Opinión

Se espera un otoño negro y un gran apagón por el corte de gas

    PV

    Amador G. Ayora

    Viene un otoño negro". La frase me la soltó a bocajarro un directivo del IBEX del sector de la energía y la confirmó el miércoles la presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, quien reconoció que Rusia prepara el corte del gas a Alemania en las próximas semanas. La excusa puede ser las obras de mantenimiento, que este lunes comenzarán en el gasoducto Nord Stream I que abastece de gas a Alemania ó la proximidad de las elecciones de noviembre para renovar el mandato del mismísimo Putin.

    Los servicios de inteligencia occidentales manejaban desde hace tiempo que la interrupción del suministro se produciría en el otoño-invierno de este año. Ahora, además, consideran que Putin puede utilizarlo como una baza para que Estados Unidos y sus aliados reconozcan su soberanía sobre la región del Donbás y la península de Crimea, invadida en 2014. Las tropas comandadas por el Kremlin tomaron hace unos días la ciudad de Lugansk y en unos meses se espera que conquisten el Donetsk y completen así su dominio sobre todo el este de Ucrania.

    Putin tiene todo preparado para dar un golpe en la mesa que reafirme su liderazgo absoluto. En los cuarteles generales de la OTAN en Bruselas, así como en París y Fráncfort, la cuestión ya no es si cortará el gas a Europa, si no cuánto durará la interrupción. Europa sólo tiene para aguantar unos meses. Las reservas de gas están alrededor del 60% y gran parte de la industria alemana ó italiana se quedará paralizada sin alternativa energética. Europa se asoma al precipicio.

    "Si Rusia suspende el aprovisionamiento nos enfrentamos a un escenario desconocido", reconocen medios próximos al Banco de España. Habrá un nuevo chute de la inflación. ¿Cuánto puede subir? La respuesta no existe, nadie se atreve en estos momentos a poner un número a unos precios al consumo que están ya en doble dígito.

    Los pronósticos se han quedado obsoletos sólo en unas semanas. El 1,5% de merma de crecimiento que vaticinó el Banco de España en mayo en caso de detenerse el flujo del gas ruso se queda corto. "Europa entera irá a la recesión sin paliativos", ese es el pronóstico que comparten muchas casas de análisis.

    El petróleo tipo Brent baila sobre los cien dólares, con una caída del 30% sobre máximos por temor a una crisis. Citibank vaticina que podría bajar a 65 dólares ó incluso a 40 si el mundo entra en recesión a consecuencia de una espiral inflacionistas, como ocurrió en los setenta, cuando llegó a tocar 140 dólares por barril para desplomarse luego a hasta los 40.

    ¿Y España? Según manifestó la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, en el Congreso, nuestro país aguantará mejor que los demás y evitará la recesión. Pero ya saben que las palabras se las lleva el viento. También dijo que la inflación sería pasajera y que los fondos europeos se repartirían en un pis pas y no han llegado más que a unos cuantos organismos públicos.

    La vicepresidenta se refería a un escenario en el que el gas ruso siga fluyendo hacia el Viejo Continente, aunque sea con dificultades. Todo apunta a que España no será una excepción. Correrá la misma suerte que el resto de Europa o peor, porque en caso de que Moscú cierre el grifo la economía sufrirá un nuevo shock cuando aún no se recuperó del Covid.

    Que nadie piense que si Europa se apaga, España va a ser una excepción, porque tenemos más regasificadoras que nadie. "Los precios se encarecerán y tendremos dificultades para mantener el aprovisionamiento, simplemente porque no habrá gas suficiente para todos", señalan en medios del sector.

    La importación del apreciado hidrocarburo ruso sólo alcanzaba el 12% antes de la guerra, pero el conflicto con Argelia ha obligado a elevar al 35% las compras por barco de Estados Unidos, que es ya nuestro primer proveedor.

    Washington ha triplicado en lo que va de año sus exportaciones a Europa desviando los flujos que enviaba a Asia, sobre todo a China e India y tiene posibilidades de producir más, al igual que Noruega, Qatar, Nigeria ó Australia. El problema está en que la flota de metaneros, alrededor de 720 en el mundo, opera ya a plena capacidad.

