Opinión

BBVA y Sabadell: una absorción conveniente

    La absorción de Sabadell por BBVA es una operación adecuada para la estabilidad del sistema financiero

    Juan Fernando Robles

    El mercado no augura un gran futuro al Banco Sabadell y esa percepción se refleja en que su capitalización bursátil, que es tan solo un 18% de su valor contable, menos de la mitad del resto de las grandes entidades españolas. El lastre de su filial británica y su baja rentabilidad, junto con una gran exposición a Pymes, han hecho pagar a la entidad una pérdida de valor desde 2018 que se agudiza a partir de la pandemia. Así, un valor tan bajo y sin perspectivas de que se enderece la convierte en un objetivo financieramente atractivo para ser adquirida, si el comprador puede lidiar con la reestructuración del negocio que se precisa para incrementar su rentabilidad.

    Para BBVA es un objetivo claramente deseable porque tiene la capacidad y los recursos para conseguir extraer del potencial de Sabadell todo lo que puede dar, con una franquicia de clientes y un volumen que bien administrados darán mucho de sí. Sin embargo, hasta que eso suceda, hay que quitarse de en medio inversiones poco rentables y ser capaz de aguantar las pérdidas en el segmento de Pymes que va a dejar la pandemia. A pesar del tamaño de Sabadell, nada desdeñable, se le hará muy cuesta arriba afrontar esos retos en solitario dado que no es una entidad precisamente atractiva para atraer capital, que necesitará en forma creciente para respaldar una actividad crediticia que sí o sí se va a deteriorar. No se puede negar su capacidad para tener éxito en solitario, pero ni los accionistas, ni el supervisor quieren verse sometidos a que se tenga que afrontar ese reto, sobre todo en un momento de gran incertidumbre en el que aún no se sabe qué efectos reales en los balances bancarios va a dejar la crisis económica que acaba de comenzar.

    La operación es idónea para asegurar la estabilidad del sistema financiero

    La absorción de Sabadell por BBVA parece una operación tan lógica como necesaria, puesto que el adquirente es la única entidad que parece estar en disposición de hacerlo. Santander absorbió Popular y no parece dispuesto a crecer en España significativamente y CaixaBank se queda con Bankia, así que no es posible hacer más quinielas si el comprador ha de ser español.

    Es obvio que entre las dos entidades hay evidentes duplicidades en red y se producirá una verdadera escabechina de sucursales y puestos de trabajo, así como con toda probabilidad la filial británica se venderá para eliminar una situación problemática que no aporta gran cosa. Esta reestructuración, cuyo coste será elevado, dificulta que los accionistas de Sabadell obtengan una mejor valoración por sus acciones, dado que es un coste que el comprador deberá acometer y libra a la actual entidad de realizar esfuerzos en ese sentido que aún lastrarían más su rentabilidad y el retorno a sus accionistas.

    Si para la estabilidad del sistema financiero es una operación idónea, para los clientes españoles es un drama más. La reducción de competencia es enorme y la pérdida de opciones en el segmento de empresas y, en particular, de Pymes, tremenda, pues entre las dos grandes entidades que van a resultar de las últimas absorciones, acaparan casi un 60% del crédito concedido en España y más de un 50% de los depósitos. Aun así, no va a haber problemas de las autoridades de competencia puesto que se considera que la estabilidad del sistema financiero es un objetivo de mayor importancia que la defensa de la competencia, lo que deja a los clientes desamparados y en manos de tan pocas entidades que está más que garantizado un gran encarecimiento de los productos y servicios bancarios.

    Los giros de la vida económica inducen riesgos en las entidades financieras que por muchas matrices de riesgos que se hagan someten al sistema a tensiones de tal naturaleza que cambian la situación en pocos años. No hace tanto se hablaba de que Sabadell podría fusionarse con Bankia y aunque fuera una operación no considerada en realidad por ninguna de las dos entidades no parecía imposible. Hoy en día ese matrimonio es impensable, y tanto una entidad como otra encontrarán su viabilidad futura al abrigo de entidades más potentes que sean capaces de financiar la reestructuración a la que deben someterse teniendo en cuenta que su camino en solitario sería mucho más tortuoso.

    Los bancos deben encontrar su viabilidad sin recurrir al rescate del Estado

    La anterior crisis financiera dejó sus enseñanzas y una de ellas es que el sector bancario debe anticiparse a los problemas y encontrar su viabilidad sin recurrir al rescate del Estado. Por eso, esta operación de absorción es muy oportuna y de llevarse finalmente a efecto será una buena gestión de las entidades involucradas, a pesar de sus inconvenientes para la clientela, que podrían ser mayores en el futuro de no llevase a efecto.