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La juerga de Carlos Alcaraz con J Balvin tras ganar en Nueva York: "Necesito desconectar"

La noche neoyorquina se convirtió en una fiesta para Carlos Alcaraz, que celebró a lo grande su segundo título en el Abierto de Estados Unidos. Rodeado de su equipo más cercano, de su familia y de un grupo reducido de amigos, el tenista murciano disfrutó el domingo de la victoria con champán, abrazos y muchas sonrisas. Horas después de levantar el trofeo en el estadio Arthur Ashe, el nuevo número uno del mundo se tomó un respiro para compartir sus impresiones con la prensa española. Entre la euforia del triunfo y el cansancio acumulado de una quincena extenuante, el jugador dejó claro que su próxima meta inmediata no pasa por una pista de tenis. "Necesito desconectar", confesó.

Alcaraz, de 22 años, bromeó sobre su aspecto y dijo que el cambio de look prometido tendrá que esperar. "No he podido, no me ha dado tiempo aún. ¿Platino? ¡Ahhh, sorpresa!", se reía.

El número 1 habló con sinceridad de lo que considera esencial para mantener el éxito. "Los triunfos ayudan mucho, está claro, pero yo necesito equilibrio. Me gusta disfrutar con mi familia, con mis amigos, estar tiempo en casa. Eso es lo que me hace feliz", señaló. En su opinión, la clave no es solo entrenar o competir sin descanso, sino aprender a detenerse. "Si no te paras y haces eso, no consigues ese balance. Incluso durante los torneos hay que saber desconectar para luego conectar en la pista y dar lo mejor".

Ese balance, admite, no siempre ha sido sencillo de encontrar en medio de la fama y las expectativas. "El hecho de ser conocido siempre lo he llevado bien, pero cada paso que doy me hace más conocido. Eso tiene pros y contras. Ahora lo llevo mucho mejor que antes", afirmó. El murciano reconoce que en sus primeros éxitos todo era nuevo y que la exposición le resultaba más difícil. "Poco a poco voy sabiendo gestionarlo. Creo que es clave haber madurado gracias al paso de los años".

El aprendizaje también ha alcanzado su faceta deportiva. Alcaraz asegura que ahora presta más atención a los detalles que marcan la diferencia. "Me estoy cuidando un poquito más con la comida, la suplementación y el descanso. Todo eso es muy importante para luego dar lo mejor en la pista". Pero a pesar de los sacrificios, establece un límite claro: "No pasaría por perderme el tiempo en casa. Si veo que no estoy disfrutando con mi familia y mis amigos, haré lo que sea para recuperarlo. Si no cuido eso, dejo de estar bien".

Curiosamente, no se define como un jugador excesivamente exigente consigo mismo. "Soy menos exigente ahora, incluso cuando pierdo. Obviamente quiero ganar y antes de cada torneo digo que voy a intentarlo, pero si no lo consigo, intento salir orgulloso. En Wimbledon perdí, pero aprendí y salí contento porque había motivos para estarlo". Para él, la verdadera exigencia no está en el resultado, sino en dar lo mejor en cada día de competición.

El campeón no es ajeno a lo que ocurre en su país. Desde Estados Unidos, siguió con preocupación los incendios de este verano y las secuelas de la dana que afectó a varias regiones. "En algunas zonas no lo están pasando bien. Si tienen un rato para verme jugar, yo intento hacerlo lo mejor posible para que se puedan distraer, aunque sea un poco, o incluso disfrutar si puede ser".

Con seis Grand Slams ya en su palmarés y el número uno recuperado, Alcaraz piensa en su próximo gran desafío: el Abierto de Australia. "Quiero completarlo para lograr el Grand Slam de carrera. No me importa si soy el primero o el segundo en hacerlo, solo quiero conseguirlo. Ojalá sea el próximo año", señala con ambición.

Tras la celebración en Nueva York, el murciano ya tiene clara su receta para crecer: parar, disfrutar y volver con más fuerza.

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