Transportes y Turismo
El plan industrial para Talgo pasa a un segundo plano en plena guerra de ofertas
- El consorcio vasco no revela si abrirá fábricas mientras Polonia propone asumir pedidos
- Trilantic, Abelló y los Oriol se aferran a la venta conjunta para descartar la oferta vasca
- Sidenor, BBK, Finkatuz y Vital renuncian a la opa y limitan su oferta al 29,8% del capital
Víctor de Elena
La operación para dar relevo al fondo Trilantic y sus socios, las familias Abelló y Oriol, del accionariado de Talgo, arrancó en 2022 bajo el pretexto de dar una solución a la falta de capacidad industrial de la compañía, que ya entonces sufría por la falta de espacios para producir la avalancha de trenes encargados por Renfe y sus homólogas alemana (DB) y danesa (DSB). Talgo, que ya suma 200 millones en penalizaciones por demorar sus entregas, asume internamente que esta cifra engordará dada la demora que acumulan el resto de contratos; una cuestión que analizan los tres interesados por hacerse con parte o todo su capital.
Pero pese a que esta condición determinará irremediablemente el futuro la compañía hasta el punto de que si se ejecutan las penalizaciones previstas, éstas superarían la cifra de negocio de la compañía; la conversación ha virado exclusivamente a las ofertas económicas que quieran realizar los postulados.
El consorcio vasco, formado por la siderúrgica Sidenor, el fondo público Finkatuz y las fundaciones bancarias BBK y Vital no ha hecho público su plan para resolver el atasco de pedidos que Talgo tiene en sus fábricas de Las Matas (Madrid) y Rivabellosa (Álava), limitándose a esgrimir su intención de potenciar esta última como un nuevo polo de atracción industrial.
Este medio ha consultado al Ejecutivo vasco, del que depende Finkatuz, sin recibir respuesta; a Sidenor, que pasa la pelota al Gobierno regional; a Vital, que remite a la siderúrgica; y a BBK, quien asegura que existe un plan para aumentar la capacidad de fabricación, pero que requiere de discreción y de esperar a que la oferta vasca prospere.
El consejero de Industria del País Vasco, Mikel Jauregi, justificó esta semana la decisión de invertir en la compañía ferroviaria como "una apuesta clara por el arraigo de la actividad industrial de Talgo en Euskadi", sin dar más detalles.
Mientras tanto, su principal rival en esta puja, el Fondo de Desarrollo de Polonia (PFR), la SEPI del país báltico, trata de acercarse al Ejecutivo de Pedro Sánchez sin presentar detalle alguno de su oferta económica, pero seduciendo con la disponibilidad de espacio de fabricación, ya que es propietario de Pesa, el principal constructor de vehículos ferroviarios del país.
PFR, que abrió la puerta a incorporar a los socios vascos en el capital de Talgo en caso de adquirir la compañía, ofreció días atrás a Moncloa todos sus centros de trabajo para deslocalizar algunas fases de la producción, con el objetivo de "abordar problemas de disponibilidad de capacidad industrial" y "aumentar y utilizar de forma óptima la capacidad para grandes contratos", con la idea de pujar por licitaciones como el suministro de trenes de alta velocidad para la nueva red ferroviaria de Polonia.
Así, parece que la operación se calienta y a menos de una semana de que se agote el plazo dado por Trilantic (el límite es el 14 de febrero) para que los interesados formulen sus ofertas, el viceministro de infraestructuras, Piotr Malepszak, anunció este viernes su intención de presentar una oferta competitiva que permita contrarrestar la formulada por el consorcio vasco, que ofreció 177 millones de euros por el 29,78% del capital en manos del fondo británico, principal interesado en salir del capital de Talgo.
Jupiter Wagons sigue en la puja, pero no detalla
El fabricante indio de vagones de mercancías y coches de pasajeros Jupiter Wagons, sigue haciendo notorio su interés por Talgo sin detallar oferta económica ni propuesta industrial para el fabricante. Según reveló EFE este viernes, citando a fuentes no reveladas, la compañía prepara una oferta capaz de competir con los 4,8 euros ofertados por Sidenor. La compañía está controlada por la familia Lohia, un clan millonario radicado en la ciudad de Calcuta y propietario de un equipo de fútbol.