Casas Reales

Confirmado: La responsable de la demanda del Emérito a Revilla fue su hija Elena: "¡Defiéndete, papá!"

La infanta Elena saluda a su padre con este insólito gesto

En ambientes políticos, en los salones y en las redacciones de muchos medios de comunicación, todavía se comenta con asombro y estupor la demanda del rey Juan Carlos contra Miguel Ángel Revilla, en la que le reclama 50.000 euros por supuestas manifestaciones injuriosas realizadas por el ex presidente cántabro entre mayo de 2022 y enero de 2025. Ha sido una noticia tan inesperada como impactante. El emérito y el ex político eran amigos cercanos y hasta confidentes. Revilla admiraba al antiguo monarca, y Juan Carlos I tenía confianza en este peculiar personaje, que caía bien a mucha gente y presumía de no casarse con nadie.

Hasta que Revilla se llevó la desilusión de su vida al descubrir que el padre del actual jefe de Estado no se había comportado con la ejemplaridad que exigía en sus discursos de Nochebuena, por mucho que esquivara condenas o multas por prescripción de las presuntas fechorías, porque el Rey era inviolable durante su mandato o porque regularizó su situación con Hacienda. Revilla explotó contra Su Majestad cuando se publicó que el marido de doña Sofía tenía una fortuna en paraísos fiscales, dejaba su país para no responder por su situación económica y había consentido (con el conocimiento de varios ex presidentes del Gobierno) que el dinero de los españoles se destinara secretamente a pagar o vigilar a sus amantes. Eso es lo que, en resumen, el político ha venido diciendo estos últimos años en declaraciones a los medios y en platós de televisión.

Por otra parte, es lo mismo que han publicado en la prensa (no solo de este país) de diferentes tendencias, en libros de distintos autores, y no siempre antimonárquicos, y lo que han reconocido amantes del antiguo monarca, como Bárbara Rey o Corinna Larsen, al desvelar los millones recibidos del rey a lo largo de los años. "¿Por qué no demanda a escritores, políticos, periodistas o amigas íntimas que han dicho lo mismo, y en cambio me demanda a mí?", se preguntaba Revilla con lágrimas en los ojos, en su comparecencia ante los medios.

Por qué la demanda de Juan Carlos I contra Revilla es un boomerang mediático y judicial contra el antiguo monarca

Sin embargo, en muchas columnas de opinión se ha hecho otra pregunta: ¿Qué insensato habrá malaconsejado al rey denunciar a un político tan popular y tan presente en los programas de televisión de mayor audiencia? ¿Quién le habrá animado a meterse en semejante lío, que solo va a provocar poner de nuevo el foco en los turbios asuntos que provocaron su marcha, cuando además ya estaba amortiguado el impacto de aquellos escándalos y se iba normalizando cada visita a España?

Juan Carlos I nunca vio en su primogénita una persona adecuada para reinar pero parece que ahora cree en su buen criterio cuando sigue sus consejos

Pues bien, fuentes cercanas a la familia de Juan Carlos I aseguran a Informalia que la persona que desde hace tiempo le ha dicho al rey que se querelle contra Revilla ha sido la infanta Elena, la hija y familiar más cercana al rey, quien le lleva repitiendo desde hace tiempo: "Defiéndete, papá, tienes que defenderte". Una iniciativa sin mucho recorrido, según la opinión de algunos jueces y fiscales consultados, quienes, en privado, consideran que las opiniones del político se refieren a hechos ya conocidos, emitidos además en su derecho a la libertad de expresión y sobre una persona no ya solo de relevancia pública sino de relevancia histórica. Esta inesperada iniciativa del rey Juan Carlos coincide con su ausencia de España desde hace más de cuatro meses, a pesar de que se le esperaba en la reciente regata celebrada en Sanxenxo, ya que había confirmado su participación. Gentes cercanas a la organización aseguraron a Informalia que el emérito no había acudido porque estaba haciéndose una revisión en Suiza: "Se está cambiando las pilas", nos dijeron con cierto humor pero refiriéndose, literalmente, a la puesta al día de algún aparato que lleva en su interior el emérito, algo muy natural cuando le faltan menos de tres años para llegar a los 90. Veremos si en la próxima cita náutica de finales de abril en aguas de Galicia el rey regresa para competir. Está claro que, si sus últimas visitas habían pasado ya casi desapercibidas, después de su desafío a Revilla su presencia volverá a despertar esa gran expectación mediática que tanto desagradó en el Palacio de la Zarzuela.

Resulta curioso que esta demanda, que puede hacer más daño que beneficio al emérito, haya sido inducida por la infanta Elena. Recordemos la conocida conversación, hace ahora medio siglo, entre don Juan Carlos y Adolfo Suárez, sobre la posibilidad de que la primogénita se convirtiera en heredera y más tarde en Reina de España.

Una semana después de la muerte de Franco, el 27 de noviembre de 1975, Juan Carlos I se convierte en la iglesia de San Jerónimo de Madrid. Una de las condiciones del sucesor designado por el dictador para apoyar al nuevo gobierno constitucional, parlamentario y monárquico fue que Elena no reinara.

Se ha contado en varias ocasiones la escena del rey Juan Carlos discutiendo acaloradamente con el presidente Adolfo Suárez para imponer en la Constitución la (vigente) superioridad dinástica masculina sobre la primogenitura femenina, un artículo que es una excepción porque contradice a la propia Carta Magna, que en su artículo 14 afirma que se "garantiza la igualdad de los españoles ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión".

Adolfo Suárez intentó abogar por "los nuevos tiempos" ante el Rey, pero don Juan Carlos no cedió y contestó categórico: "¡Una mierda para los nuevos tiempos! ¡Elena no puede respirar y punto en boca! ¡No tengo que dar más explicaciones!", según publicó Pilar Eyre. La verdad es que nunca nunca las dio, y Elena, la primogénita que hoy le acompaña a los toros, que le visita en Sanxenxo y en su residencia de Abu Dabi, y que le ha aconsejado que demande a Revilla, se quedó para siempre sin corona. Parece que, a los 87 años, don Juan Carlos ha cambiado y ahora sí confía en el buen criterio de su hija mayor, aquella a la que nunca vio como reina.

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