Las cosas no pintan bien para María Patiño, y eso que este viernes 15 de agosto cumplió 54 espléndidos años. Por un lado, está bastante cabreada y decepcionada con quienes, durante muchos años, han sido su familia. Por otro, está preocupada.

¿Pero qué inquieta, atormenta y perturba a María Patiño? La periodista ferrolana ha visto cómo, de ser una de las grandes, ha pasado a encontrarse sin trabajo, al menos en el medio que la convirtió en estrella. María creó una familia en la que sus jefes, Óscar Cornejo y Adrián Madrid —dueños de la productora La Fábrica de la Tele—, eran como sus padres. Pero ahora sabe que ellos han decidido abandonarla. Al menos, de momento, para ellos la gran María Patiño es un producto agotado.

De hecho, según cuentan a Informalia, La Osa —nombre actual de la productora que creó Sálvame y su universo, así como el fiasco de La Familia de la Tele— tiene varios proyectos en ciernes en los que, en principio, no tienen previsto contar con Patiño. Por ahora, intervienen en la producción de dos espacios diarios: Malas Lenguas, con Jesús Cintora, y el nuevo programa de Marta Flich, que, por cierto, tendrá de copresentador a un hombre muy conocido del que no podemos adelantar su identidad.

Óscar Cornejo y Adrián Madrid abandonan, de momento, a Patiño, pero cuentan, en cambio, con Belén Esteban y los dos Kikos (Kiko Hernández y Kiko Matamoros). Incluso Carlota Corredera —la gran sacrificada y denostada por los dueños de la antigua Fabricantes Studio— ha vuelto al redil, aunque solo sea para presentar un programa en una cadena de TDT cuya repercusión no es la que ofrecen grandes como RTVE, Mediaset o Atresmedia. Pero ahí está.

María Patiño sabe que, al menos en este momento, no tiene cabida en la televisión como presentadora fuera del universo Sálvame. Está muy marcada. En los últimos años dejó su papel de periodista incisiva, valiente y rigurosa para asumir el rol que La Fábrica quiso para ella y convertirse en un producto televisivo que actuaba con aparente irracionalidad emocional, una especie de personaje, asumiendo en ocasiones las tesis que interesaban a sus jefes y atacando a menudo a todo aquel que no pensaba más o menos como ella. Dejó de ser periodista —una de las mejores del corazón— para convertirse en uno de los guiñoles de ese circo que tan bien rentabilizaron la cadena y los productores, que son multimillonarios gracias a esos éxitos de audiencia tan duraderos.

Para algunos expertos del sector, el sacrificio de Patiño la ha convertido casi en un meme. Y esto le está pasando factura a la hora de reinventarse en el mundo de la crónica social, que ahora apuesta por contenidos alejados de la etapa en la que reinaron Patiño y sus compañeros de aventura, para evolucionar hacia otros asuntos, tonos, personajes y temáticas.

En este sentido, Gema López —a quien siempre se ha comparado con Patiño, incluso diciendo que quería ser como ella— ha sido más previsora. Ella sigue en su papel de periodista, ahora como presentadora, pero nunca quiso entrar en el juego de Sálvame, a pesar de que lo intentaron. De hecho, fue penalizada por ello y su presencia en Sálvame y Sálvame Deluxe fue reducida como castigo por no querer participar en el "circo" tal y como lo concebían los de arriba: por no exponer su vida real en pantalla.

Pero esto no es todo. Lo que realmente inquieta a Patiño, lo que —nos dicen— la atormenta y la perturba, es un disparo directo a su ego, mucho más grande que su currículum profesional. Ella sabe que, durante varias semanas, han circulado por las revistas unas fotografías suyas en bikini en la playa. Y lo sabe perfectamente porque, como cada año, se deja fotografiar en Fuerteventura, por decirlo de una manera políticamente correcta. Allí tiene una casa y, todos los veranos, le hacen fotos, siempre del mismo fotógrafo. Pero al grano: esas fotos, a pesar de llevar varias semanas en el mercado, no las ha querido ninguna revista, al menos no por el precio que se pedía. ¿Y qué significa eso?

María Patiño conoce como nadie el mercado del corazón y sabe perfectamente que las revistas publican solo aquello que interesa a sus lectores. Pues bien, las cuatro revistas más importantes consideran que, para sus lectores, María Patiño no interesa. Es decir, acaba de darse cuenta de que no solo es un producto agotado para Óscar Cornejo y Adrián Madrid —y para José Pablo López, presidente de RTVE—, sino también para los directores de las revistas. Y eso, para ella, es un drama, porque sabe perfectamente que hay que dejarse ver, y que salir en las revistas es el mejor escaparate para estar presente y llegar al gran público. Y si ni las revistas ya la sacan, la señal es muy mala para ella.

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