Banca y finanzas

Francisco González cede a la presión y deja temporalmente sus cargos en BBVA un día antes de la junta


    Fernando Tadeo, Eva Díaz

    Dos meses y medio. Eso es lo que ha durado la presidencia de honor de BBVA de Francisco González, después de que haya dejado su puesto de distinción como consecuencia del caso Villarejo de manera temporal. Su situación era insostenible después de conocerse que la entidad, bajo su madato, contratara los servicios del excomisario José Villarejo para desmontar la operación de asalto de Sacyr de finales de 2004 y principios de 2005, para investigar al constructor Fernando Martín en 2009 y para indagar hechos sobre Ausbanc entre 2012 y 2017.

    Los trabajos del exinspector derivaron en presuntas escuchas irregulares y masivas a importantes empresarios y políticos, de las que al menos la dirección jurídica era consciente de las mismas.

    La salida de González tiene lugar un día antes de se produzca la junta general de accionistas, que se avecina tormentosa por estos casos, que están siendo analizados por la Audiencia Nacional. Con su marcha, el presidente ejecutivo Carlos Torres pretende aligerar la carga de las críticas y la presión de los socios en la que será su primera asamblea como máximo responsable del grupo.

    Precisamente hoy el exvicepresidente de la CNMV Carlos Arenillas ha presentado la que es la tercera querella contra la entidad y los responsables del espionaje, al sentir vulnerados los derechos de intimidad y por atentar contra cargos públicos. Con anterioridad ya habían denunciado el expresidente de Sacyr, Luis del Rivero, y los exdirectivos de BBVA, Vicente Benedito y José Domingo de Ampuero.

    González fue designado el pasado 20 de diciembre presidente de honor por parte del consejo de administración

    Los estatutos y la guía ética obligan a todos los trabajadores y sobre todo a la cúpula llevar a cabo en todo momento acciones ejemplares que no supongan la comisión de delitos, pero que tampoco pongan en riesgo la reputación e imagen.

    González fue designado el pasado 20 de diciembre presidente de honor por parte del consejo de administración como premio a su labor como máximo ejecutivo del banco en los últimos dos decenios, desde 1996 cuando accedió a la presidencia de Argentaria hasta el 31 de diciembre de 2018.

    El banquero de Chantada decidió en septiembre anunciar su jubilación anticipada. Podía haber permanecido al frente de BBVA hasta finales de 2019, tras cumplir los 75 años. En algunos círculos se da por hecho que el adelanto de su marcha se debe al caso Villarejo, que está siendo investigado por la Audiencia Nacional y por la propia entidad desde la primavera de 2018.

    A pesar de las consecuencias que podría acarrear la red de espionaje, González aceptó el cargo honorífico que el banco le brindó, pero su duración ha sido muy limitada tras la revelación pública de los contratos a las empresas de Villarejo. Por la operación de asalto de Sacyr, que contaba con el beneplácito del Gobierno socialista de entonces, BBVA abonó algo más de medio millón de euros al excomisario. Con posterioridad, el banco pagó al menos otros 10 millones por otros servicios.

    Un informe cada 10 o 15 días

    De las escuchas se deprende como González estaba al tanto de los trabajos que realizaba Villarejo. El expresidente de BBVA reclamaba un informe cada 10 o 15 días sobre las labores que iba realizando Cenyt con el fin de poder conocer los pasos de Sacyr en su intento por hacerse con el control del banco y que hubiera supuesto su cese fulminante.

    En los últimos meses la presión para que dejara el cargo de honor ha ido in crescendo. Desde el BCE se ha instado al consejo de la entidad a que pusiera fin a la crisis de reputación y buen gobierno que estaba

    sufriendo, algo en lo que coincidían distintas miembros del máximo órgano de administración. El Banco de España también ha pedido rapidez en cerrar este capítulo cuanto antes e, incluso, el gobernador Pablo Hernández de Cos ha decidido no defender al banquero públicamente.

    El nuevo presidente ejecutivo, Carlos Torres, ha ejercido de enlace para reclamar a González su marcha voluntaria para evitar que el consejo llegara a adoptar una decisión drástica y le retirara la distinción, pero públicamente siempre ha defendido su inocencia, vinculando incluso su futuro al desarrollo de los acontecimientos. Durante estos dos meses y medio el ejecutivo gallego ha resistido a toda la presión tanto externa como interna, pero finalmente ha caído.

    Hoy, en un carta remitida al propio Torres, González renuncia a su cargo de manera temporal. En la misiva agradece al consejo de administración su afecto y sostiene que abandona hasta que culmine la investigación del caso para que "no se utilice su persona para hacer daño a la entidad". En la misma, además, ataca a los medios de comunicación "por una larga y continua agresión" en el último año.