Cuatro ideas sobre el miedo: #3 El miedo y los gases nobles

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El miedo es una criatura incontrolada. En tiempos remotos funcionaba como un dispositivo de seguridad para que nuestros antepasados salieran más o menos airosos de sus problemas y, así, se disparaba una reacción de huida o lucha ante los estímulos amenazantes. El problema es que es un mecanismo atávico y en nuestros días, cuando ya no hay fieras amenazantes a nuestro alrededor, es difícil controlarlo porque, si bien el dispositivo es el mismo, las condiciones han cambiado. 

Ya dijo Hebb hace mucho tiempo que las neuronas que se disparan juntas se conectan entre sí. Y cuanto más se disparan juntas, más probable es que lo hagan de nuevo. Cuando un estímulo desencadena una reacción en el cerebro se genera un determinado circuito que hace que las neuronas que están relacionadas con él se disparen. Al repetirse el mismo estímulo, se recorre el mismo circuito. Y, con la repetición, esta secuencia cada vez se conecta más y se reafirma más. Quizá por este motivo el miedo es internamente contagioso: de tener miedo se pasa a tener más, y de tener miedo a unas cosas se pasa a temer a otras. El efecto más pernicioso del miedo es generar más miedo, llenando todo el espacio disponible. Como los gases nobles. 

La única estrategia para interrumpir ese círculo vicioso es aniquilarlo cuando aún está en un grado naciente. Ya sabemos que la mayoría de las cosas que más tememos jamás llegan a ocurrir. También sabemos que, si algo tiene solución, no hay de qué preocuparse. Y, sino la tiene, tampoco en realidad preocuparse sirve de nada.  

No hay que dejar crecer al miedo: se vuelve incontrolable.

Cuatro ideas sobre el miedo: #2 Miedos infundados

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Plazos de entrega, desviaciones en el presupuesto, reuniones conflictivas y un sinfín de realidades cotidianas en la arena organizacional hacen a muchos profesionales pasar del estrés o la ansiedad al miedo. Y, en general, ese miedo toma la forma de un vago vaticinio sobre las consecuencias fatales de una situación en concreto al que, en el fondo, subyace el pánico a la pérdida de apoyo, recursos o status.

Una investigación se centró en personas que tienden a la preocupación, y averiguó que, en la amplia mayoría de los casos, nuestros peores temores nunca llegan a materializarse. Y, si ocurren, en general se resuelven de manera positiva. Hay muy pocas situaciones en la vida, tanto en la profesional como en la personal, que tengan consecuencias auténticamente fatales. Sin embargo el miedo, un atávico mecanismo de defensa , tiene en ocasiones la capacidad de acaparar la conciencia privando a la persona de los recursos para cumplir sus propósitos.

A menudo olvidamos que no merece la pena en absoluto preocuparse infundadamente ni anticipar acontecimientos que no sabemos si ocurrirán. Esas preocupaciones solo son una muestra de nuestras debilidades, de nuestros fantasmas y de nuestros peores temores, y muy rara vez llegan a hacerse realidad. 

Hay muy pocas cosas a las que, razonablemente, se deba tener miedo.

Cuatro ideas sobre el miedo: #1 Por qué no es bueno ponerse en lo peor

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Una de las estrategias desafortunadamente más extendidas para luchar contra el miedo, tanto en el terreno profesional como en el personal, consiste en ponerse en lo peor. Hay personas que, en su época de estudiantes, cuando veían que se aproximaba un examen difícil, intentaban acomodarse a la idea de que lo suspenderían. Así, decían, si al final aprobaban, se llevarían una alegría. Mala idea.

El ser humano es una criatura global. Son muchas las reflexiones que intentan dividirlo en cabeza y corazón, o en cabeza, corazón y alma. Pero el ser humano es único y por mera coherencia y ahorro de energía, tiende a reaccionar globalmente a los estímulos del entorno. Así pues, ya desde los tiempos prehistóricos, un animal grande y peligroso desencadena una reacción de huida, y uno igualmente peligroso pero mucho más pequeño, uno de ataque. En ambos casos el cuerpo es coherente con lo que ve, y todos los órganos internos se alinean con la situación.

