Draghi, Biden y The Spanish Show
José María Triper
Más allá de su impacto económico, el acuerdo entre la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y el nuevo presidente norteamericano, Joe Biden para la suspensión temporal de los aranceles de EE UU a las exportaciones agroalimentarias europeos apunta a un cambio radical en el rumbo de las relaciones políticas y económicas entre el gigante norteamericano y la Unión Europea, poniendo fin a la hostilidad que presidió la gestión de Trump, que siempre vio a Europa como un enemigo y no como aliado y que fue el principal apoyo de del divorcio entre la Unión y el Reino Unido.
"Con Biden nunca hubiera habido un Brexit", comenta un ex portavoz de Economía en el Congreso y destacado analista internacional, resaltando que con la nueva administración Estados Unidos vuelve a la senda del multilateralismo, el libre comercio, el antagonismo y el rechazo a los movimientos populistas y a los nacionalismos, y a la sintonía con una Europa unida y fuerte. Asunto este último trascendental para el nacimiento de un nuevo orden mundial y para el que se apunta como decisivo el papel del nuevo primer ministro italiano, Mario Draghi.
El "Supermario", como se le conocía durante su etapa al frente del Banco Central Europeo, que apuesta decididamente por el europeísmo y las reformas, que tiene la máxima confianza y el respaldo de Bruselas y de los inversores internacionales, que en menos de quince días de mandato ha conseguido reducir la prima de riesgo italiana en más de 30 puntos básicos y que asumiendo la recuperación de la economía y la superación de la pandemia como prioridades de su actuación ha formado un gobierno de técnicos entre los que destacan el que fuera consejero delegado mundial de Vodafone, Vittorio Colao, como ministro de Innovación y Transición Digital y el nuevo titular de Economía, Daniele Franco, presidente saliente del Banco Central Italiano.
Además, en un gesto sin precedentes y pensando sólo en el interés de su país ha puesto al frente de la campaña de vacunación a un general experto en el ámbito de la logística, Francesco Paolo Figluolo, con amplia experiencia en afrontar situaciones complejas de forma rápida y capilla en todo el territorio italiano. También ha sido Italia el primer país de la UE en esgrimir el nuevo Reglamento comunitario sobre restricciones a la exportación de vacunas para impedir la salida de un cargamento de dosis de AstraZeneca con destino a Australia, tras el incumplimiento de contrato de la farmacéutica anglosueca. Lo mismo que en España.
Tras la marcha de Ángela Merkel en septiembre, después de las elecciones alemanas, y el oscurecimiento de Macron, Mario Draghi se perfila como el nuevo líder europeo y el impulsor del nuevo eje Berlín-París-Roma, como núcleo central y director de la Unión Europea, su política económica y sus estrategias internas e internacionales.
Eje del que no forman parte España ni el gobierno de Pedro Sánchez de quien sus socios europeos y Washington ni se fían ni consideran y al que miran con recelos similares al de la Grecia del fallido Alexis Tsipras. El ninguneo de Biden a Sánchez, el único de los líderes internacionales al que ignora y al que sigue ignorando tres meses después de su llegada a la Casa Blanca.
Y mientras esto se cuece en Europa y en el mundo, aquí en España asistimos al deprimente y bochornoso espectáculo de las mociones de censura auspiciadas desde La Moncloa, con la ayuda inestimable de Inés Arrimadas y con José Luis Ábalos, Félix Bolaños e Iván Redondo como actores principales en el final del esperpento.
Un show demostrativo de la nefasta clase política que padecemos. Con la que nos está cayendo en forma de crisis sanitaria, caos en las vacunas, recesión económica y seis millones de parados reales, estos irresponsables que dicen representarnos y nos desgobiernan se divierten con un juego de tronos destructivo e insensato, en el que los partidos de la llamada política han confirmado que los partidos de la llamada nueva política son, no sólo iguales, sino peores que los de la vieja, en corrupción, transfuguismo, inconsciencia y en servirse de los ciudadanos para sus propios intereses personales y partidistas.
¡Vaya tropa!