
La última adquisición del presidente estadounidense Barack Obama en materia de transporte privado, un autocar apodado 'Bus Force One', ha desatado las críticas de los sectores más conservadores del país.
Y no es para menos. El nuevo Bus Force One, así apodado en un ataque de perspicacia por la prensa norteamerica en referencia al avión privado del presidente -el Air Force One-, ha costado nada más y nada menos que 1,1 millones de dólares (unos 750.000 euros), unas tres veces más de lo que puede costar un vehículo comercial de estas características.
La compra de este vehículo y otro gemelo, que hasta ahora solían alquilarse, no ha sido muy bien recibida por el espectro político más conservador del país, que ha recriminado a Obama el haber recurrido a ellos para un viaje por la América profunda en los estados de Illinois, Iowa y Minnesota, lo que el Partido Republicano ha enmarcado como parte de la campaña electoral de cara a los comicios de 2012.
'Air Force Bus', un búnker sobre ruedas
El autocar ha sido convertido en todo un búnker sobre ruedas. Tal es así que el exconsejero del Departamento de Estado, Matthew Dearing, declaró la posibilidad de que la Casa Blanca estudiara darle en el futuro uso militar. En esta misma línea, el portavoz del Servicio Secreto, Ed Donovan, aseguró que ambos vehículos formarán próximamente parte de otras estrategias militares.

La carrocería del vehículo, compuesta por una aleación de acero, aluminio, titanio y cerámica, constituye un soberbio escudo antimisiles. "Aguantaría el impacto de un meteorito", bromeaba la prensa norteamericana. Posee un sistema antiincendio y un tanque de combustible blindado, y el aro balístico de las ruedas soportaría el mastodóntico peso en caso de pinchazo.
Asimismo, posee un sistema de refrigeración del aire que preservaría la asepsia interior ante un posible ataque químico o biológico. Sus cristales tintados esconden un grosor de doce centímetros y albergan en su interior todo un equipamiento para salvaguardar la seguridad del presidente y su séquito; armas de fuego, gases lacrimógenos y cámaras de visión nocturna solventarían cualquier odisea a las que Hollywood nos tiene acostumbrados. Todo ello en manos de un chófer entrenado por la CIA para conducir en situaciones extremas.
"La Bestia"
Otra de las joyas de la corona es la limusina, apodada por el propio Servicio Secreto como "La Bestia". A buen entendor, pocas palabras bastan.
Desde que así lo hiciera Woodrow Wilson (1913-1921) durante su mandato, estrenar limusina presidencial se ha convertido en la costumbre de las tomas de posesión presidenciales. Y es que sería una desfachatez consentir que el hombre más influyente del mundo viajara en el mismo vehículo que su antecesor. En esta tradición ha estado muy presente desde aquel entonces General Motors quien, con su marca Cadillac, ha sido la encargada de realizar cada una de las limusinas presidenciales, algunas de ellas tan presentes por siempre como la que transportaba a J. F. Kennedy aquel infausto 22 de noviembre.
"La Bestia" se hizo mundialmente famosa gracias a YouTube cuando, al intentar salir de la embajada estadounidense en Dublín, quedó barada en la rampa de entrada para asombro y divertimento de los allí congregados.
Este lujoso tanque cuenta con unas prestaciones similares a las del Bus Force One. Sus ruedas están reforzadas con Kevlar, un compuesto químico elástico muy resistente usado en la fabricación de chalecos antibalas. Las puertas tienen un grosor de 20 centímetros y ninguna de las ventanas blindadas puede abrirse a excepción de la del piloto. Éste, por supuesto, entrenado por la CIA. Además de ir armada hasta los dientes, la limusina contiene tanques de oxígeno y un depósito de sangre para hacer una transfusión al presidente in extremis.
Air Force One
La escuadra se completa con el más famoso de todos, un Boeing 747, que comparte nombre con unas zapatillas deportivas y una película de Hollywood.
Tal es el acondicionamiento de este regalito que el 36º presidente, Lyndon Johnson, juró el cargo en su interior, donde se transportaban los restos de JFK. Cuenta con una sala médica dotada de cirujano, farmacia completa, rayos X y mesa de operaciones, una sala de prensa con 80 teléfonos y una suite presidencial con gimnasio, ducha y vestidor.
Esta es la red de transporte público del presidente. Público por el origen de su financiación, no por estar a disposición de cualquiera.