Bolsa, mercados y cotizaciones
Lo que no encaja en el rally bursátil de agosto y por qué todo gira en torno a la 'cripto expansión monetaria'
Juan Carlos Ureta
Las bolsas, como la historia, no se repiten de forma exacta, pero siempre vuelven sobre los mismos problemas y los van interpretando en función de la mayor o menor liquidez del sistema y del mayor o menor apetito por el riesgo de los inversores. Es obvio que ahora mismo la liquidez es abundante y la tolerancia al riesgo está en niveles máximos, en modo full risk. Y en ese entorno de liquidez/riesgo los inversores vienen aceptando con total entusiasmo las sucesivas propuestas de Trump y celebran con euforia todos y cada uno de los datos económicos mixtos que se publican, viendo solo y exclusivamente el ángulo positivo.
Eso es precisamente lo que no encaja en el rally bursátil de julio y agosto, esa complacencia total que lleva a las Bolsas a reflejar un mundo perfecto que no se corresponde con el mundo real y a aceptar, sin más, que las políticas económicas del "trumpismo" van a funcionar, siendo así que son políticas cuyo resultado último es muy dudoso.
Para profundizar en esta idea es interesante ver cómo hemos llegado hasta aquí. Hay que recordar, aunque hoy parezca lejano, que al empezar 2025 la idea dominante era que la economía y las bolsas americanas iban a sufrir a causa de las nuevas políticas de Trump, y que la economía y las bolsas europeas iban a tomar el relevo. En el primer trimestre, el Eurostoxx subió un 7,2% mientras que el Nasdaq 100 bajó un 8,3%.
Esa lectura era claramente errónea y así lo dijimos de forma reiterada en nuestros comentarios semanales del primer trimestre. Nuestra idea era que, como dice Nouriel Roubini, la economía norteamericana, con sus mega empresas tecnológicas al frente, es y va a seguir siendo la más innovadora y eficiente del mundo, por mucho que Trump la maltrate. Y por ello pensábamos que la subida en solitario de las Bolsas europeas no era posible y que las bolsas norteamericanas iban a ir cerrando, como así ha sucedido, el gap con las europeas. A fin de julio ese "gap" ya se había cerrado.
El Nasdaq 100 subía un 10,8% superando ya en el año al Eurostoxx, que subía un 8,7%, y aunque es verdad que al cierre del viernes algunos índices europeos como nuestro Ibex (+31,8% desde uno de enero) o el Dax alemán (+22,4%) o el Mib italiano (+25%) suben más que el Nasdaq y más que el resto de los índices norteamericanos en lo que va de año, la realidad es que, en conjunto, las Bolsas americanas han retomado el liderazgo, con las grandes tecnológicas a la cabeza.
Era también erróneo pensar, cómo lo hizo y cómo lo sigue haciendo una parte importante del mercado, en un desplome del dólar, basado en una salida de dinero y en un pretendido "trasvase" de inversiones desde EEUU hacia Europa y otras economías, una idea incorrecta, aunque tenía su punto emocional y hasta romántico, sobre todo para el "antitrumpismo" global, que tantos seguidores tiene. Los datos han confirmado que las entradas de dinero hacia activos americanos están siendo enormes, y también se está confirmando que el supuesto desplome del dólar hacia niveles de 1,50 con el euro no está teniendo lugar. De hecho, el dólar cerró en 1,169 el pasado viernes y se mantiene en la banda 1,10-1,20 desde hace varios meses.
Se ha demostrado, por tanto, acertado el análisis que hacíamos hace un mes en nuestros comentarios del 7 de julio (La complacencia es el primer riesgo de las bolsas, el segundo es el posicionamiento bajista extremo sobre el dólar) y del 14 de julio (El S&P pone rumbo a los 7.000 puntos) cuando afirmábamos el 7 de julio que "las posiciones bajistas sobre el dólar son especulativas y no responden a flujos de inversión en activos" y añadíamos el 14 de julio que el dólar iba a seguir siendo la divisa dominante, ayudada por "el bitcoin y las stablecoins como curiosos aliados, apoyados por la nueva administración norteamericana".
