Televisión

La devaluación de todos los perdedores de La Familia de la tele, de Isa Pantoja a Valldeperas: "Vales lo que vale tu último dato"

David Valldeperas e Isa Pantoja

El intento de reconvertir el universo Sálvame en un baluarte de RTVE ha fracasado estrepitosamente. Lo que en un principio se presentó como una apuesta innovadora y audaz para revitalizar el contenido del corazón en la televisión pública terminó convirtiéndose en otro caso más de desconexión con la audiencia. El proyecto nació con grandes pretensiones pero el resultado fue catastrófico. Si la televisión es prueba/error.... Esto no ha sido una prueba.

Las consecuencias no se han hecho esperar, y muchos de los implicados en el programa han salido malparados, con trayectorias en entredicho y futuros profesionales cada vez más inciertos. "En televisión vales lo que tu último dato", sentencia Jorge Javier Vázquez. Pocas frases describen mejor la situación de algunos colaboradores que, tras años de éxito en pantalla, se han enfrentado de golpe a la pérdida de protagonismo, influencia y proyección pública. Los pésimos datos del equipo que dominó las tardes durante más de una década han sido demoledores. Con ellos se ha desplomado también su capacidad de influencia en la industria, su marca personal como comunicadores y su margen de maniobra dentro del medio audiovisual. El éxito del pasado no ha sido suficiente para garantizar su permanencia en una televisión pública que opera bajo otras lógicas. Además de las caras y los personajes conocidos que aparecen en pantalla hay otros responsables técnicos a quienes fuentes de RTVE señalan como responsables de un formato "caótico".

Valldeperas, en el ojo del huracán

Uno de los principales señalados por el fracaso ha sido David Valldeperas, director del fallido espacio. Algunas voces internas en la cadena pública lo responsabilizan directamente de la desorientación general del proyecto, que nunca logró consolidar una línea editorial coherente ni atractiva. A diferencia de otros espacios que se reformulan sobre la marcha con cierta efectividad, aquí los cambios no hicieron más que acentuar el desconcierto. La propuesta se transformó a golpe de urgencias, decisiones precipitadas y ajustes improvisados: demasiadas modificaciones que alumbraron una mezcla confusa de géneros, impidiendo atraer a un público definido. Lo que pretendía ser una reinvención valiente del género del corazón en un entorno público terminó convertido en un producto indefinido, sin alma, sin cohesión y sin rumbo claro. La identidad del programa nunca llegó a concretarse, y eso fue evidente desde los primeros minutos de emisión.

Golpe para los productores Óscar Cornejo y Adrián Madrid

También han salido mal parados los productores Óscar Cornejo y Adrián Madrid, creadores entre otros muchos formatos de Aquí Hay Tomate, Sálvame, Deluxe, Todo es Mentira, Chester, Socialité, Tentáculos, Ni Que fuéramos... y fundadores de La Fábrica de la Tele, Fabricantes Studio y actuales responsables de La Osa Producciones. Tras la traumática cancelación de Sálvame y el estrepitoso fracaso de Cuentos chinos, aspiraban a convertirse en proveedores clave de contenido para la nueva RTVE liderada por José Pablo López. Sin embargo, las expectativas generadas han quedado muy por debajo de lo prometido y de lo que se esperaba tras su desembarco en lo público.

Se han tenido que conformar con parte de la producción de las Malas lenguas de Cintora, que ha obtenido resultados algo más dignos que La familia de la tele, con presupuestos notablemente inferiores. También están detrás de otros espacios como El club de La Promesa, una apuesta de bajo coste y sin grandes pretensiones, que apenas logra destacar en la parrilla diaria.

El nuevo contexto tampoco favorece a los colaboradores que durante años fueron auténticos iconos del corazón televisivo en España. Lydia Lozano, Belén Esteban o Kiko Matamoros ya no son protagonistas de una televisión que ha dado un paso atrás en la apuesta por contenidos centrados en la vida privada de los famosos. El interés por los personajes de siempre parece haberse diluido, y su presencia constante en pantalla ha dejado de ser relevante para una audiencia que ahora consume otros formatos, en otras plataformas y con otros códigos. Fuentes de RTVE aseguran a este portal que "ese tipo de corazón está agotado en TVE", si bien mantienen el reducto de Anne Igartiburu, a mediodía los fines de semana, ampliado a una hora y media para competir de cara con Socialité y con Javi Hoyos de copresentador, como avanzamos, en lugar de Jordi González, que no regresa tras su drama de salud.

Tres fueron multitud

En el terreno de la presentación, el panorama es más diverso, pero igualmente complejo. Algunas fuentes sostienen que María Patiño mantiene contrato con la cadena, si bien ni RTVE ni la presentadora lo han confirmado. De ser así, ese estatus le proporcionaría cierta estabilidad laboral a corto plazo, aunque sin proyectos claros en el horizonte. Inés Hernand, aunque ha sufrido un revés importante, tras varios años intentando consolidarse como una figura joven y moderna dentro del ecosistema audiovisual público, "está en un momento ascendente", nos dice un directivo del sector. Si bien, en La Familia, su estilo desenfadado no encajó con el tono del programa ni logró conectar con una audiencia más tradicional.

Por su parte, Aitor Albizua, otro de los presentadores del fallido experimento, ha optado por refugiarse en Cifras y letras, alejándose por completo de un formato que no logró captar ni al público habitual de RTVE ni a los nostálgicos del universo Sálvame. Su paso por el programa ha sido percibido como un tropiezo en una carrera que venía creciendo con solidez. También ha salido perjudicada Isa Pantoja, quien abandonó su puesto en Vamos a ver (Telecinco) para protagonizar casi un docu-reality centrado en su maternidad. El proyecto, concebido para emitirse dentro de La familia de la tele, no verá la luz. Su fichaje por TVE no ha tenido la repercusión esperada, ni a nivel mediático ni profesional. La hija de Isabel Pantoja dejó Unicor y su colaboración con la productora de Ana Rosa Quintana por una oferta económica superior. Ahora, después de haber dado a luz, podrá seguir alimentando a los suyos con exclusivas, como la del nacimiento de su hijo. Pero su imagen también se ha resentido. Excompañeros como Joaquín Prat y Alessandro Lequio han criticado públicamente que abandonó Mediaset sin siquiera despedirse.

¿Modelo agotado?

Las razones del fracaso son múltiples, pero todas confluyen en un punto común: la incapacidad de adaptar un modelo claramente agotado a un nuevo contexto mediático y cultural. El corazón al estilo Sálvame no interesa al público de La 1, más habituado a seriales, concursos familiares y magazines amables. La fórmula que arrasó durante años en Mediaset no encuentra ahora espacio en una televisión pública con otras prioridades y otro lenguaje. A esto se suma un estreno mal planteado, lleno de prisas, indefiniciones y una estructura caótica. Demasiados presentadores compartiendo espacio, formatos cambiantes, horarios variables y un enfoque sin claridad estratégica acabaron por desactivar cualquier posibilidad de éxito. Lo que prometía ser una nueva etapa para los protagonistas de un fenómeno televisivo histórico ha acabado siendo un recordatorio de que el tiempo en pantalla es finito. La frase de Jorge Javier Vázquez vuelve a resonar con fuerza: en televisión vales lo que vale tu último dato. Y ese dato, en este caso, ha sido demoledor.

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