Pensar que algo va a salir mal, aunque sea de soslayo y como truco para luchar con el miedo, es una mala idea. En el terreno de las relaciones afectivas sabemos, por ejemplo, que muchas personas que temen en exceso una ruptura acaban provocándola, solo porque su comportamiento no es el sano y esperable en el seno de una relación. Es muy probable que, si el organismo humano teme perder, se prepare para perder en lugar de para ganar.

Para triunfar hay que pensar en lo mejor, no en lo peor.

Storytelling para comunicar

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A lo largo de los siglos, y posiblemente últimamente como consecuencia del mal uso de la tecnología, hemos acabado por confundir comunicar con informar, y así es que muchas veces las reuniones, los consejos, los eventos y las conferencias se han convertido en peligrosos entornos donde se aplasta al asistente bajo toneladas de información que bien podría leer en su despacho o en su casa.

Ningún mensaje llega mejor o más rápido al corazón y a la mente de un ser humano que una historia bien contada. Captar la atención, motivar, entusiasmar y, en general, conducir la información por la vía de las emociones, son objetivos que difícilmente se pueden lograr mejor que contando una buena historia. Eso es porque los seres humanos somos criaturas narrativas y porque vemos verdad donde hay sencillez y coherencia. Por eso la mejor manera de abrir una reunión, de ejemplificar un problema, de plantear un caso o de establecer una serie de conclusiones es, simplemente, hacerlo a través de una buena historia.

Esto ocurre porque los relatos invitan al que los escucha a identificarse con sus protagonistas. Es un mecanismo que ocurre automáticamente cada vez que una persona lee un libro, asiste a una obra de teatro o ve una película. Las narraciones tienen el poder de hacer que nos sintamos parte de la trama. Por eso cuando se escucha una buena historia se comprenden conceptos instantáneamente, se ordenan ideas sin esfuerzo, se encuentra claridad donde sólo parece haber caos y, quizá más importante, se comprende la visión de quien la cuenta y se enciende el entusiasmo necesario para hacerla realidad. Los grandes líderes han entendido siempre a la perfección esta idea, y así es que, en multitud de ocasiones, se han servido de parábolas, mitos, fábulas, y de todo tipo de narraciones para comunicar sus planes y entusiasmar a sus seguidores.

El poder de una historia está en invitar a quien la escucha a formar parte de ella.

Storytelling para trasladar valores de marca

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Los relatos ejercen un poderoso influjo. A diario una larga serie de historias de todo tipo nos van dejando su huella: las que vemos en el cine y la televisión, las que leemos en las novelas, las que nos cuentan nuestros amigos y las que nos contamos a nosotros mismos. Los relatos influyen a las personas desde tiempo inmemorial, y es por eso que la mejor manera de hacer que una marca haga llegar su mensaje al cliente es a través de una buena historia. 

Las propuestas de valor que las empresas presentan a sus clientes siempre incorporan una historia, aunque no sea explícita: a alguien se le ocurrió una idea para satisfacer una necesidad, alguien pensó que un problema se podía resolver de otra manera, o alguien se empeñó en inventar algo que no existía. El relato de esas propuestas, productos o servicios, está a menudo lleno de sueños, promesas, dificultades, derrotas, y también de éxitos y de gloria. Y, por supuesto, las personas que les dan vida tienen sentimientos. Se va al mercado como se va a un largo viaje o a la guerra, con un cargamento de emociones. Y en cada curva y en cada lance se palpita, se pierde o se gana, y en cada viaje, en cada batalla, se muere o se vive. Todos esos componentes son, en esencia, piezas de una gran narración: la historia que cuenta la gran aventura de esa empresa a los clientes, a los que podrían serlo, y a la sociedad y al mundo entero. 

Y esa es precisamente la esencia del brand storytelling: la creación de una narrativa de marca que consiste precisamente en hacer explícita esa historia. En ocasiones se trata de relatos que se gestionan a través de estrategias de comunicación, y en otras pueden llegar a convertirse en grandes superproducciones de Hollywood. Pero el foco es el mismo: crear una historia con comienzo, nudo y desenlace. Una propuesta sencilla y coherente que traslade propuestas y valores, y con la que el cliente se puede identificar porque encuentra sentido en ella. 

