El soberanismo conmemora dividido el primer aniversario de la DUI
- El soberanismo conmemora dividido el primer aniversario de la DUI
- Puigdemont y Junqueras encarnan visiones opuestas sobre el 'procés'
Josep Ramón Torné
El 27 de octubre de 2017, la mayoría soberanista en el Parlament formada por JxSí y la CUP declaró la constitución de "la república catalana como Estado independiente y soberano, de derecho democrático y social". La proclamación llegaba tras un fracasado intento de negociación con el Gobierno por parte de la Generalitat, que reclamaba garantías de que el Senado no aprobaría la aplicación del artículo 155 de la Constitución si el entonces president, Carles Puigdemont, renunciaba a la declaración unilateral de independencia (DUI) y convocaba elecciones autonómicas dentro de la legalidad española.
En las horas previas a la declaración, Puigdemont compareció en una rueda de prensa, afirmando que su voluntad había sido convocar dichos comicios, pero que finalmente cedía al Parlament la iniciativa política, lo que desembocaría finalmente en la DUI. Aunque hubo partidarios de las dos vías, tanto en el PDeCat como en Esquerra, la presión de la dirección republicana, liderada por el entonces vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, y de una parte de los neoconvergentes, pudo con Puigdemont.
Tras verse superada por JxCat en las elecciones del 21-D, ERC cambió su enfoque estratégico
Se cumple este sábado un año de la DUI, y el escenario independentista aparece ahora trastocado y con los papeles invertidos entre los dos principales protagonistas de aquellos sucesos. El expresident, desde la lejanía de su expatriación en Waterloo (Bélgica), insiste en mantener la confrontación con el Estado y es el principal valedor (junto con la CUP) de la vía unilateral hacia la independencia. Por el contrario, Junqueras, preso en la cárcel de Lledoners (Barcelona), manifiesta ahora que no vale tomar "atajos" hacia la república catalana y que el camino pasa por un referéndum pactado. De esta manera, el independentismo reproduce en la actualidad la división que ya vivió en las horas críticas que llevaron a la DUI, y los movimientos que se dan entre las familias del soberanismo responden a esta lógica.
Puigdemont teledirige desde el extranjero al actual presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, y le mantiene en una posición retórica de línea dura a favor de la independencia. En paralelo, el expresident avanza en la creación de un partido a su medida, la Crida Nacional per la República, que se presentará en sociedad este mismo, coincidiendo con el primer aniversario de la DUI, y que tiene como objetivos superar al PDeCat (lastrado electoralmente por la corrupción de la antigua CDC) y crear un movimiento político de amplio espectro ideológico, que tenga como única finalidad la independencia.
En este contexto, habrá que ver si el PDeCat acepta su disolución en el nuevo movimiento de Puigdemont o si prefiere marcar un perfil propio, lo que abriría la puerta a una escisión en el espacio neoconvergente. De momento, cuatro exconsellers del PDeCat -los presos Jordi Turull, Josep Rull, Joaquim Forn y el huido Lluís Puig- pidieron esta semana a los militantes demócratas que se sumen a la Crida. No obstante, en el partido no todo el mundo lo ve igual, hasta el punto de que el presidente del PDeCat, David Bonvehí (ungido por Puigdemont al frente de la formación para defenestrar la vía pactista encabezada por la antigua coordinadora general, Marta Pascal), tuvo que marcar distancias el lunes pasado: "Si la Crida es lo mismo que el PDeCat, ya está el PDeCat. No tiene sentido que haya dos partidos defendiendo lo mismo".
Por el contrario, en Esquerra la situación es bien distinta. Tras verse superados por JxCat en las elecciones del 21-D, los republicanos cambiaron su enfoque estratégico, rechazando la vía unilateral hacia la independencia, primero de forma implícita y luego en declaraciones públicas, como la citada de Junqueras sobre evitar "atajos" hacia la independencia. Y es que el presidente de ERC es el líder indiscutible del partido, que ha seguido a pies juntillas este viraje pragmático, desde su hombre fuerte en el Govern, el vicepresidente Pere Aragonès, hasta el líder de los republicanos en la Cámara catalana, Sergi Sabrià, o sus portavoces en el Congreso, Joan Tardà y Gabriel Rufián.
Es en este escenario de visiones opuestas en donde se enmarcan las últimas desavenencias entre los soberanistas, desde la pérdida de la mayoría en el Parlament, porque JxCat no quiso sustituir a sus diputados procesados, cosa que sí aceptó ERC, hasta la negativa de ambas formaciones a presentar listas unitarias en las próximas municipales.
El último episodio, la tibieza con que ERC recibió el nuevo Consejo de la República ideado por el mismo Puigdemont.