Opinión

Desgarradora senda deficitaria

    El cada vez mayor peso de la deuda

    José María Gay de Liébana

    Pendientes aún de los últimos ajustes, porque Europa siempre tiene la última palabra y la experiencia nos dice que cada año Bruselas hace un retoque de carácter negativo, el déficit público de España en 2020 fue del 10,09% sobre el PIB, lo cual equivale en dinero contante y sonante a 113.179 millones de euros que se han gastado de más por parte de Papá Estado respecto de lo que ha ingresado. En consecuencia, la magnitud del déficit público de 2020 es más o menos la presumida, aunque, repetimos, a la espera de esos retoques de última hora que Bruselas suele formular.

    El aprieto ahora es el calado del déficit público que España acumula de 2008 a 2020: 938.395 millones de euros, cantidad que equivale al 83,65% del PIB de 2020. Y esa trayectoria deficitaria lleva a que el volumen de nuestra deuda pública vaya escalando hacia cotas inasumibles e incontrolables, poniendo a España en manos de sus acreedores y creándonos una dependencia absoluta, tal como están las cosas, del Banco Central Europeo. En algún momento, desde algún rincón de la Zona Euro se oirá alguna voz que reproche tanta condescendencia hacia los países periféricos y, en concreto, a España.

    Estamos ante unas cifras muy respetables, por consiguiente, que ponen de relieve la fatídica gestión de nuestras finanzas públicas durante los últimos trece años. Con estas credenciales, poco podemos defender y argumentar ante el sanedrín europeo, sobre todo en tiempos que vamos a solicitar ayudas benéficas y a fondo perdido para, diremos, enderezar nuestra economía y financiaciones a precio de amigo y con toda suerte de gracias y largos plazos para su devolución. Y la realidad es otra bien distinta. Cualquier socorro financiero que llegue procedente de Bruselas o, quién sabe, si desde Washington, tendría que ser para rescatar unas finanzas públicas descarriadas.

    El volumen de nuestra deuda pública está escalando hacia cotas inasumibles e incontrolables

    En el amargo año 2008, cuando estalló la crisis financiera, nuestro déficit público fue de 50.781 millones de euros. Al año siguiente, 2009, se disparó a 120.576 millones y desde entonces acá la evolución deficitaria, a pesar de que la economía a partir de 2014 y hasta 2019 se encaminó favorablemente, los gobiernos de turno fueron incapaces de atajar esa hemorragia.

    Sin reformas de ningún tipo será imposible atajar la hemorragia de las cuentas publicas

    El déficit público español no tiene pues remedio. Es un furúnculo que se ha convertido en tumor y que ningún gobierno desde el año 2008 hasta hoy ha sido capaz, primero, de atemperar y, después, de darle la vuelta. En cierto modo, es inconcebible que mientras otros países europeos, la mayoría de los integrantes de la Unión Europea, han ido saldando sus cuentas con superávit, en España se haya cronificado el sesgo deficitario. Y por más reformas que se han exhortado desde Bruselas, por más buenas palabras con las que los capitostes europeos han animado a poner en orden el desaguisado de nuestras finanzas públicas, aquí seguimos erre que erre.

    Tiempo habrá de desmenuzar más a fondo las entrañas de las cuentas públicas de 2020. Lo que sí cabe decir hoy es que el déficit cosechado por la Administración Central, 7,49% del PIB, supone 84.015 millones de euros. El habido en las Comunidades Autónomas es justillo: 0,21% del PIB que son 2.355 millones. El de la Seguridad Social es de los que marca época: 2,65%, o sea, 29.725 millones. Y, como siempre, son las Corporaciones Locales las que saldan sus cuentas con superávit del 0,26% del PIB, esto es, 2.916 millones de euros que acolchan la andadura deficitaria de 2020. El problema no es sólo dónde estamos en lo atinente a nuestra situación deficitaria, sino que, con el rumbo que toma la economía española y sin reformas de ningún tipo, adónde vamos con estas cuentas públicas que son un auténtico descosido y cómo demonios se pueden arreglar.