Sanidad

Sanidad colecciona errores en mitad de la pandemia

  • El ministro cambió ayer de parecer y la prueba serológica ya no es clave
Salvador Illa, ministro de Sanidad. Foto: Efe

Javier Ruiz-Tagle

El 24 de abril se cumplieron 40 días desde que se decretó el estado de alarma, una cuarentena en la que se han visto muchas decisiones erróneas y cambios de parecer en el Ministerio de Sanidad cuando más falta hacía la determinación y experiencia.

Al comienzo hubo errores y precipitación en las compras de material sanitario, con algunos episodios más graves como las mascarillas defectuosas, que han provocado el contagio de muchos médicos. Tampoco se usó el potencial de la sanidad privada, que, en el momento más agrio de la pandemia, con los hospitales saturados, disponían de 2.000 camas UCI vacías. Y se terminó topando un precio para las mascarillas, que ha dejado en una situación delicada a algunas farmacias.

Los primeros días fueron los destinados por el Ministerio de Sanidad para proveer el material sanitario que necesitaban los hospitales y los profesionales. Los contratos, que vieron la luz el pasado martes, reflejan estrés y desconocimiento del mercado. Empresas de sectores tan poco relacionadas con la sanidad como la construcción, la asesoría laboral, la gestión de bases de datos, la alimentación o la cosmética fueron los encargados de traer (cuando lo hicieron) respiradores, test, utensilios para utilizar estos últimos, o mascarillas.

Al observar los contratos hay un dato que es muy llamativo. Dos empresas (Quevedos Strategy, HongKong Travis) fueron contratadas alrededor del 20 de marzo para traer 950 respiradores y 720 aún no están en España y no estarán todos hasta el mes de junio. No es que esté mal tener fondo de armario (sobre todo porque es cierto que la oferta de la empresa vasca Quevedos es de las más ajustadas en precio), es que la necesidad era que estuvieran entre marzo y abril. Además, y posiblemente por la tardanza en disponer del material, Sanidad también contrató con Hyperin (empresa de construcción) 144 respiradores para su entrega inmediata que nunca llegaron.

La situación fue tan dramática que la única salida pública que se le dio hasta entonces a Pedro Sánchez, más allá de las salas de La Moncloa, fue en Móstoles el 3 de abril. Fue a la fábrica Hersill para ver cómo hacían los respiradores que un día antes Sanidad atinó a contratar a razón de 100 diarios.

Días antes, el 23 de marzo, los médicos intensivistas dieron la voz de alarma señalando que no había camas UCI y estaban cribando pacientes respondiendo a diferentes criterios clínicos. No había tampoco respiradores para el aluvión de pacientes que llegaban esos días, sobre todo en Madrid, Cataluña o Castilla-La Mancha. Al unísono, varias voces de la sanidad privada avisaban de que tenían espacio disponible (algo más de 2.000 camas con sus respiradores) en comunidades donde el Covid-19 no estaba siendo tan agresivo. Ni comunidades, ni Sanidad utilizaron esos espacios, y eso que para el traslado de pacientes se supone que existía un AVE medicalizado. En su lugar, se montaron hospitales de campaña.

Mascarillas y test falsos

Las compras que se hicieron en aquellos primeros momentos también provocaron caos en las siguientes fases de la pandemia. Uno de los más graves es el caso de los 2,1 millones de mascarillas adjudicadas a Garry Galaxy. Este contrato está incluido con otros dos proveedores que también dispensaron mascarillas y, en total, se pagaron 31,3 millones de euros. Además del grave perjuicio de salud causado, estas mascarillas se pagaron a 3,56 euros la unidad, uno de los precios más caros en comparación con el resto de contratos.

Los test fueron otra de las decepciones en las compras de Sanidad. El Ministerio adjudicó a un precio muy elevado a una empresa de cosmética unos test rápidos que llegaron mal y que, además, no eran los más idóneos para la estrategia de cribado. Estos test comprueban con una sensibilidad baja (aún incluso aunque hubieran llegado sin estar defectuosos) en comparación, por supuesto, con los PCR, pero tambiñen con los test rápidos por anticuerpo. De hecho, la mezcla de estos dos últimos es la recomendada por el propio Ministerio en sus documentos oficiales de manejo del coronavirus. Además, dos días después de firmar estos test defectusos llegaron a un acuerdo con la empresa Hans Biomed para traer cinco millones de test por anticuerpo por 7,7 euros la unidad, casi 20 euros menos.

Protección para las personas

Para comenzar esa fase de desescalada, las mascarillas es un elemento básico cuando no se pueda guardar la distancia mínima de un metro (lo aconsejable son dos metros). Ha habido muchos titubeos a nivel internacional, pero las declaraciones del propio Gobierno diciendo que van a estar en las farmacias es síntoma de que las consideran, si no esenciales, sí recomendables. El problema para algunos establecimientos ha venido con la decisión de fijar un precio máximo. Durante principios de abril fueron varios los que se abastecieron por si la ciudadanía reclamaba mascarillas, pero lo hicieron a un precio mucho más alto que esos 0,96 euros. Sin embargo, también es cierto que las principales distribuidoras del país surten desde el lunes a las farmacias a un precio inferior al topado.

Desde que el 7 de abril se anunciara un estudio para comprobar la incidencia del coronavirus en España, el Gobierno ha condicionado a sus resultados la velocidad de la desescalada, así como su comienzo. Hasta el viernes, Salvador Illa habló de otras variables que serán determinantes y que aluden a la casuística de casos y su evolución hospitalaria para abrir en mayor o menor medida los territorios. Al mismo tiempo, dijo que no será necesario esperar a conocer los resultados finales de ese "ambiocioso estudio" para comenzar la desescalada y que se ofrecerán datos al terminar cada una de las tres oleadas de las que consta. "Se puede usar como un indicador más para ir guiando la transición", dijo.

Por tanto, el estudio serológico ya no será la clave de bóveda para la desescalada. Aún así, Illa contradijo las palabras que él mismo pronunció en el Congreso de los Diputados en relación a su comienzo. "Comenzará el lunes en la mayoría de comunidades. No se ha retrasado, es que es muy ambicioso", dijo del plan que él anunció el 7 de abril y que iba a tardar una semana en ponerse en marcha. ¿Y cuáles son las nuevas o enésimas consignas a las que atender? Illa aludió a ellas de pasada, sin entrar en detalles. Pero serán muy similares a las que avanzó este jueves elEconomista: incidencia de nuevos casos del 1%, ocupación máxima de las UCI del 50% e ingresos hospitalarios por debajo del 30% en casos de Covid.

Las idas y venidas de Sanidad también comienzan a cansar a algunas comunidades autónomas. La última reunión entre el Ministerio de Sanidad y estas para abordar el plan de desescalada no llegó a buen puerto. Según las fuentes consultadas, realmente existen dos citas, la técnica (con representantes de Salud Pública) y la política (consejeros y ministro). El pasado lunes se reunieron por videoconferencia y el Ministerio les pidió información sobre sus planes, a lo que muchas comunidades respondieron que le corresponde al Ministerio trazar las líneas básicas, que para eso es el mando único. "La certeza que tenemos es que no tienen plan y por eso pregunta a las comunidades. Seguiremos en confinamiento durante un tiempo y eso de que la salud es lo primero, es obvio, pero la incapacidad de dirigir, no", explica el ex secretario general de Sanidad, Rubén Moreno.