El plan anticrisis o el cuento de Navidad
- La batería de medidas contra la inflación es electoralista más que social
José María Triper
Sucedió el pasado martes durante la rueda de prensa posterior al último Consejo de Ministros del año. Cuando más petulante y engreído estaba Sánchez un compañero periodista le amargó el show al preguntarle si no le preocupaba su falta de credibilidad, a lo que el presidente respondió con una tediosa perorata de divagaciones, sin contestar a lo que se le demandó. Claro que, tanto el montaje como el contenido de la comparecencia fue una evidencia incontestable de que esa falta de credibilidad ni le preocupa, ni le avergüenza, ni le afecta.
En un alarde de propaganda y autobombo, Sánchez dedicó toda la rueda de prensa a enumerar una serie de medidas más que sociales, electoralistas, y a relatar una situación económica triunfalista y novelada que nada tiene que ver con la que sufren diariamente la mayoría de los ciudadanos españoles, en especial, esas clases medias y trabajadoras de las que tanto habla el jefe del Gobierno, pero a las que empobrece con sus políticas económica y fiscal.
Del paquete de medidas, lo más acertado que se puede decir es que son más propaganda que efectivas y que van a generar más deuda, más déficit y más intervencionismo en los mercados, además de ser una copia tardía, incompleta y engañosa de lo que llevan meses demandando Núñez Feijóo y todos los servicios de estudios y analistas.
Tardía porque han esperado todo un año para rebajar el IVA de los alimentos cuando la cesta de la compra es hoy un 15% más cara por el impacto de una inflación desbocada de la que se ha lucrado Hacienda, al recaudar 33.000 millones más de lo presupuestado, para ahora devolvernos apenas una tercera parte de ese exceso en los ingresos. Incompleta porque la rebaja del impuesto no afecta a las carnes ni al pescado que aportan las proteínas necesarias para una alimentación equilibrada. Y engañosa porque ese cheque de 200 euros anuales para las familias más desprotegidas es solo una limosna de 17 euros al mes, y solo la mitad de los 400 euros del bono cultural que el Gobierno regala a los jóvenes que cumplen 18 años para que se los gasten en cine o videojuegos.
Eso y que tanto las condiciones y los trámites para obtener las ayudas las abocan al mismo destino que ha tenido ese Ingreso Mínimo Vital del que se están rechazando en torno al 70% de las solicitudes, además de que el coste real de esas medidas no las pagan Sánchez ni el Gobierno, sino que las pagamos todos los españoles con nuestros impuestos que ellos intentan utilizar para comprar votos cautivos.
Y respecto a la situación económica decir que mientras Sánchez presume de ser el país con mayor crecimiento y tener la inflación más baja de la UE y del buen comportamiento del empleo, la realidad de los datos demuestra que España que tiene al 26% de la población, 12,1 millones de personas, en riesgo de pobreza y exclusión, con datos de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, que somos el único Estado miembro de la Unión que todavía no ha recuperado el PIB anterior a la pandemia, que España es el segundo país de los 27 con mayor déficit público y con una deuda disparada que supera el 116% del PIB.
Y respecto al mercado laboral vemos que seguimos siendo líderes del desempleo, con un 12,1% de parados que duplica la tasa de la Unión, que con los datos oficiales de Trabajo que tienen más trampas que las encuestas de Tezanos, en noviembre se realizaron un 29,5% contratos menos que en el mismo mes de 2021, que siguen siendo una tónica habitual los contratos de duración inferior a una semana que suponen un 20,18% del total. Y que los datos oficiales del Colegio de Registradores muestran cómo los concursos de acreedores –las quiebras de toda la vida-, presentados por las empresas han crecido un 30% interanual durante el tercer trimestre de este año, hasta 3.108, subrayando en el informe que el número de empresarios que están en grave situación de quiebra o suspensión de pagos ha subido más de un 80%. Como se ve, cualquier parecido entre el relato del Gobierno y la economía real es un cuento de Navidad para inocentes o simplemente mera coincidencia.