre el mar, en un itinerario que se hace inolvidable para los afortunados viajeros que navegan, más que circulan, sobre ellos. Y qué decir si eliges amaneceres y atardeceres (en la dirección correcta) para hacer uno de los recorridos más fascinantes sobre la faz de la Tierra.
Pacific Coast Highway (California, EEUU)

Sin salir de los Estates, cambiamos de costa, a la también soleada California, y nos solazamos con otro paraíso sobre asfalto, los también casi 200 kilómetros que separan las localidades de Morro Bay y de Monterey, ambas entre Los Ángeles y San Francisco. Una carretera de doble dirección que transcurre en su totalidad paralela a la costa, y que ha sido escenario de tantas películas, tantas persecuciones de Hollywood.
Acantilados, curvas peligrosas, la espuma del mar rompiendo casi en tu parabrisas, antiguas misiones españolas o la ciudad de Carmel, con una maravillosa playa plagada de árboles imposibles, la villa de la que fue alcalde el sin par Clint Eastwood hace ya algunos años.
Nacional I (Islandia)
Los cachondos de los islandeses llaman N-I a la carretera que bordea la isla... Teniendo en cuenta que no existen otras carreteras nacionales. Dos mil kilómetros de carretera, de doble dirección, flanqueada por decenas de miles de característicos postes amarillos. ¿Monotonía podría pensar alguien? En absoluto. Islandia es sin duda el último paraíso virgen europeo casi en su totalidad. En toda la isla solo viven 400.000 personas, y de ellas, casi 300.000 en Reikiavik, la capital.
Dos mil kilómetros de rabiosa naturaleza, en los que podremos encontrar glaciares, lagos sobre lecho volcánico a 40 grados en invierno, géiseres, fumarolas que salen del suelo como si condujéramos sobre el infierno, auroras boreales, cataratas imposible? Un viaje que hay que hacer tanto en verano como en invierno (donde, por cierto, las temperaturas no bajan de cinco grados bajo cero). Una auténtica aventura.
Camino a los Yungas (Bolivia)
Esto ya son palabras mayores. Porque hablamos de la carretera más peligrosa del mundo. El Camino a los Yungas, también conocido como el "Camino a la Muerte", es una carretera (llamarlo así denota un cierto optimismo) de 80 kilómetros que une la capital de Bolivia, La Paz, con la región de los Yungas, al noreste del país.
Con un promedio de casi un centenar de muertos al año en sus peores tiempos, la carretera asciende un total de mil metros en sus primeros 20 kilómetros (hasta los 4.600 de altitud) para luego descender 3.600 metros en los 60 kilómetros restantes, por una estrechísima calzada que en algunos tramos solo alcanza los tres metros, y en los que salirse de la misma supone una caída por un barranco de hasta 800 metros de altura. La adrenalina florece cuando vemos llegar un vehículo de frente (que bien puede ser un camión o un autobús) y nos tenemos que acercar al averno.
En la actualidad, y tras construirse una carretera más 'humana', la ruta es de uso casi exclusivo de ciclistas de montaña.
Carretera del Atlántico (Noruega)

Se trata de una flipante carretera de tan solo nueve kilómetros de longitud en una de las zonas más inhóspitas de Escandinavia, el oeste de Noruega.
La carretera del Atlántico conecta Molde y Kristiansund saltando de islote en islote en una de las zonas con más huracanes del mundo a través de puentes tan imaginativos como imposibles, una auténtica sinfonía magistral de la arquitectura que no solo funden la obra del hombre con la obra de Dios, sino que en algunos tramos llegan incluso a mejorarla, con construcciones curvadas, retorcidas, que convierten a esta maravilla del asfalto en una auténtica montaña rusa sin raíles. Una carretera que ya por sí misma merece un viaje.