¿Luz al fin del túnel de la crisis? Tres motivos para el optimismo
Amador G. Ayora
Aún es pronto para decir que, por fin se ve luz al final del túnel (quizá es otro tren que viene de frente), pero lo cierto es que algunos datos alumbran algo de esperanza. Un invierno más suave y cálido de los pasados está permitiendo que los precios energéticos se hayan mantenido elevados, pero estables en los últimos meses, lo que ha suavizado la curva de la inflación. El primer dato que alertó de esta tendencia positiva fue en Estados Unidos, donde los precio quedaron en el 7,8% en octubre, tres décimas por debajo de las previsión de los analistas, que prevén que han tocado techo.
La retención del Senado por los demócratas fue una sorpresa bien acogida por los mercados, porque representa un espaldarazo a las políticas del Gobierno de Biden, mucho menos agresivas que las de Trump.
Aún es pronto para echar las campanas al vuelo, porque si miramos la tasa subyacente, que excluye precios energéticos y alimentos frescos, está en torno al 6% tanto en España como en Estados Unidos. Ello quiere decir que la inflación se ha enquistado en todos los ámbitos de la economía y, por tanto, se mantendrá a medio plazo. La era de los tipos cero se acabó para siempre.
¿Por qué es tan relevante la inflación? Porque de su evolución va a depender los tipos de interés y, por ende, la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos. El dato americano ha provocado que los analistas empiecen a hablar de un tope al precio de dinero en Estados Unidos en torno al 5%, pese a que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, había evitado ponerle un techo en su última comparecencia.
Incluso el anuncio de miles de despidos por parte de tres grandes tecnológicas (Meta, Amazon y Twitter) está bien visto por los analistas, porque quita presión al mercado laboral, con tasas de paro del 3,7%, uno de los aspectos tenidos en cuenta por la Reserva Federal para su política monetaria.
La inflación, los salarios y el fin de la política Cero Covid de China augura mejores noticias
En Europa, donde los tipos crecen a menor ritmo que en América, la hoja de ruta no está tan clara. El precio de la electricidad se duplicó y el del gas se triplicó en los últimos meses, mientras que muchas materias primas experimentaron alzas próximas al 50%, lo que ha colocado la producción manufacturera en niveles inferiores a los 50 puntos, que marcan la frontera entre los períodos de crisis ó de expansión.
Si los precios se moderan, el BCE podría poner fin a la subida en torno a 3-3,5%. De momento, la mayoría de los países soportan precios por encima del 10%. España es una excepción junto con Francia. Pero lo importante es que el BCE mantenga sus estimaciones de inflación para 2024 en el porcentaje actual del 2,3%, ya que estaría cerca de lograr su objetivo a medio plazo del 2%.
El segundo elemento que los expertos tienen en cuenta para realizar sus pronósticos es el de las retribuciones. Existe confianza entre los agentes sociales de que los salarios suban de media en torno al 3-4%, lo que debería contribuir a ese aterrizaje suave de la inflación, que en estos momentos más que duplica ese porcentaje. Un alza desmesurada de los sueldos puede conducir a una espiral inflacionista difícil de controlar.
El tercer elemento para la esperanza: la economía china. El anuncio del Gobierno de Pekín de relajar la política de COVID Cero supone un alivio las cadenas de suministros de piezas y materias primas procedentes de este país. Este año terminará con un crecimiento de sólo el 2,5%, pero se espera que vuelva a crecer a tasas del 5% el doble del actual, lo que supondrá un impulso para el resto del planeta.
El clima de entendimiento en la cumbre del G-20 celebrada en Bali entre los presidentes Biden y Xi Jinping, así como el alineamiento de éste último contra del uso de armas nucleares y de la guerra de Putin contribuye a las mejora de sus relaciones, golpeadas tras el veto estadounidense a la importación de chips y otros productos de alta tecnología.
Con una inflación con síntomas de estabilización, aunque sea en tasas aún muy elevadas, y una China más fuerte, los analistas mejoran sus previsiones para 2023. Hay un consenso cada vez mayor de que este trimestre y el primero del año que viene registrarán crecimientos negativos, y después qué. La previsión es que la recesión no sea larga. Sobre todo si se alcanzara un acuerdo de paz o, por lo menos, se anunciara el comienzo de negociaciones entre Rusia y Ucrania, como está pidiendo la administración Biden.
