Vivienda - Inmobiliario

Auge y caída del gigante del co-working: la crisis del inmobiliario empuja a WeWork a la quiebra

  • Llegó a valer 47.000 millones y su capitalización es ahora de 137 millones
  • Ha impagado los intereses de varios de sus bonos y está en periodo de gracia
  • Está negociando una reestructuración y ver quién se queda con el control
WeWork está al borde de la quiebra. Foto: WeWork.

Carlota G. Velloso

La quiebra de WeWork es inminente. Tras incumplir los pagos a sus bonistas, estos le han concedido unos días más de periodo de gracia, aunque el suyo parece un final anunciado. Su imperio de oficinas llegó a estar valorado en 47.000 millones de dólares y ahora se reduce a los 137 millones de capitalización. La pandemia y el teletrabajo, los elevados tipos de interés y la crisis del inmobiliario comercial están dando la estocada final a la firma de co-working.

A principios de octubre, WeWork no pagó los 6.400 millones de dólares en intereses que le tocaba abonar por varios de sus bonos y entró en un periodo de gracia de 30 días. Mientras, ha estado negociando con todas las partes implicadas una nueva estructura de capital, proceso en el que sigue trabajando y que no se ha cerrado. Como continúan las conversaciones, ese plazo excepcional que finalizaba este martes, se ha extendido otros siete días, ha notificado la firma. Se espera alcanzar una solución y, entonces, cerrar su reestructuración ya habiéndose acogido a la bancarrota.

En su intento de alcanzar un acuerdo, la compañía con sede en Nueva York también está intentando reducir los metros cuadrados que gestiona, explica. Según sus últimos resultados de la primera mitad del ejercicio, cuenta con 777 localizaciones que subarrenda en 150 ciudades y 39 países. Algunos de los edificios de oficinas son suyos en propiedad, aunque su modelo de negocio se basa en cerrar alquileres a largo plazo y realquilarlos a corto, con la flexibilidad que proporciona un co-working.

Sin embargo, WeWork ahora está atrapado en su agresiva estrategia de expansión. La firma tiene localizaciones premium, donde las rentas están entre las más caras de sus respectivas ciudades. Por ejemplo, sus oficinas en Madrid están en la Castellana, Goya y Chamberí. En Nueva York, la gran mayoría de los espacios que comercializa están en Manhattan. Sin embargo, no logra clientes suficientes para los puestos de trabajo que tiene disponibles y la ocupación de sus oficinas está al 72%, según sus cuentas más recientes.

El coronavirus y el teletrabajo han provocado que la demanda de metros cuadrados corporativos haya caído. Las empresas están reduciendo el espacio que necesitan para sus plantillas. Los puestos remotos han llevado la flexibilidad del co-working a otro nivel y ahora apenas se necesita un ordenador portátil para conectarse desde casa. Mientras, las empresas que sí siguen buscando alquileres para periodos cortos suponen otra vulnerabilidad, ya que los contratos de WeWork no están asegurados a largo plazo y su facturación tampoco.

La menor demanda y los elevados tipos de interés están lastrando el inmobiliario comercial y WeWork es un claro ejemplo de ello. Las empresas del sector están viendo cómo bajan los ingresos que reciben por sus inquilinos mientras se dispara el coste de la deuda.

Según la consultora especializada en real estate comercial Trepp, la empresa tiene 112 préstamos. Según S&P Global, decenas de ellos, 21, son actualmente CMBS (Commercial Mortgage-Backed Securities, en inglés) y esto significa que sus hipotecas se han comercializado en paquetes con otros préstamos y se han vendido a terceros, quienes están ahora expuestos al impago. La de rating le da una calificación crediticia de grado especulativo, CCC.

Su situación dista mucho de lo que era en 2019. Entonces, la compañía era privada y su principal dueño, el conglomerado japonés SoftBank, entró en una ronda de financiación que valoraba la compañía en 47.000 millones de dólares. Las inauguraciones de oficinas eran constantes en todo el mundo. Casi cuatro años después y con la salida a bolsa mediante, su capitalización es de 137 millones, según su último cierre. Sus acciones, desde sus máximos en abril de 2021, se han desplomado un 99,5%. Es decir, la compañía ha borrado casi todo su valor, de los 548 dólares por título a los 2,5 dólares. En este punto, está intentando reducir suelo a toda costa.

Sus propietarios, acreedores y, en general, su estructura de capital, está negociando quién se quedará con las llaves de WeWork y, mientras, siguen corriendo los plazos. SoftBank tiene el 71,9% de la compañía y el resto de participaciones son inferiores al 3,5%.

La empresa que soñaba con ser el gigante del co-working hace solo unos años es ahora una compañía al borde de la quiebra. Queda por ver su viabilidad futura y si un acuerdo de reestructuración puede salvar a la neoyorquina de la crisis del inmobiliario comercial.