Opinión

¿Hacia dónde va la economía tras el 28-A?

    <i>Foto: Getty</i>.

    Amador G. Ayora

    Puede parecer absurdo que escriba, con la campaña electoral en pleno apogeo, de economía, uno de los asuntos que brilla casi por su ausencia en los discursos de los políticos. elEconomista organizó el lunes pasado el primer debate económico entre los cinco grandes partidos (PP, PSOE, Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox). Dos de ellos, Ciudadanos y PSOE, no cuentan aún con un plan específico, aunque tengan multitud de ideas económicas mezcladas en su programa electoral.

    En el del PP se echa de menos una cuantificación del impacto que tendrían las bajadas de impuestos que defiende su impulsor, Daniel Lacalle. En Unidas Podemos han realizado un trabajo concienzudo, aunque sus hipótesis estén lejos de adecuarse a la realidad. Su tesis, defendida por Iván Ayala en el debate organizado por elEconomista, es mejorar los sueldos, las pensiones y cumplir con los objetivos de déficit gracias a la economía verde y la tecnología.

    En la práctica, sin embargo, España es un país atrasado tecnológicamente, cuya puesta al día producirá una sangría en el empleo, como en todas las revoluciones industriales precedentes.

    España toma la delantera en energías renovables, pero con un coste muy oneroso en el recibo de la luz

    En el ámbito de las energías renovables, sí estamos tomando la delantera, pero con un coste muy oneroso en el recibo de la luz, a través del que se subvencionan las instalaciones eólicas y fotovoltaicas. La creación de empleo no es significativa. Al contrario, está poniendo en la picota sectores enteros como el de la industria del automóvil, que representa el 8,5% del PIB.

    Después del incremento del 22% en el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), la economía española, compuesta en su mayoría por pequeñas empresas y autónomos, no aguanta una potente subida de impuestos y de salarios (que defienden Podemos y PSOE). Y menos en un momento de desaceleración, como el actual.

    Vox es la única que se atreve a abogar por centralizar competencias para mejorar la eficiencia

    Me sorprende positivamente el programa de Vox, que después de meses de incertidumbre, se descolgó con un plan de corte liberal, difícil de aplicar a corto plazo por el excesivo apego del ciudadano hacia lo público, pero que atajaría problemas seculares, como el de los elevados déficit y deuda del Estado, o el equilibrio de la sanidad y las pensiones.

    En el ámbito de las Administraciones, tanto del Estado como territoriales, Vox aboga por centralizar competencias para mejorar la eficiencia, junto al recorte de gastos estériles, que ninguna otra formación política se atreve a abordar. Ni siquiera el PP habla de menores gastos para compensar la caída de ingresos por la rebaja de impuestos..

    El cheque escolar de Vox pondría a competir a unos centros contra otros y mejoraría el rendimiento

    En educación, sanidad y pensiones, Vox defiende ideas revolucionarias, aplicadas con éxito en países nórdicos como Suecia y Noruega. En educación y sanidad quiere entregar a los ciudadanos una especie de cheque, que les dé capacidad para gastárselo donde ellos consideren más adecuado: escuelas, universidades u hospitales públicos o privados.

    Ello pondría a competir a unos centros contra otros y mejoraría el rendimiento y, por ende, fortalecería las instalaciones públicas que operen bien, en contra de la creencia generalizada de la izquierda de que supondría su desmantelamiento.

    En el ámbito del gasto, Vox es el único partido, tristemente, que defiende una bajada de las cotizaciones sociales, la mejor manera de impulsar la creación de empleo y de apoyar los salarios. Una medida que hasta la patronal, ahora en manos del neófito Antonio Garamendi, apenas reivindica.

    El resultado electoral apenas cambiará el rumbo decadente de la economía

    Como hay escasas posibilidades de que se reproduzca un tripartito como el andaluz, que en los pocos meses que lleva bajó los impuestos y comienza a atajar los gastos excesivos por primera vez en décadas, creo que el resultado electoral apenas cambiará el rumbo decadente de la economía.

