Opinión

Lo que la agricultura supone para España

  • Urge una respuesta en conjunto por la relevancia de este sector ante la caída de su producción 
Imagen de un campo con energía eólica. iStock.

Pedro Foles

Construir el futuro sobre pilares sólidos que afiancen el progreso requiere no perder de vista cuáles son nuestras raíces. Y en este punto hablar de España es hacerlo de agricultura, de un sector que en 1960 era el soporte esencial de la economía española y que hoy protagoniza la actualidad nacional, en gran medida, porque necesita la atención que requiere como ámbito estratégico.

Aportar soluciones requiere empaparse de contexto. Las protestas de agricultores y ganaderos que hoy se viven en España comenzaron en Francia hace apenas unas semanas y se suceden como respuesta a problemas del sector, que demanda soluciones coordinadas por parte de administraciones autonómicas, nacionales y europeas a cuestiones burocráticas, de aumento de precios como consecuencia de sequías y guerras, de incrementos derivados de costes o de asuntos laborales y medioambientales. Con todo, ¿por qué se trata de una parcela estratégica para España?

La agricultura representa hoy el 2,3% del PIB nacional español, según datos de Eurostat. Por aportar algo de contexto, el promedio europeo se sitúa en el 1,7%, en Francia supone el 1,9% y en Alemania, el 0,9%. La superficie agraria útil de España supone más de 23 millones de hectáreas, casi la mitad del territorio español, de las cuales alrededor de 17 millones son de cultivo.

Pero las cifras van más allá. El sector agroalimentario español es uno de los más importantes del continente. Concretamente, con unas exportaciones de 70.000 millones de euros, se sitúa como la cuarta potencia productora. Así quedó de manifiesto en el informe Observatorio sobre el sector agroalimentario español en el contexto europeo, elaborado por Cajamar en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, presentado en junio de 2023.

El documento detalló que nuestro país lidera la producción comunitaria de aceite de oliva y cítricos –con cuotas de mercado del 54% y del 51,6%, respectivamente–, así como de porcino y fruta fresca. De otro lado, somos el segundo país en producción de plantas, flores y hortalizas, y el tercero en ganado bovino, vino y cebada.

La relevancia del sector, vista negro sobre blanco, impresiona. Y debe hacernos reflexionar porque ya durante 2022 el valor de algunos alimentos era hasta ocho veces superior cuando llegaba al estante de la tienda. ¿Por qué? Se ha producido un descenso de producción acompañado de una importante reducción de márgenes, teniendo como consecuencia una caída en 2023 del 41% del valor de la producción final agrícola, cifrada en 5.135.108.483,44 euros. Asimismo, el fuerte incremento de los costes derivados de la actividad –fertilizantes, piensos, energía y gasóleo– condiciona las decisiones en torno a la actividad productiva.

Urge una respuesta coordinada que ponga en el centro a las personas. Y que se construya sobre la pretensión de que sectores clave como la agricultura sean motor de cambio, logrando que rentabilidad y responsabilidad vayan de la mano para generar un impacto positivo en la sociedad. Porque más allá de cuestiones económicas y productivas, el sector agrícola está llamado a marcar el paso de la revolución sostenible que encara Europa en las próximas décadas.

Tomar distancia y percatarnos de la importancia capital de la agricultura, así como de su impacto directo e indirecto en otros sectores también estratégicos, será fundamental para poder vehicular respuestas a preguntas legítimas que deben ser abordadas en aras abordar cuestiones irresueltas. España puede ser referencia internacional en el desarrollo responsable de esta industria. Y con una población mundial que podría alcanzar los 9.000 millones en 2050 y unos recursos finitos para alimentar a las personas, la relevancia del sector se presenta como incuestionable.