Lo que debía ser una jornada histórica de tenis se ha visto alterada por un invitado inesperado: Donald Trump. La esperada final del US Open entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, programada para las ocho de la tarde, hora peninsular, en la Arthur Ashe Stadium, comenzará con 30 minutos de retraso debido a la presencia del presidente estadounidense, cuya asistencia obliga a implementar estrictas medidas de seguridad que ralentizan el acceso de los espectadores.

El retraso se produce porque, minutos antes del inicio previsto, miles de aficionados permanecen aún en el exterior del recinto sin poder acceder. El dispositivo especial desplegado por el Servicio Secreto, encargado de la seguridad de Trump, establece controles adicionales, registros más exhaustivos y cortes de circulación en las inmediaciones del complejo de Flushing Meadows.

Aunque la organización del torneo intenta agilizar el proceso, la entrada masiva de público queda parcialmente bloqueada, generando malestar entre algunos de los asistentes y obliga a retrasar el arranque del encuentro para garantizar que la pista central esté llena.

La prioridad absoluta es la integridad de jugadores, aficionados y personal. No obstante, la polémica no se ha hecho esperar: en redes sociales, numerosos usuarios critican que la presencia de un político condicione el desarrollo de una de las citas deportivas más importantes del año.

Para los protagonistas, el parón no pasa desapercibido. Tanto Alcaraz como Sinner, que habían concluido su calentamiento en los vestuarios, ha tenido que prolongar rutinas físicas y psicológicas a la espera de poder saltar a la pista, aunque ninguno de los dos ha señalado directamente a Trump.

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