Opinión

España en el siglo XXI: Economía y Geopolítica

    Momento para que España analice su futuro

    Salvador Marín Hernández

    Mucho se ha escrito y se escribe sobre lo inmediato, pero alguien debería estar pensando en más allá de un presupuesto o de una aplicación anual de unos fondos europeos. ¿Qué España es la que queremos?, ¿Qué papel se desea que juegue en el tablero de la economía europea y global?. En mi opinión, como analista de la economía en el ámbito geoestratégico internacional, España se juega tener un rol hegemónico o no en los próximos 20 años, años que van a ser claves para alumbrar todo el horizonte del siglo XXI. Así ha sido tradicionalmente en Economía, los grandes cambios necesitan estrategia, reformas estructurales de calado, inteligencia para la suma de voluntades, perseverancia en su aplicación, control, seguimiento, y líderes con visión de país. Van más allá del titular inmediato en el que parece que día a día nos quieren introducir y al que los economistas nos debemos negar.

    Si echamos la vista atrás, y sin entrar a analizar excelentes trabajos de colegas en relación a los muy ciertos ciclos económicos, podemos decir que el inicio del siglo XXI ha sido tumultuoso, no nos ha dejado sosiego y sinceramente creo que no hemos sabido "leerlo" aún en su profundidad. Llevamos 20 años de cambios extremos y transformaciones sin precedentes, atención al dato: 20 años. Efectivamente, sin ser exhaustivo y sólo por citar algunos hechos relevantes, terminamos el siglo XX con los coletazos del colapso económico de la Unión Soviética y su desintegración (1990-1991), posteriormente la crisis asiática (1997) con la devaluación de la moneda tailandesa supuso un efecto dominó en otros países de la zona como Malasia, Indonesia, Filipinas, Taiwan, o Corea, entre otros, y dio lugar a la que denominamos una de las primeras grandes crisis de la economía globalizada. Con esta situación iniciamos el siglo XXI y tenemos una nueva moneda en la eurozona – con todo lo que esto ha conllevado en términos de ajustes y cambios-. El 11 de septiembre de 2001 se dio un hecho brutal y de amplias consecuencias para la geopolítica y estrategia de seguridad mundial: el ataque a las Torres Gemelas. Estábamos, por tanto, en el inicio de este siglo XXI cuando en 2007-2008 nos llegó una de las mayores crisis financieras de la historia reciente mundial, a la que debemos dedicar mucho tiempo y esfuerzo y en la que, de nuevo, no se dejo espacio para el pensamiento a largo plazo.

    Se necesita una estrategia de país a largo plazo dentro del marco de la Unión Europea

    Cuando estábamos comenzando a salir de ella, y a nivel de España se habían puesto en marcha varias "oleadas" de reformas estructurales de mucho calado, se dan dos hechos adicionales más importantes, uno a nivel europeo: el Brexit -citado aquí por el intento desestabilizador que supuso- y otro a nivel global: COVID-19, con todo lo que ha implicado e implicará. Y todo esto sin citar a los movimientos populistas que se dan en algunos países europeos, a los que hay que dar rotunda respuesta desde las instituciones y los países, y a los que se les suman una cierta ola de intentar apostar por un erróneo modernismo proteccionista, la irrupción de los ciberataques en todos los ámbitos -institucional, empresarial y político-, las fakenews, la lucha hegemónica entre China y USA o las tensiones clásicas en Oriente Medio.

    En definitiva, estas breves muestras, nos indican que el primer quinto del siglo XXI nos ha traído cambios y hechos muy relevantes, que no se pueden obviar y que nos están marcando el devenir de los próximos 20 años. Aquel país que sepa "leer" cuál es su papel en este nuevo tablero de juego y prepare a su sociedad para ello, será un país ganador y, por tanto, sus ciudadanos también. En cambio, el que no lo haga, el que solo mire hacia dentro y en clave localista, estará a la cola, perderá. Al igual que en una columna anterior justificaba y abogaba por un "Nuevo Breton Woods", en España necesitamos una "estrategia de país a largo plazo dentro del marco de la UE", como ya hicimos hace 45 años. Es evidente que aquella estrategia nos ha reportado numerosos efectos positivos, a toda España, a nuestras instituciones, ciudadanos, empresas y organizaciones en general, como ya demostramos con el estudio "45 años de evolución económica, social, empresarial e institucional de España. Una visión global 1975-2020" que dirigimos desde el Consejo General de Economistas de España.

    Esta segunda ola de impulso debe ser marcada y aprovechada sabiendo interpretar en qué claves nos movemos, dejando de mirar lo inmediato y actuando con altura de miras. Lo que no hagamos ya nadie lo va hacer por nosotros. España debe ser Europa, y Europa debe ser España, refiriéndome a que somos más fuertes fortaleciendo las instituciones Europeas y viceversa, a la vez que demandamos nuestro liderazgo en todo este proceso. Para un ejemplo baste citar los recientes fondos europeos (Next Generation UE) que se deben dedicar sí o sí a la economía productiva de nuestro país; su transparencia, asignación y desarrollo será un índice adelantado y oportunidad histórica para demostrar dónde queremos estar.

    Aquel que solo mire hacia dentro y en clave localista no tendrá un rol relevante

    Me resulta, a veces paradójico y a veces inquietante, leer que el papel de la UE no es relevante, lógicamente dicho, o por un gran desconocimiento, o por intereses muy personales que deberían ser explicados. La Unión Europea, como indica Bradford en su reciente libro "The Brussels effect", guía y lidera muchas de los normas, requisitos, vanguardias y relaciones económicas, comerciales, jurídicas, educativas y sociales, no sólo a nivel europeo, sino también global. Negarlo es ridículo. Un mercado tan amplio y preparado como el de la UE es un mercado en el que hay que influir y construir desde dentro. Por ejemplo, sin entrar en otras consideraciones, ¿alguien realmente cree que las empresas del Reino Unido no van a tener que seguir las normas y requerimientos que emanan desde la UE si quieren vender sus productos y servicios en Europa, aliarse con otras empresas de la zona euro en su crecimiento fuera de estos límites o similar?, la diferencia está en que antes podían influir desde dentro, y ahora tendrán que aceptarlo desde fuera.

    En definitiva, todos los términos actuales relacionados con la digitalización empresarial, inteligencia artificial, resiliencia, energía verde, industria 5.0, tamaño de las pymes, sectores de futuro, políticas fiscales para el crecimiento, posicionamiento en las cadenas de valor u otros, son vectores o palancas de crecimiento que no admiten discusión; pero es en su concreción y sobre todo ejecución en la que se tendría que estar desde hace tiempo, los meses pasan y los demás países están actuando. Ahora lo que tocaría, adicional a las acciones ejecutivas citadas, es pensar sobre cuál es nuestro rol en el impulso del siglo XXI, los próximos años van a ser claves, y a eso hay que dedicar tiempo, inteligencia y recursos. Cierto que quizás es más fácil decirlo que hacerlo, pero hagámoslo.