    La ministra de Economía, Nadia Calviño, decidió no presentarse a las elecciones generales para volver a su condición de alta funcionaria en Bruselas, harta de presionar para acometer ajustes en el gasto, que acompañarán el alza impositiva que incluyó en el Presupuesto.

    En el ámbito de las pensiones, la formación que dirige Santiago Abascal aboga por introducir el sistema de capitalización entre los jóvenes que comienzan a cotizar. Probablemente, la única manera de que puedan disfrutar de una pensión cuando se jubilen.

    El resto de formaciones cree posible revalorizar las pensiones gracias al aumento de las cotizaciones y salarios, algo irreal

    El resto de formaciones, incluido el PP, defiende que es posible revalorizar las pensiones con el coste de la vida de aquí a 2050 gracias a un crecimiento en las cotizaciones y los salarios completamente irreal, dada la pérdida de productividad en los últimos años.

    Abonar las pensiones a costa del déficit público, como se hace ahora, es una fórmula que se aplica en algunos países africanos, que cuentan con prestaciones insostenibles. Podremos aguantar unos años más, pero es una bomba de relojería que estallará antes de finalizar la próxima década, según todos los expertos.

    Portugal ha logrado un asombroso déficit del 0,5%, gracias a un ajuste del gasto y menores impuestos

    La economía española soporta un déficit público estructural en torno al 2% anual, que se mantiene con tendencia a la baja hasta ese porcentaje, porque los ingresos procedentes de impuestos permanecen al alza desde el final de la última crisis. En cuanto cambie esta tendencia, volveremos a tener problemas con Europa.

    Portugal acaba de lograr un asombroso déficit del 0,5%, gracias a un ajuste del gasto y la introducción de bajadas de impuestos, que permitieron atraer inversiones y rentas extranjeras al país. Ninguna iniciativa de este tipo se encuentra en los programas de nuestros políticos.

    ¿Qué cambiará, por tanto, en la economía española tras las elecciones del próximo 28-A? Esta fue la pregunta que planteamos a los ponente del debate. La conclusión, en mi opinión, es que muy poco o nada. Y como dice Daniel Lacalle, España siempre entra en las crisis a lo grande.

    PD.-El juicio abierto por la salida a bolsa de Bankia está poniendo de manifiesto lo nefasta que la gestión política resulta para las empresas. En este caso, las cajas de ahorro que, como se sabe, acabaron en su mayoría en quiebra. El inspector del Banco de España, José Antonio Casaus, declaró ante el magistrado que "en el primer trimestre de 2011 nos dimos cuenta de que el grupo no tenía viabilidad, era un banco en caída libre".

    Su compañero de inspección, José Antonio Delgado, aseguró que "antes de la oferta de suscripción ya se apreciaba un volumen de activos contabilizados de forma irregular (...), la morosidad encubierta en las cuentas de 2011 alcanzaba los 20.000 millones".

    Delgado calificó como "el maquillaje de un muerto" la salida a bolsa de Bankia, que decidieron el exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y la vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado, con el beneplácito de su presidente en ese momento, Rodrigo Rato.

    Ambos inspectores alertaron de los agujeros contables a su jefe directo, Pedro González, quien les pidió "optimismo" en los informes realizados a mediados del año 2011, poco antes de la salida a bolsa. Sin embargo, a finales de ese año, ante la pésima marcha de la entidad, hay un cambio en las instrucciones, y se les pide que carguen las tintas para que "la crisis no nos coja con el pie cambiado".

    El resultado fue el conocido, el Estado tuvo que salir al rescate con 22.000 millones, que jamás se recuperarán, pese a las previsiones iniciales del exministro Luis de Guindos, que diseñó la operación.

    Podemos pide volver a crear un banco público si entra en el Gobierno. Parece que no aprendemos de los errores.