Internacional

Bruselas pone el acuerdo comercial con Reino Unido bajo aviso por las medidas unilaterales de Londres

  • La Eurocámara aplaza su ratificación y podría tumbarlo si crece la tensión
  • La inestabilidad en Irlanda del Norte resucita las tensiones por el Brexit
El negociador jefe del Brexit europeo, Michel Barnier. Foto: Reuters

Víctor Ventura

El Brexit se cerró el pasado 1 de enero, pero las consecuencias de la ruptura y los años de duras negociaciones siguen alargándose. Este miércoles, la Comisión Europea ha amenazado con "iniciar procedimientos de infracción" contra el Reino Unido por su tomar medidas unilaterales para mantener el comercio abierto entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña seis meses más de lo previsto. Por el momento, el Parlamento Europeo ha frenado la tramitación del acuerdo comercial entre ambas partes, que debía ratificarse este mes.

Este miércoles, entre los presupuestos con los que el Gobierno de Boris Johnson pretende acometer la mayor subida de impuestos en medio siglo, había escondida una bomba de profundidad. Londres mantendría suspendidos los controles aduaneros para el comercio entre Irlanda del Norte -bajo las leyes comerciales europeas- y el resto del país hasta el 1 de octubre, argumentando que necesita más tiempo para poner definitivamente en marcha los puestos fronterizos para asegurarse de que todos los productos que cruzan el Mar de Irlanda cumplen las normas de ambos lados.

En teoría, el anuncio no tendría más calado si hubiera una buena relación entre Bruselas y Londres. Pero las durísimas negociaciones del año pasado y las repetidas amenazas de Johnson de violar los tratados internacionales sobre Irlanda del Norte han roto cualquier tipo de puentes. La UE teme que el Gobierno 'Tory', animado por sus diputados más eurófobos, se dedique a prorrogar indefinidamente la falta de controles, rompiendo en la práctica el Tratado de Salida de la UE, que acordó la instalación de puestos fronterizos internos.

Johnson está recibiendo fuertes presiones del ERG, el grupo 'brexiter' que empujó las negociaciones hacia la ruptura más fuerte posible durante el mandato de Theresa May, y de los unionistas norirlandeses, que temen que la separación económica de la provincia del resto del Reino Unido sea la antesala de la reunificación irlandesa. Las encuestas apuntan, precisamente, a una caída sostenida del unionismo en la provincia, y a que las fuerzas pro-irlandesas podrían situarse a la cabeza del Parlamento regional por primera vez en la historia en las elecciones del próximo año, lo que aumenta la sensación de abandono de los pro-británicos.

El resultado ha sido un aumento de las tensiones sectarias. Según The Irish News, algunos grupos paramilitares unionistas, que protagonizaron la larga guerra civil norirlandesa enfrentándose al IRA, están avisando de su intención de romper los Acuerdos de Paz de Viernes Santo, que pusieron fin a la lucha, y retomar las armas. El ministro de Exteriores de Irlanda, Simon Coveney, ha advertido de que los movimientos de Londres son "profundamente inútiles" y corren el riesgo de desestabilizar la situación, ya delicada.

Frío en el Canal de la Mancha

La señal que más ha alarmado a Bruselas es el nombramiento de David Frost, el que fuera negociador del acuerdo comercial, como representante británico ante la UE. Frost no es conocido precisamente por su diplomacia ni su estima hacia la UE, lo que hace sospechar que Londres quiere mantener una situación de tensión permanente con el objetivo de renegociar las relaciones entre ambos a medio plazo. A eso se suma la decisión de Johnson de no conceder la categoría de embajador al representante de la UE en Reino Unido, como sí hacen prácticamente todos los demás países del mundo.

En respuesta, Bruselas ha elevado una queja a Londres y ha advertido de posibles repercusiones, utilizando los mecanismos legales recogidos en el propio Acuerdo de Salida, como ya hizo cuando Johnson amenazó con romperlo unilateralmente, también por el problema de Irlanda del Norte. Aunque lo que puede ser más significativo a corto plazo es la decisión de la Eurocámara de congelar la tramitación del Acuerdo Comercial que ambas partes firmaron el pasado 24 de diciembre. El acuerdo se está aplicando de forma provisional desde entonces, pero sobre él aún pende la espada de Damocles del Parlamento Europeo: si decide votar en contra de su ratificación, quedará anulado y resurgiría de entre los muertos el 'Brexit caótico' que se evitó en enero.

Por el momento, los eurodiputados han retirado el acuerdo del orden del día del próximo pleno, el día 24 de este mes, y han mandado el acuerdo a la nevera, a la espera de los movimientos de Londres. Johnson insistió este jueves en que eran solo "medidas técnicas temporales" para ayudar al comercio, y que "estoy seguro de que, con un poco de buena voluntad y sentido común, todos estos problemas son eminentemente solucionables", dijo.