Entrevistas

BlaBlaCar: "Debe haber una evolución en las políticas públicas para facilitar el uso del coche compartido"

Compartir coche para realizar desplazamientos ya tiene en muchos lugares del globo un nombre propio: "hacer un blablacar", lo llaman algunos. Y es que, en una década, esta compañía francesa ha conseguido hacerse un importante hueco en el mercado, de la mano de la economía colaborativa. Nuestro país, donde la empresa está instalada desde hace seis años, es su segunda plaza más importante, después de Francia, tal y como cuenta el director general de BlaBlaCar para España y Portugal, Jaime Rodríguez de Santiago-Concha, quien nos recibe en las oficinas que la entidad tiene en Madrid. 

El espacio respira el ambiente de las empresas que han nacido en la era digital: con lugares amplios y luminosos e, incluso, una terraza decorada con mesas para trabajar desde la que se divisa todo Madrid, un horizonte casi tan amplio como las perspectivas que la sociedad intenta alcanzar.

¿Cuál fue el punto de inflexión para alcanzar la consolidación?

Cuando una plataforma como la nuestra logra una determinada masa crítica, el crecimiento se acelera: dos tercios del crecimiento tiene que ver con el boca a boca, porcentaje que se multiplica al llegar a un número de usuarios.

Desde que nacieron, ¿cómo ha cambiado la economía colaborativa?

Las ideas que subyacen en la economía colaborativa no han cambiado tanto, lo que ha ido evolucionando son las plataformas y los modelos. Así, hemos visto una clara transformación de algunas iniciativas que empezaron siendo colaborativas y que hoy no lo son tanto, como es el caso de los portales de alquiler de casas. Además, con la confusión inicial, se metió en el mismo saco a elementos que no eran economía colaborativa, como las plataformas de demanda de coches con conductor.

A pesar de la buena aceptación en España, este es el único país en el que habían recibido una demanda...

Es muy difícil de entender. Se pueden comprender tensiones con modelos disruptivos, pero BlaBlaCar ha venido a cambiar la escala de algo que ya existía -compartir coche y gastos, una acción que el 90% de la gente ha hecho alguna vez-. Además, estamos adaptados al marco regulatorio de Europa y Gobiernos como el francés o el alemán potencian nuestra actividad. Por eso, en España, donde en seis años no hemos tenido ni siquiera fricciones con la Administración, nos cuesta entender que se haya llegado a una situación en la que la Confederación de Transporte en Autobús (Confebus) nos haya demandado al sentirse atacados, cuando las diferencias de tamaño y actividad son enormes. El proceso sigue abierto y la primera medida que pedían -cierre cautelar- la rechazó el juez y ahora confiamos en una sentencia favorable.

¿Qué le piden a la regulación española?

Que vaya en línea con las recomendaciones que ha hecho la Comisión Europea sobre la economía colaborativa, que iban a diferenciar entre modelos en los que los usuarios tienen el ánimo de desarrollar una actividad profesional o semiprofesional, y aquellos en los que no. BlaBlaCar encaja en el segundo grupo. Una de las recomendaciones es que no se les puede exigir licencias administrativas, que es, al final, lo que reclama Confebus. Por otro lado, creo que se debería aclarar la ley en España, para que el coche compartido se adapte a los nuevos tiempos. Además, me gustaría ver en un futuro una evolución en cuanto a las políticas públicas. El coche compartido en España lo utilizan 2,5 millones de personas, por lo que deberíamos empezar a pensar en cómo favorecer esta actividad.

¿Cómo diferencian a los usuarios que no se están lucrando con esta actividad de los que sí lo hacen?

Las aportaciones máximas que pueden pedir los conductores están limitadas. Además, tenemos un equipo de más 100 personas que se dedica a la atención de usuarios, en el que hay gente especializada en comprobar los patrones de comportamiento y, si se detecta que alguien está tratando de obtener beneficio se le expulsa e, incluso, no puede volver a entrar.

¿Cuáles son los principales motivos de uso del coche compartido?

El ahorro es importante, pero además permite una movilidad más flexible y directa -dos tercios de los viajes que se publican conectan poblaciones que de otra forma no tendrían conexión directa-. Por otro lado, destaca la experiencia social -el 98% de las opiniones sobre viajes en BlaBlaCar son buenas o muy buenas- y el factor medioambiental. Éste último, aunque no es uno de los aspectos que más destaca como razón de llegada, tras un año en la plataforma, los usuarios lo nombran cinco veces más como motivo para seguir usándola, es decir, hay un factor educacional.

¿Cómo gestionan el tema de la seguridad?

La actividad del coche compartido ya está prevista en los seguros. Lo que hemos intentado ha sido lanzar una serie de coberturas adicionales con AXA para reforzar el entorno de confianza, que incluyen asistencia en carretera, cobertura de daños para el conductor o para objetos perdidos, entre otras. En cuanto a las incidencias, son las típicas que se producen en carretera. De hecho, según un estudio de la mutua francesa Maif, las personas que comparten coche tienen actitudes al volante más seguras.

¿Cuál es vuestra estrategia de innovación?

Tenemos una gran cultura de la prueba y error. Además, pese a estar en 22 países, somos una compañía relativamente pequeña -500 empleados, 16 en España-, lo que nos da mucha agilidad. Por último, tenemos equipos centrales que constantemente nos empujan a innovar y a probar cosas nuevas en los mercados locales para luego lanzarlas.

¿Qué próximos pasos dará la compañía?

Este 2016 nos vamos a focalizar en absorber el crecimiento. No pensamos en nuevos modelos de negocio ni en variaciones sobre el que tenemos. Por otro lado, seguimos muy centrados en la expansión internacional, sobre todo en países emergentes como India o Brasil, donde ya estamos, y nuestro foco próximo se dirigirá hacia Latinoamérica y Asia.

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