
Ahora suena a magia, a los artificios de aquellos falsos alquimistas que aseguraban poder convertir el plomo en oro, pero Nate Lewis, científico estadounidense no se arruga al afirmar que, como si de un proceso de fotosíntesis se tratara, es capaz de desarrollar una tecnología que genere combustible para vehículos a partir, únicamente, de agua y luz solar. Reciclar tiene premio en forma de gasolina.
"Si no pudiéramos conseguirlo, no estaríamos trabajando en ello", proclama este profesor del Instituto de Tecnología de California (Caltech) y reputado investigador de energía solar que trabaja en un proyecto financiado con 122 millones de dólares por el Departamento de Energía de Estados Unidos en el que participan talentos de otras prestigiosas universidades californianas como Berkeley o Stanford.
El plan de Lewis para obrar lo que sería una revolución sin precedentes en el terreno de la movilidad limpia y ecológica consta de dos pasos: en primer lugar, este grupo de investigación aspira a desarrollar un sistema que les permita obtener grandes cantidades de combustible de hidrógeno a partir de agua utilizando unos asequibles dispositivos similares a un panel solar. A continuación, el segundo paso consistiría en aplicar esa misma innovación a un sistema que pueda mezclar el combustible de hidrógeno con el dióxido de carbono del aire, tal y como hacen las plantas en la fotosíntesis para su nutrición, de modo que se obtenga un combustible líquido capaz, ya sí, de mover coches, barcos, aviones...
La carrera por el combustible alternativo definitivo
Laboratorios de investigación de todo el mundo se hallan inmersos en una frenética carrera por encontrar combustibles renovables alternativos al petróleo. Algunos son proyectos privados, mientras que otros, como en el que participa Lewis, son financiados por fondos estatales. Ello otorga una ventaja a estos últimos, que no se ven presionados para satisfacer las demandas cortoplacistas de los inversores
"Las empresas que dependen de capital privado, capital de riesgo incluso, en la mayoría de los casos tienen como objetivo llegar a conclusiones comerciales en tres años", explica Pavel Molchanov, analista de James & Associates especializado en el sector de los biocombustibles. "Si atendemos a aquello en que los promotores privados de biocombustibles se están centrando en este momento, ninguno de ellos tiene una hoja de ruta de comercialización que va más allá del 2025."
Además, según Lewis, su investigación cuenta con otra ventaja adicional: muchos otros tratan de producir biocombustible a partir de madera, algas, maíz u otros cultivos, pero el científico del Caltech argumenta que estas soluciones requieren mucha más agua o tierra de la que se necesita para la producción de alimentos, con la poca sostenibilidad para los recursos naturales que ello conlleva. Sin embargo, lo cierto es que ya hay muchas start-ups que van un paso por delante, habiendo incluso obtenido ya, aunque a un nivel aún muy primario, gasolina fabricada a partir de aire y agua.
En cualquier caso, Lewis advierte de que, en el mejor de los casos, la implantación del eventual sistema capaz de obtener combustible sólo a través de aire y agua no será una cosa inmediata."Durante los primeros cinco años, nuestro objetivo es demostrar que esto se puede hacer, fabricar las piezas y los componentes para construir un sistema de fotosíntesis artificial", cuenta. Unos cinco años después, con una tecnología "más rápida, mejor y más barata", podrán ser capaces de patentar el sistema para las empresas petroleras y de energía.