Casas Reales

Federico y Mary de Dinamarca, de paseo agarrados de la mano en su vuelta a casa: y aquí no ha pasado nada...

Australia y Nueva Zelanda. Hasta allá se marchó Mary, que ponía tierra de por medio huyendo de las cámaras. Quería la princesa salir del foco mediático y refugiarse en su familia australiana, después de que el huracán Genoveva Casanova y esas fotos de la mexicana con Federico de Dinamarca paseando por Madrid dieran la vuelta al mundo. Su viaje a las antípodas dio resultado. Su marido se unió a ella en ese viaje intenso y emocional y se obró el milagro: que la abogada regresara a Copenhague antes del 25 de diciembre.

Misión cumplida. Federico de Dinamarca ha conseguido el más difícil todavía: el perdón de Mary. La princesa, refugiada en su Australia natal desde primeros de diciembre, ha decidido regresar a palacio con sus hijos y sus marido. Juntos han reaparecido en la ciudad danesa de Aarhus en una especie de photocall ensayado: en las puertas de catedral, el 24 de diciembre y minutos antes de asistir a la misa. El escenario, muy escogido, acompañaba para componer una idílica imagen familiar de la casa real. Juntos, de la mano y sonrientes. Mary, ideal, moderna, caminaba junto a su marido. Repitieron la escenificación el día después. Mismo lugar, mismas imágenes. Armonía y unión. Junto al matrimonio, sus cuatro hijos, Christian, Isabella y los mellizos, Josephine y Vincent.

Lo cierto es que los deseos de la Margarita pasaban por ver a su hijo y a su mujer juntos esta Navidad y la Reina ha visto cumplidas sus añoranzas. Y eso que los índices de popularidad del heredero han bajado mucho tras el seísmo mediático que ocasionaron las fotos de su amistad con Genoveva.

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