Opinión
El colapso del régimen
- La corrupción se hace en detrimento de la sanidad, la educación y otros servicios públicos
José María Triper
Madrid,
Con toda la inmundicia que vamos conociendo de amaños en obras públicas, financiación irregular, cobro de comisiones, cloacas, fontaneros, colocación de amigas sexuales y otras corrupciones varias. Y con un presidente del gobierno acorralado por los informes judiciales y de la UCO, que tiene a su mujer investigada y a sus hermano procesado por presuntos casos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias, a su fiscal general a punto de sentarse en el banquillo y a sus más directos colaboradores imputados, en cualquier democracia plena cualquier presidente y cualquier gobierno democráticos habrían dimitido o convocado a los ciudadanos a las urnas para salvaguardar la dignidad personal y la del cargo. Ejemplos hay, por mucho menos como el de Antonio Costa en Portugal.
Pero aquí no. Aquí falla el adjetivo democrático que acompañan al cargo y desde La Moncloa prefieren aferrarse al sillón y prolongar la agonía de un gobierno incapacitado para gobernar -en el primer trimestres de 2025 sólo se aprobado una ley, la de Desperdicio Alimentario-, que ha hecho cero reformas estructurales en esta legislatura frente a las 23 de Francia, por ejemplo. Que lleva tres años sin poder presentar los presupuestos del Estado, permanentemente sometido al chantaje de sus socios parlamentarios y sostenido por un delincuente fugado de la Justicia que es quien de verdad manda en el país desde Waterloo.
La patética comparecencia de Pedro Sánchez para pedir a los ciudadanos un perdón que no siente y sin propósito de enmienda fue un monumento a la hipocresía, a la evasión de responsabilidades y al engaño, además de un insulto a la inteligencia. Empezando por el propio escenario de la ficción, la sede del PSOE, para intentar desvincular al partido del gobierno cuando es sabido que las obras públicas no son competencia de los partidos, las adjudica el gobierno, por lo que la corrupción, si se prueba, estaría en el gobierno.
Aseguró Sánchez, además. que hasta la mañana de ese día desconocía las presuntas corruptelas de su hasta entonces mano derecha en el partido. Afirmación que de ser cierta, pero que nadie cree, le obligaría dimitir por incompetente ya que su obligación como presidente del gobierno y secretario general del PSOE era saberlo. Y si mintió y lo sabia la dimisión es imperiosa por complicidad o por consentimiento.
Todo indica que estamos en los umbrales del colapso de un régimen basado en la impostura y en las falsedades y en los estertores de una legislatura que nuca debió a empezar. Una agonía que de prolongarse puede hacer un daño irreparable al PSOE, pero sobre todo a España, a la economía y al empleo porque la seguridad jurídica y la estabilidad política son elementos esenciales para el crecimiento de la economía, para la empresa, la inversión y la creación de empleo y en la España de hoy ambas condiciones brillan por su ausencia.
Hay que tener presente que el dinero de la corrupción política, estamos hablando de mordidas de 620 millones de euros sólo en el último informo de la UCO sobre Acciona, se está pagando con nuestros impuestos y que el desvío de los recursos públicos a través prácticas corruptas se hacen en detrimento de la inversión en sanidad, educación, infraestructuras y otros servicios públicos esenciales, además paralizar y expulsar las inversiones extranjeras afectando negativamente a la economía nacional y con ella a la creación de puestos de trabajo y a los ingresos y al nivel de vida de los ciudadanos.
En el seno del PSOE algunos ya empiezan tímidamente a moverse porque todo indica que lo que ya sabemos es sólo la punta del iceberg y empiezan a visualizar en la actual apocalipsis del sanchismo el final de Bettino Craxi en Italia, precisamente por financiación ilegal, en la operación Manos Limpias que concluyó con las desaparición del PSI, más de 1200 condenas y unos 30 suicidios de empresarios y políticos en 1992. Los socialistas ahora tienen la obligación ineludible de elegir entre salvar a Sánchez o salvar a España porque ambas cosas son incompatibles. Y para los españoles todos la disyuntiva, aún más grave y trascendente está en salvar a Pedro Sánchez o salvar a España.