El cliente es una criatura narrativa: lo mejor es contarle nuestra historia. 

Storytelling para crear experiencias

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Los seres humanos poseemos una identidad que es esencialmente narrativa. Como hubiera dicho Oliver Sacks, la narración interna que para cada uno relata su biografía conforma su identidad. Así pues, cuando vivimos experiencias, desarrollamos sobre ellas narraciones internas que nos definen. Y aquí se encuentra una de las vertientes más interesantes del storytelling.

El proyecto Significant Objects mostró que el valor de un objeto en venta se puede llegar a incrementar en un 2.700% si va acompañado de una buena historia. Y es que, en muchos casos, el valor de una experiencia está en la narración que la envuelve. La sensación de vivir en un hotel no es la misma si el cliente sabe que está ubicado en una vivienda que perteneció a un famoso escritor, de la misma manera que degustar un plato no tiene el mismo valor si al comensal le han contado que esa receta es idéntica a la que se usaba en esa zona hace trescientos años.

El relato que acompaña a la compra de un producto o servicio es determinante en la experiencia de cliente, y de ahí que el storytelling sea de plena aplicación en esta disciplina. Imaginar, crear y utilizar esas pequeñas historias que acompañan a las experiencias hace que se entremezclen con la narrativa interna del cliente, que es su biografía y también su identidad, produciendo un sentido que puede hacer que  la experiencia sea auténticamente genuina y valiosa.

La experiencia de cliente se nutre de la narración que la envuelve.

Dos motivos para usar storytelling en la empresa

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Hoy, que tanto se habla de storytelling en la empresa, es conveniente recordar en qué consiste y por qué es importante. Desde tiempos inmemoriales han existido cuentos, parábolas, epopeyas, fábulas, novelas y un sinfín de géneros literarios a través de los cuales el ser humano ha aprendido a manejar la realidad narrativamente, mucho antes de hacerlo científicamente. Pues bien, ese arte se ha constituido en tendencia en la arena empresarial por dos motivos fundamentales.

El primero es que la publicidad ha muerto, al menos tal y como la conocíamos en el siglo pasado. Hoy día la mayoría de los clientes quieren que las compañías produzcan sus anuncios en forma de historias. Y en esas historias comprueban si la narrativa de marca coincide con la suya propia. Los clientes se identifican con aquellas historias que hablan de ellos, y rechazan las que no tienen nada que ver con sus vidas.

El segundo motivo es que, tal y como nos ha mostrado Kahneman, la prueba de veracidad de una narración está en su sencillez y en su coherencia. Dicho de otra manera, las personas percibimos que un relato es verdadero si es simple y si tiene suficiente cohesión interna. Qué duda cabe de que las historias, cuando están bien contadas, tienen precisamente esas dos características. Por eso el storytelling es una manera de trasladar veracidad al cliente, y con ella confianza y solvencia.

Narración, sencillez y coherencia: storytelling.

7 cualidades de los equipos excelentes (7): disfrutan

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Si a cualquier persona le preguntaran en qué equipo a lo largo de su vida se ha sentido más a gusto, seguramente la mayoría de las respuestas tendrían que ver con grupos deportivos o con pandillas de amigos, muchos de ellos vividos durante la infancia o la adolescencia. Es un misterio el hecho de que en los equipos de trabajo disfrutemos tan poco. Sin embargo, la vertiente lúdica es uno de los aspectos cruciales que hacen a los equipos excelentes. 

Si una persona no está relajada es muy difícil que se divierta. El buen clima es sinónimo de ausencia de tensiones, y la ausencia de tensiones es un ingrediente imprescindible de la creatividad y de la productividad. Es verdad que algunas personas afirman trabajar mejor bajo presión, pero una cosa es la natural adrenalina que se genera al intentar superar un reto aparentemente imposible, y otra muy distinta son vivencias como el miedo, la ansiedad o la angustia. 

