El Gobierno de la Troya
Mariano Guindal
Los enfrentamientos en el Gobierno de Pedro y Pablo se han convertido en algo tan clamoroso y habitual que recuerda a la película que en 1959 rodó Rafael Gil "La Casa de la Troya" donde se cuenta la bronca que montaban un grupo de jóvenes juerguistas y gamberros en una pensión de estudiantes.
Pero el problema es que La Moncloa no es la "uni" donde unos cuantos acuden a hacer la revolución permanente. Esto es algo muy serio donde se discuten problemas de Estado y donde el vicepresidente segundo Pablo Iglesias y los suyos no dan la talla. Ya no es que se les pida un conocimiento de los temas que tratan, sino que ponga un poco de sentido común a sus decisiones y actitudes. La situación es lo suficientemente grave para que se les exija un mínimo de seriedad porque son vidas humanas las que están en juego.
Que en plena pandemia distraigan la atención con cuestiones que no son prioritarias como la salud o la recesión económica no es de recibo. Seguro que la proclamación de la Tercera República, el referéndum de autodeterminación del Sáhara o el de Cataluña, que para el caso dan igual, pueden seguir esperando.
Iglesias propone todo tipo de zarandajas porque Podemos pierde apoyos a chorros
El problema de fondo es que, según todos los sondeos de opinión, Unidas Podemos está perdiendo apoyos electorales a chorros en favor del PSOE, ERC o Bildu. Por tanto, tiene que abrir todos los debates posibles y proponer todo tipo de zarandajas para quedar bien ante sus bases. Tienen que tratar de demostrar que no son la "casta" aunque vivan y actúen como la casta.
Iglesias debería saber que mientras forme parte del Gobierno formará parte del establishment y que para eso es mejor el PSOE, que tiene mas talento y experiencia, que Podemos al que se ve como una copia. Si puedes tener el original para qué conformante con menos. Por su izquierda pierde apoyos en Cataluña, como se va a poner de manifiesto en las elecciones del 14 de febrero, y lo hace en favor de ERC que aparece como favorita para ocupar la presidencia de la Generalitat. Y en Euskadi le pasa lo mismo, Bildu se ha convertido en una alternativa de poder al PNV.
Unidas Podemos ha dejado de ser una alternativa de poder real. Hace cinco años, cuando aparecieron en escena, estos chicos parecían disruptivos y se convirtieron en el tercer partido en intención de voto. Iglesias y los suyos soñaron con dar el "sorpasso" a los socialistas, incluso llegaron a decir que eran la auténtica referencia de la socialdemocracia en España. La renovación, el cambio… los que iban a provocar la regeneración de la izquierda y terminar de una vez por todas con la corrupción.
La realidad ha sido otra muy diferente. No han transformado el poder, ha sido al revés. El poder les ha transformado a ellos. Sus permanentes contradicciones y alguna que otra corruptela les ha hecho perder toda credibilidad, no se lo creen ya ni ellos. Deben pensar que para recuperarla tienen que volver a convertirse en esos chicos ocurrentes y juerguistas de La casa de la Troya.
Pero a Pedro Sánchez no le queda otra que aguantar hasta el próximo 29 de diciembre cuando el Congreso de los Diputados apruebe definitivamente los Presupuestos Generales del Estado. A partir de ese momento las cosas necesariamente tendrán que cambiar. El presidente tiene que poner orden en el corral y dar un puñetazo en la mesa y decir aquello de que quien manda es él y que la fiesta se ha terminado.
El Gobierno necesariamente tiene que centrarse si no quiere provocar una crisis institucional y una escisión en el PSOE. Si Sanchez tiene que elegir entre Nadia Calviño e Iglesias no le quedará mas remedio que apoyar a su vicepresidenta económica. Ella es la que tiene la confianza de Europa, es el aval que le proporciona confianza, justo cuando están a punto de recibirse los 140.000 millones que necesitamos para la reconstrucción de España.
Los entendidos en los círculos podemitas dicen que no va a haber crisis de gobierno; que Iglesias aflojará y que Sanchez dará su brazo a torcer para asegurarse el apoyo que necesita para seguir en el poder. Es posible, pero ¿hasta cuándo va a aguantar UP el abrazo del oso socialista? Si a uno le interesa salir del Gobierno para rehacerse electoralmente y el otro quiere que se vaya… pues "verde y con asas" que diría un castizo.