Pero lo realmente interesante es que, como decíamos, ese cambio de sentimiento hacia las bolsas americanas ha sido acompañado de un cambio total en la valoración que los inversores hacen de las políticas económicas de Trump. De forma casi imperceptible, pero muy clara, las Bolsas, como titulábamos en nuestro comentario del pasado 28 de julio, se han rendido a Trump y esa entrega incondicional es precisamente, en nuestra opinión, el punto más débil del actual rally bursátil. El plan económico de Trump, diseñado por el Secretario del Tesoro Scott Bessent, y por el recién nombrado miembro de la Reserva Federal Stephen Miran, trata de responder a dos problemas reales, el desequilibrio comercial que ha convertido a EEUU en el "gran comprador global" que absorbe casi el 50% del superávit del resto del mundo y, unido a lo anterior, la gran deuda pública estadounidense, que ya supera el 120% del PIB.
Son problemas reales, que hay que resolver y lo mejor del trumpismo es que quiere hacer frente a esos problemas, pero lamentablemente su solución no es la mejor. La fórmula magistral ideada por Trump para resolver esos dos problemas es el proteccionismo, con dos pilares diseñados Scott Bessent y Stephen Miran, a saber, que el dólar baje, sin dejar de ser la moneda de reserva, y que los aranceles suban, de forma que las importaciones se reduzcan y las fábricas vuelvan a Estados Unidos. Tanto Bessent como Miran se han esforzado mucho en argumentar que ni los aranceles ni la caída del dólar van a tener impacto negativo en la inflación ni en el crecimiento económico. Su mensaje es que esa fórmula simple, dólar a la baja y aranceles al alza, va a funcionar muy bien. Y ponen un gran esfuerzo ejecutar el modelo, como lo demostró en la madrugada del jueves pasado, el Secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent al exigir al Banco de Japón que suba los tipos de interés, a la vez que pedía a la Fed que los baje 150 puntos, con el objetivo obvio de que el dólar deje de subir frente al yen.
Como decíamos, las bolsas han "comprado" el modelo de Trump, pero el problema es que no está tan claro que la fórmula vaya a funcionar. De momento no hay impactos significativos ni en la inflación, ni en el crecimiento, ni en el consumo, ni en los resultados empresariales. Pero empieza a haber señales mixtas. El IPC americano de julio que se publicó el pasado martes, mostró estabilidad en la tasa general (+2,7% vs +2,7% anterior) pero cierta aceleración en la subyacente (+3,1% vs +2,9% anterior) y el índice de precios industriales (IPP) publicado el pasado jueves subió un 0,9% en julio, mucho más del 0,2% esperado por el consenso. Es la mayor subida mensual del IPP desde junio de 2022. Si nos fijamos en el crecimiento, es verdad que la economía no ha entrado en recesión, pero el escaso crecimiento del 1,2% en el primer semestre en EEUU y el casi nulo en la zona euro, unidos a la debilidad del mercado laboral que muestran los últimos informes de empleo, son datos que no mueven al optimismo. Por no hablar del crecimiento en China, donde hemos sabido hace unos días que tanto ventas minoristas como la producción industrial bajan en julio, porque la larga sombra de la crisis inmobiliaria sigue pesando en el consumo y en la economía. En cuanto a los resultados empresariales, los del segundo trimestre, a falta de solo unos pocos, han sido buenos, pero en algunos casos dan ya síntomas de fatiga. Por tanto, datos mixtos pero con un interrogante a futuro.
Realmente, parece difícil que en la actual economía global pueda haber un crecimiento "en solitario", un "yo crezco a costa tuyo" o "yo crezco porque tu decreces" y eso hace difícil pensar que el proteccionismo un tanto "naif", pero a la vez estratégico y planificado, de Trump vaya a funcionar, ni siquiera para Estados Unidos. Es muy improbable que las significativas disrupciones, que la nueva administración americana que está introduciendo en el sistema y en las cadenas globales de producción y de comercio, no vayan a tener consecuencias negativas en el crecimiento y en la inflación a medio plazo.
Pero Trump es un maestro en vender éxito, mucho éxito, y fabrica esas victorias suyas tan pírricas, tan de marketing, esos triunfos basados en presentar una mala realidad como algo maravilloso ("the greatest deal ever") como el que nos pretende vender ahora en Ucrania aceptando el guion de Putin. El problema es que en economía y en finanzas la realidad es tozuda y los problemas acaban saliendo del armario.