No vamos a trabajar para pasarlo bien, ni el día a día en las empresas tiene que ser un parque de atracciones. Pero el extremo contrario tampoco es positivo. Los equipos de trabajo en los que nunca se celebra nada, en los que nadie ríe y en los que el clima no es positivo y auténtico, convierten el ambiente laboral en una constante fuente de estrés y desasosiego, en un entorno para el que hay que armarse de valor y motivación antes de entrar. 

Los equipos excelentes no buscan divertirse, pero trabajan mejor porque se divierten. 

 

7 cualidades de los equipos excelentes (6): son diversos

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El deseo de un pensamiento único es posiblemente uno de los fenómenos más perjudiciales en el mundo de las organizaciones. Desafortunadamente muchos líderes preferirían que sus colaboradores pensaran como ellos, pero eso arruinaría sin duda la natural discrepancia que siempre acompaña a la búsqueda de la verdad. Cuanto más amplio y complejo sea cualquier objetivo, tanto mayor serán los puntos de vista necesarios para coronarlo con éxito. 

La mayoría de los directivos piensan que hoy día un equipo diversificado les ayuda a generar valor para una mayor variedad de clientes y mercados. Por tanto la diversidad es una fuente de ventaja competitiva. Incluso hay informes que muestran que los resultados económicos de una empresa son mejores cuando existe una adecuada gestión de la diversidad. Dicho de otra manera, la diversidad de una empresa es positiva porque refleja la diversidad del mercado al cual se dirige. Será difícil que una empresa solo formada por hombres tenga en cuenta todas las variables del universo femenino, de la misma manera que una organización formada solo por occidentales a duras penas tendrá en cuenta las peculiaridades del pensamiento oriental. Y así sucesivamente. 

Moverse hacia el mismo objetivo no equivale a pensar igual. Hay múltiples formas y aproximaciones que posibilitan llegar a cualquier punto, y eso es lo que hace interesante que el equipo sea diverso y que, por tanto, en él ocurran las naturales discrepancias. 

En la empresa pensar diferente es pensar mejor.

7 cualidades de los equipos excelentes (5): distinguen los límites

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El campo de las relaciones humanas es francamente amplio. A diario nos relacionamos con jefes, colaboradores, familiares, amigos, y así sucesivamente. En cada uno de esos ámbitos existen tareas, acciones y normas que regulan la relación. De la misma forma que un padre es un padre, y es altamente desaconsejable que se comporte como el amigo de su hijo, los equipos excelentes entienden a la perfección los límites que distinguen su relación de una de amistad. 

Las relaciones humanas se basan, entre otras cosas, en la multiplicidad de roles. Todos desempeñamos muchos roles y otros los representan para nosotros. Y es en la diversidad de funciones que desempeñamos, y que otros desempeñan, donde radican la riqueza, el orden y a armonía de las cosas. Todos esperamos que el líder lidere, que el profesor enseñe y que el comercial venda. De la misma manera, los compañeros de equipo son fundamentalmente eso, compañeros de equipo, y no amigos. 

Un amigo es alguien que conoce detalles íntimos de la vida de otra persona y que le apoya incondicionalmente. Y ambas cosas, potencialmente, pueden llegar a ser inconvenientes en el mundo de la empresa. Los equipos y las empresas que se gobiernan como dinastías en las cuales es más importante ser amigo del jefe o de otro miembro del equipo, por encima de la profesionalidad, están abocadas a generar una atmósfera viciada donde las dinámicas de afecto se sitúan por encima de las de tarea. Un caldo de cultivo ideal para la micropolítica y las luchas internas por el poder. 

Los miembros de un equipo excelente suelen llevarse muy bien. Comparten buenos momentos, y por supuesto se apoyan. Sin embargo, no confunden el compañerismo con la amistad, no dan más importancia a lo segundo que a lo primero, no cruzan los límites cuando no deben y, cuando son titulares de ambos roles, los gestionan a la perfección.  

Distinguir el límite entre compañerismo y la amistad: imprescindible en un equipo.