    La ruptura de relaciones con Argelia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, lo complica todo. "Lo vamos a pagar muy caro", advierten los expertos.

    El presidente de Naturgy, Francisco Reynés, reconocía en una entrevista publicada esta semana el elEconomista que Sonatrach incrementará de manera "significativa" el gas en la renegociación del contrato para la próxima década, como consecuencia de las tensiones geopolíticas.

    España se quedó sin más de la mitad del aprovisionamiento del gas argelino que recibíamos a través del gasoducto de Marruecos, por donde importábamos hasta 12.000 millones de metros cúbicos (bcm). El Medgaz, el único que queda en funcionamiento, sólo tiene capacidad para 9 bcm y no va lleno.

    Si ambos tubos estuvieran abiertos nuestro país no tendría problema alguno con el gas, corroboran en el sector.

    Se teme un efecto dominó. La llama del gas incendiará los precios al consumo y luego alcanzará a los tipos de interés. El Banco Central Europeo (BCE) quiere adelantar al próximo día 21 el escudo de protección para los países más vulnerables, como España e Italia, para evitar que el encarecimiento del dinero desate una tormenta sobre las primas de riesgo de los países del Sur.

    Calviño cifró sólo en el 15% la deuda afectada este año por la subida de los tipos de interés, gracias a que el Tesoro aprovechó la época de vacas gordas, en las cobraba por los bonos, para multiplicar las emisiones con vencimiento a largo plazo. Por eso gozamos de un relativa tranquilidad.

    La mayor preocupación es Italia. Con una deuda en el 140% y elecciones en abril, la salida del expresidente Mario Draghi como primer ministro genera inquietud e incertidumbre a la vez. No sé sabe qué coalición puede gobernar en la próxima legislatura ó si respetará la ortodoxia económica.

    Italia sería uno de los países más afectados por un hipotético corte de suministros, ya que su dependencia del gas soviético alcanzaba hace unos meses el 80%. Con estas características, tiene todas las papeletas para convertirse de nuevo en el centro de la diana a la que disparen los especuladores con las primas de riesgo, hasta provocar otra tormenta perfecta en el euro. No sólo el otoño, también la primavera de 2023 se presenta caliente y repleta de incertidumbres. Sólo un armisticio con Rusia en los próximos meses lograría calmar los precios.

    PD.-¡Otro golpe a la industria! Abengoa, uno de los gigantes de las renovables, se tambalea después de que la SEPI denegara su plan de ayudas y Hacienda haya embargado todas sus cuentas.

    El presidente, Clemente Fernández, presentó 'in extremis' una oferta vinculada a los fondos RCP y Sinclair, de origen desconocido, que ofrece 200 millones a cambio de una quita del 97% de la deuda. Otro parche que recuerda al fracaso que ya obtuvo con la propuesta de Terramar.

    El Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno Bonilla en colaboración con la ministra de Industria, Reyes Maroto, trabajan en vender las filiales sanas a empresas como Técnicas Reunidas ó Lantania. Asimismo, corre el rumor de que un fondo saudí podría adquirir el área especializada en desalación, para extender su presencia a Oriente Medio.

    La decisión de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, (quien también controla la SEPI) de embargar todas las cuentas en un momento tan delicado sentó como una puñalada trapera en la administración andaluza, que barrunta las torcidas intenciones de la que fue ex consejera de la región.

    En caso de que no salgan adelante estas iniciativas, es mejor dejar caer la empresa, aunque protagonice la segunda mayor quiebra de la historia española después de Fadesa, que meter a socio de dudosas credenciales. No hay más que echar la vista atrás para encontrar múltiples ejemplos en que fue peor remedio que la enfermedad.

    El más cercano quizá es la venta de los activos industriales de Alcoa en Avilés a un grupo desconocido, sin especialización en el sector, que acabó desguazando la sociedad después de cobrar las compensaciones pactadas con las administraciones.