Opinión

2021, un año para el optimismo

    Mensaje de optimismo sobre el nuevo año

    Ken Fisher

    ¡Por fin acabó 2020! La economía mundial se prepara para la recuperación con una inyección de confianza y un contexto político más propicio. Todo, pues, dispuesto para que siga la alegría en la renta variable española e internacional más allá de las celebraciones del Año Nuevo.

    Por terrible que fuera 2020, lo cierto es que las acciones han aguantado el tirón. Si bien el Ibex 35, orientado a los títulos de valor, se ha depreciado un 12,3% hasta la fecha, las bolsas mundiales se han revalorizado un 5,5% y se encaminan hacia la moderada rentabilidad que pronostiqué hace un año. Por supuesto, nadie vio venir los confinamientos derivados de la pandemia ni el hundimiento de la economía ni el mercado bajista más rápido de la historia. Sin embargo, sacamos dos lecciones valiosas: hay que diversificar a escala planetaria y vender solo si se aprecian factores negativos que los demás ignoran. Quienes fueron capaces de aplicarlas sin ponerse nerviosos pudieron beneficiarse de la estratosférica recuperación desde los mínimos de marzo.

    Esas enseñanzas no han perdido vigencia. Los mercados bajistas se desencadenan, sobre todo, por dos motivos: un golpetazo, esto es, un impacto inesperado que borra de un plumazo billones de euros del PIB, como los confinamientos; o la euforia, que infla las expectativas hasta niveles inverosímiles. Ninguno está presente hoy.

    El rebrote de otoño obligó a adoptar nuevas medidas dirigidas a empresas y ciudadanos en toda Europa. En España se han impuesto toques de queda, así como restricciones a viajar y al número de personas que pueden reunirse. En los Países Bajos, Alemania y algunas partes de los Estados Unidos han sido aún más estrictos, lo que podría acarrear más contratiempos a corto plazo, especialmente en el sector servicios. En todo caso, no se trata de una embestida, ya que la previsibilidad de las nuevas restricciones de hecho resta fuerza al impacto. Los mercados ya habían anticipado esa posibilidad y, como es habitual tras un episodio de pánico, se proyectaron hacia un futuro en que todo hubiera pasado. En 2021 las economías se estabilizarán al compás de la administración de las vacunas.

    Por otro lado, en el terreno político no esperamos sorpresas. Las elecciones en EEUU han dado paso a un escenario de márgenes estrechos en el Congreso que dificulta la aprobación de reformas de gran calado, despeja la incertidumbre y, en fin, espolea las acciones. Normalmente los presidentes impulsan sus proyectos más ambiciosos al inicio de sus mandatos, cuando gozan de mayor crédito. Esto explica, en parte, por qué desde 1925 –año en que empezamos a contar con datos fiables– la bolsa norteamericana ha avanzado el 58% de los primeros años de legislatura y el 63% de los segundos, porcentajes muy inferiores al dato general (73,7%). Las elecciones legislativas de mitad del mandato suelen fortalecer a la oposición y reanudar la parálisis política, gracias a lo cual las acciones han avanzado el 92% de los terceros años y el 83% de los cuartos con rentabilidades medias del 22,6% y el 12,0%, respectivamente. Tras los sufragios de noviembre, sin embargo, el bendito desbloqueo político va a llegar este mismo mes. Los mercados de todo el mundo que mantienen una estrecha correlación con el estadounidense están de enhorabuena: desde la jornada electoral la renta variable de EEUU y el Ibex se han revalorizado un 12,2% (en USD) y un 23,8% (en EUR), respectivamente. Aunque el selectivo español no siga creciendo a este ritmo, la fiesta continuará.

    Parece evidente que en 2021 el mal avenido Gobierno de coalición español, en minoría en el Congreso, no sacará adelante iniciativas trascendentales. Algo similar esperamos en los Países Bajos, donde los comicios de marzo seguramente resulten en otro Gobierno multicolor inoperante. En Alemania, la gran coalición entre democristianos y socialdemócratas se tambalea de cara a las elecciones de septiembre: unos, sin un candidato popular para sustituir a Angela Merkel, y los otros, inmersos en luchas intestinas. ¿El Parlamento Europeo? Paralizado hasta 2024. Todo son buenas noticias para los inversores.

    En cuanto a la moral, las perspectivas son cada vez más halagüeñas, pero no se lanzan las campanas al vuelo. Para pulsar el ánimo suelo recurrir a 19 indicadores, nueve de los cuales señalan euforia. Por ejemplo, en diciembre varias empresas se dispararon en su debut bursátil tras generar mucha expectación. Con todo, pese al momento dulce que viven las ofertas públicas iniciales en EEUU, inédito desde la burbuja de las puntocoms, en términos internacionales están lejos del frenesí del 2000. El resto de las señales va del optimismo al pesimismo pasando por el escepticismo.

    Este deshielo es característico de etapas posteriores de los mercados alcistas, a pesar de que el actual solo lleva nueve meses recorridos. Los últimos compases del ciclo suelen deparar rentabilidades excelentes al calor del optimismo rampante, que eleva las cotizaciones. A medida que cunde el entusiasmo, más están dispuestos a pagar los inversores por las posibles ganancias. Así fue en 1999 y así espero que sea en 2021. Un año para tener cuidado con los excesos que podrían lastrar los resultados de 2022. Ya habrá tiempo de preocuparse por eso, ahora es momento de celebrar que la vuelta a la calma en la política y la economía dará alas a la bolsa en España y en todo el mundo.