Lo que hace más llamativo el rally de agosto es que se esté celebrando lo que podríamos llamar el modelo Miran-Bessent, que es un modelo muy dudoso. Las Bolsas vieron muy bien en abril que los aranceles recíprocos no iban a funcionar, pero ahora no están viendo los problemas asociados a esta nueva versión del "trumpismo". La pregunta es: ¿por qué suben las bolsas como si no hubiera un mañana? ¿Por qué la semana pasada el S&P ha batido tres récords históricos consecutivos acercándose ya a los 6.500 puntos tras subir casi un 1%? ¿Por qué el Nasdaq batía el pasado miércoles sus máximos históricos de todos los tiempos tanto intradiarios como de cierre y ha subido un 0,8% en la semana? ¿Por qué el Dow Jones ha subido un 1,7% en la semana y el Russell 2000 un 3,2%? ¿Por qué nuestro Ibex ha superado los 15.000 puntos y sube ya casi un 32% desde enero? ¿Por qué el Eurostoxx sube un 11,3% en el año, tras subir casi un 2% en la semana, con la economía europea estancada y sin visos de despegar?
Todas esas preguntas tienen una respuesta común, que hemos venido comentando estas últimas semanas, y esa respuesta es el experimento monetario financiero que Trump, Bessent y Miran están poniendo en marcha, lo que podríamos llamar la "cripto expansión monetaria" basada en un cierto aumento de la masa monetaria a través de las "cripto currencies" y, sobre todo, basada en un espectacular aumento de la velocidad de circulación del dinero a través de la tokenización total de los mercados de activos con el "Proyecto Cripto" lanzado por la SEC. Al final la liquidez que mueve el sistema, el dinero de verdad es, igual que la energía, el resultado de multiplicar la masa monetaria por la velocidad de circulación (D=MxV). Y las cripto monedas sirven simultáneamente como "proxy" de la liquidez del sistema y del apetito por el riesgo. Por tanto, con el ether ya por encima de 4.500 dólares y el bitcoin otra vez cerca de los 120.000 dólares, tras haber superado hace unos días los 124.000 dólares, todos tranquilos.
Son temas que se debatirán, sin duda, en el encuentro anual de la Fed en Jackson Hole, a partir del próximo viernes, este año bajo el sugerente título de "Mercados laborales en transición". La intervención de Powell es especialmente interesante a nuestro juicio en este momento para entender bien sus reservas respecto a la "trumponomics", y ver en qué medida las bolsas podrían estar equivocándose o no con su respaldo sin fisuras a Trump. Las actas de última reunión de la Fed, que se publican el próximo miércoles también pueden dar alguna luz sobre estos temas.
Además de Jackson Hole, y de algunos datos macro como la inflación y la balanza comercial de Japón en julio, esta semana tenemos importantes resultados empresariales como los de la mayor cadena minorista, Walmart, y los de otras no tan grandes, como Target, Home Depot, Lowe's o Estee Lauder. Todas ellas, pero sobre todo Walmart, nos darán mayor visibilidad sobre el sentimiento del consumidor norteamericano, en un momento en el que el mercado laboral da signos de debilidad y en el que el índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan que se publicó el viernes muestra una caída desde el 61,7 de julio hasta el 58,6 de agosto, debido a los temores sobre la inflación. Las ventas minoristas de julio en Estados Unidos, que se publicaron también el viernes, subieron un 0,5% en línea con las estimaciones del consenso, pero las señales del consumo en general no son buenas.
Las bolsas continúan por tanto ajenas a cualquier tipo de inquietud, y el VIX, que es el indicador del miedo, nos dice que no hay nada que temer y de hecho está en niveles mínimos del año.
Felices y ajenas a cualquier preocupación, las Bolsas, tras haber iniciado el año renegando de las políticas de Trump, ahora las aplauden, en un nuevo episodio de adoración del becerro de oro, ese metal que tanto le gusta a Trump. Esperemos que esta celebración bursátil no acabe como la adoración del becerro de oro en el libro del Éxodo.