El BCE dejará de comprar la deuda que vence de los Estados en el primer trimestre de 2023
Tanto el BCE como el Banco de España prevén una recesión técnica, es decir, de sólo dos trimestres. Además, al producirse entre este ejercicio y el que viene, el dato de PIBA anual permanecería en positivo, en torno al 1%.
La principal incertidumbre proviene de lo que queda de invierno, cuando los precios de los combustibles repuntarán y la inflación podrá alcanzar nuevos máximos. En el Norte de Europa han tomado medidas para evitar apagones o una paralización de su industria, como se temía hace unos meses.
Alemania acaba de inaugurar con sorprendente antelación la primera de las tres plantas regasificadoras previstas para finales de año, sobre una plataforma flotante en las heladas aguas del Mar del Norte.
En Francia, la segunda potencia industrial se espera que la reactivación su amplio parque de centrales nucleares supla las carencias de suministros, mientras que Italia mantiene el puente portuario entre Barcelona y Livorno para la importación de gas, unido a a los incrementos por el gasoducto argelina. Nadie espera ya apagones este invierno en el corazón industrial del Viejo Continente.
España salvará mejor que el resto de Europa el invierno por el peso del sector servicios, menos afectado que el industrial. El principal problema de nuestro país no está en el crecimiento, que es más resistente que en el resto, el gran inconveniente está en la deuda de las administraciones públicas.
El Gobierno elaboró un Presupuesto con un gasto récord, en el que la deuda se reducirá tres puntos, del 115 al 112 del PIB y el déficit alcanzaría en 3,9%. Pero dejó fuera el paquete anticrisis, que el año pasado costó 15.000 millones. Ahora tendrá que explicar cómo piensa financiarlo. Con los impuestos a los ricos, las energéticas y a la banca, que en conjunto recaudarían unos 3.000 millones adicionales extra después del recorte de esta semana, no llega. Calviño ha comenzado a señalar ya que no es partidaria de prorrogar la bonificación del combustible,
El Gobierno se acostumbró a vivir por encima de sus posibilidades. Primero con la pandemia y luego gracias a la crisis energética, Bruselas prorrogó su licencia para gastar sin límites durante los tres últimos años. La deuda pasó del 98% a cerca del 116% del PIB en octubre, en el que marcó un hito al superar los 1,5 billones.
Aunque en porcentaje en relación al PIB, el Banco de España espera que alcance el 110% en 2024, en términos brutos crece a pasos de gigante. En los últimos cinco años, el endeudamiento se incrementó la friolera de 321.000 millones. En el período de la pandemia, que va desde finales de 2019 a 2021, el Gobierno gastó 281.000 millones más de los que ingresó. La crisis energética disparó el gasto por encima de los ingresos en 77.000 millones en lo que llevamos de año.
El gobernador Pablo Hernández de Cos advirtió que la deuda puede provocar episodios de incrementos extraordinarios de la prima de riesgo, como ocurrió en el Reino Unido dada la volatilidad de los mercados.
El momento complicado se producirá en diciembre, cuando el consejo de Gobierno del BCE se reúna para decidir cuándo deja de recomprar la deuda de los estados miembros, lo que técnicamente conduce a una reducción de su balance.
El recorte se hará en paralelo al de las subastas de liquidez para los bancos (LTRO), aunque oficialmente se diga lo contrario. La fecha elegida sería el primer trimestre de 2023. Del ritmo y de la intensidad que imprima el BCE al descenso de las compras va a depender que el Gobierno no se vea obligado a tomar medidas extraordinarias.
En estas circunstancias, se impone la cautela. Sobre todo, porque acontecimientos como los misiles que esta semana cayeron en Polonia de manera inesperada pueden revivir períodos de extrema tensión y borrar de un plumazo los signos de mejoría vistos en estos meses. La luz que ya se ve al final del túnel puede transformarse en la de una locomotora que venga de frente.