CaixaBank compra bien y elimina un problema futuro
Juan Fernando Robles
Si cuando compras una empresa, en lugar de pagar, cobras, es que lo que compras vale menos que nada. En la absorción de Bankia por CaixaBank, esta última adquiere la primera con un beneficio contable de unos 7.000 millones por el fondo de comercio negativo al valorar Bankia muy por debajo de su valor en libros. ¿Es posible que una entidad en funcionamiento con millones de clientes valga menos que su Patrimonio Neto? Para el mercado bursátil así parece ser, puesto que la valoración por la que se ha optado para la transacción es solo algo menor que el valor razonable del banco, es decir, su precio de mercado en base a su cotización. En este caso, quien realmente vende la entidad es el Estado, que a momento presente asume unas pérdidas extraordinarias en la operación frente a sus aportaciones de capital de aproximadamente 20.000 millones, aunque de momento son pérdidas latentes porque dependerá del momento en que decida vender las acciones que va a recibir de CaixaBank.
Es cierto que los bancos están cotizando por debajo de su valor en libros, por regla general, puesto que su baja rentabilidad y los costes asociados a la nueva crisis ponen en tela de juicio su capacidad para obtener beneficios futuros. Así, el crecimiento orgánico de los bancos es, en general, muy difícil y los costes de asumir su propia restructuración para obtener más rentabilidad futura y adaptase a los cambios tecnológicos son en muchos casos prohibitivos. Al valorar Bankia de la forma en que se ha hecho se asume que sería incapaz de seguir operando en términos de rentabilidad y que tendría que destinar al menos la diferencia entre su valor contable y su valor de mercado en costes de reestructuración que debido a sus bajos beneficios operativos arrojarían pérdidas en los ejercicios venideros, teniendo el Estado que proceder a realizar un nuevo rescate de la entidad para mantenerla en funcionamiento o ir diluyendo su participación si, hipotéticamente, convenciera a algún inversor de participar el la recapitalización.
Las fusiones es la única solución que el supervisor vislumbra par evitar una ola de rescates
Por otra parte, existe una gran incertidumbre sobre el efecto que la nueva crisis va a tener sobre la calidad de los activos bancarios, cómo va a crecer la morosidad de las carteras crediticias y el efecto que el mantenimiento de los bajos tipos de interés tendrá sobre el decreciente rendimiento de las mismas. Así las cosas, la banca no tiene visos de ser un negocio rentable en el medio plazo y todo se fía a su capacidad de ahorrar costes. Para ahorrar costes es preciso en primer lugar asumirlos, dado que las reestructuraciones son en principio costosas y complejas de implementar, lo que entraña tener potencia financiera y gran capacidad de gestión para mantener el negocio en marcha a la vez que se reduce la estructura. Para ello no hay nada mejor que una fusión, puesto que permite eliminar capacidad redundante. Al parecer, es la única solución que el supervisor vislumbra para evitar una nueva ola de rescates.
Así las cosas, Bankia prácticamente se regala para que no cueste más dinero al Estado, pues sus planes estratégicos se han hecho añicos, tendencia que comenzó en 2019 al iniciarse la desaceleración y que se ha confirmado, corregido y aumentado en este año en el que se han pulverizado a la baja todas las previsiones. Nunca conoceremos el nuevo plan estratégico para Bankia para 2021-2023 y sus actuales gestores se han librado de presentarlo, aunque CaixaBank habrá visto un avance que ha justificado su negociación de precio tan a la baja así como los beneficios contables que obtendrá y que tendrá que destinar a enderezar un negocio que, desde esta óptica, ya no daba más de sí.
España es ya motivo de preocupación económica y financiera para Europa
No es habitual que las empresas en funcionamiento se vendan con valoraciones tan bajas con respecto a su patrimonio neto salvo que estén en fuertes dificultades. El capital huye de los bancos como alma que lleva el diablo desde la última crisis financiera y el negocio, sometido a presiones de todo tipo, no termina de enderezarse lastrado por una política monetaria ultra expansiva, las fuertes inversiones para ahorrar costes e innovaciones y el decrecimiento del mercado que lleva aparejado la fuerte recesión a la que nos enfrentamos. Si la banca cae, la economía se desmorona y si la economía se desmorona, la banca cae. El supervisor está algo asustado y España, la principal víctima de la pandemia en Europa, vuelve a ser un serio motivo de preocupación económica y financiera para toda Europa.
Quienes ven operaciones políticas en esta absorción bancaria deberían darse cuenta de que apenas había opciones viables para Bankia, porque no solo hay que poder hacerlo, también hay que querer, y nadie de los que hubieran podido quería salvo CaixaBank, que ya lo intentó con Caja Madrid hace años y con buen juicio se desestimó en su momento. Esta absorción no es para llevarse un alegrón, puesto que se pierden opciones en el mercado y eso siempre para la clientela es malo, pero al menos elimina un motivo de preocupación en nuestro panorama financiero. Tendremos ocasión de comentar las próximas fusiones que, sin duda, habrá.