
Como si del malo de la película de la Fórmula 1 se tratara, Adrian Newey sigue infundiendo el terror de la superioridad al resto de sus rivales. Antes incluso de sentenciar el campeonato mundial de pilotos y constructores a su favor, el jefe de Red Bull ya juega la baza psicológica de cara a 2012: "el nuevo monoplaza seguirá haciendo alucinar a la gente".
El ilusionante optimismo que reinaba en Ferrari, con respecto a la evolución de su F150º Italia para 2012, pasó ayer a un segundo plano tras la salida a escena del ingeniero británico de Red Bull. El cambio "radical" que prometen Stefano Domenicali, Pat Fry y compañía podría quedarse en agua de borrajas si se cumplen las previsiones de Newey.
"El RBO8 seguirá haciendo alucinar a la gente", declaraba al diario finalandés Turun Sanomat el líder responsable de que una escudería de 'reciente' creación como Red Bull esté a punto de conseguir su segundo Mundial de Fórmula 1.
Newey sigue insistiendo en el misterio y el secretismo que han acompañado a su figura y a Red Bull desde que fichara por la escudería austriaca en 2005. "Si lo cuento ahora, ya no será una sorpresa", asegura. Su director de equipo, comprometido con la estrategia del propio Newey, también contribuye a ese halo enigmático. "Lo único que sé del coche de 2012 es que es azul", asegura Christian Horner en unas palabras que publica hoy el diario Marca.
La guerra abierta que parecen haberle declarado a Red Bull sus rivales Ferrari y McLaren, enemigos históricos, llevará a estos equipos a una desenfrenada carrera en 2012 por mantener su hegemonía, unos, y por destronar al equipo líder indiscutible de las dos últimas temporadas, los otros.
La prohibición de los escapes, una motivación
El reglamento del próximo año sólo variará en la prohibición de los escapes soplados que tanto han contribuido al éxito de la escudería propiedad de Dietrich Mateschitz, especialmente en los inicios de la vigente temporada. La esperanza del resto de equipos residía en que el monoplaza de Red Bull se resintiera de la ausencia de esta tecnología.
Pero, lejos de lamentarse por la 'pérdida', Newey y su equipo parecen haber trabajado, una vez más, mejor que sus competidores para combatir el hándicap que supone la citada prohibición. También es cierto que Red Bull ha podido permitirse concentrarse en el año que viene antes que el resto de equipos, gracias a la extraordinaria renta de puntos conseguida en la primera parte de la temporada.
Aún no ha acabado el Mundial, pero Newey ya promete emociones fuertes de cara al año que viene. Seguro que Red Bull estará ahí, entre los grandes, pero, ¿será capaz de competir al nivel que promete su jefe técnico? ¿O, por el contrario, esta estrategia no es más que parte de una guerra psicológica para desmoralizar al rival? En unos meses lo sabremos.