Empresas y finanzas

La demanda de agua baja más de un 6% desde que arrancó la crisis

  • En poblaciones turísticas el desplome supera el 20% y no se recupera
  • Los operadores del servicio sufrirán por la fuerte caída del segmento industrial
  • El menor consumo aumenta el caudal en las redes, sube su presión y propicia más fugas
Foto: Archivo.

Tomás Díaz

La demanda de agua, uno de los indicadores de consumo más estables, se ha reducido más de un 6% desde que el mes de marzo estallara la pandemia, con relación al mismo período del año pasado. El consumo de los hogares ha experimentado un leve incremento, pero el de la industria ha llegado a bajar un 18% en abril y se mantiene por debajo de lo normal. Particularmente grave es la situación en las localidades turísticas, donde se ha hundido más de un 20% con la llegada del verano y la falta de visitantes.

La afección de la crisis económica provocada por la Covid-19 en la demanda de agua urbana es muy difícil de calcular; el servicio es responsabilidad de los municipios o las comunidades autónomas, hay unos 2.500 sistemas de gestión independientes, y las entidades y las empresas que lo prestan no tienen la obligación de informar sobre su evolución.

Sin embargo, la patronal del sector, la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (Aeas), ha recabado datos muy representativos sobre los volúmenes de líquido elemento suministrados por los operadores desde el inicio de la crisis sanitaria. Además de aportar nueva información sobre la magnitud del impacto del coronavirus, auguran una revisión tarifaria -o la aportación de fondos por otras vías- allí donde el consumo se ha desplomado, afectando a la recaudación, impidiendo cubrir los costes del servicio y provocando un agujero en las cuentas de los operadores.

La demanda de agua urbana sigue una tendencia descendente del 2% anual desde 2008, por la mayor eficiencia del sistema y por la implantación de medidas de ahorro, pero la pandemia ha llevado a triplicar ese porcentaje desde el pasado mes de marzo: con cálculos de los suministros correspondientes a 32 millones de habitantes, y con relación a los mismos meses de 2019, la demanda total de agua urbana se ha reducido una media del 6,3% hasta junio, con la mayor reducción, del 8,7%, en abril.

En el hogar sube o sigue igual

El consumo de los hogares se ha mantenido o ha aumentado ligeramente por los confinamientos y el teletrabajo, aunque se han registrado cambios en el patrón de consumo diario: la punta de la mañana se ha retrasado una hora y media y se ha aplanado la curva de la demanda matutina, manteniéndose igual la nocturna.

En cambio, los consumos industriales y comerciales, afectados por las restricciones a la movilidad, la contracción de la demanda y los cierres obligatorios, se han reducido notablemente, tocando suelo en abril, cuando se produjo la hibernación de la economía, con una bajada 18,2%.

Desde entonces, las necesidades de comercios e industrias -representan más del 25% del consumo urbano- se han recuperado, pero no han alcanzado las cotas normales: en mayo se quedaron un 4,6% por debajo y en junio volvieron a caer, hasta situarse en un 5,7% menos de lo habitual.

Caso aparte es el de las zonas turísticas. Con datos de poblaciones con unos tres millones de habitantes censados, la demanda se hundió un 21,9% en abril, se recuperó con fuerza en mayo -aun así, estuvo un 14,5% por debajo de lo normal- y se volvió a desplomar un 20,5% en junio, mes en el que ya se registraba una relevante afluencia de visitantes en años anteriores.

El desplome de la demanda industrial tendrá un impacto directo en las cuentas de resultados de los prestadores de los servicios, puesto que las tarifas "no domésticas" suelen ser más elevadas que las domésticas, atendiendo a que es un uso económico, frente al uso vital doméstico, amparado por el Derecho Humano al Agua. Según el último estudio de Aeas, en 2018 el metro cúbico doméstico costaba 1,04 euros sin IVA, mientras que el no doméstico ascendía a 2,48 euros, es decir, casi dos veces y media.

En consecuencia, el impacto económico de la reducción de la demanda sobre los operadores, públicos o privados, va a ser importante, y probablemente deban recibir ingresos adicionales. Además, entre el descenso de la demanda y el aplanamiento de la pauta de consumo doméstico, la presión en las redes ha crecido -contienen un caudal mayor-, lo que aumenta las pérdidas de agua en las fugas existentes y propicia la aparición de otras nuevas, reduciendo los rendimientos de las redes e incrementando los costes de mantenimiento.