Opinión

Cambio climático o cambio de conversación

    Exceso de radicalidad respecto al cambio climático

    Joaquín Leguina

    Hace unas semanas publiqué en estas páginas un artículo titulado Ideología y mentiras, donde ponía en solfa las profecías catastrofistas del ecologismo radical a cuenta del cambio climático. Pocos días más tarde, Juan Carlos Barba publicó en El confidencial un artículo titulado Leguina y el negacionismo climático, cuyo título ya anunciaba lo que se me venía encima:

    "Joaquín Leguina publicó un artículo que ha causado gran malestar entre buena parte de la comunidad científica y del movimiento ecologista por su contenido, que entra de pleno en las tesis del negacionismo climático".

    No sé qué científicos me han puesto a parir, pues nunca he negado que los gases de efecto invernadero son malos y, entre otros efectos, producen calentamiento de la atmósfera, pero para el pensamiento cuasi religioso del ecologismo radical quien no sigue al pie de la letra sus profecías es un negacionista, igual que es un machista quien no se cree las denuncias de nuevo feminismo tipo Me too.

    Para el ecologismo radical quien no sigue al pie de la letra sus profecias es un negacionista

    Yo afirmaba en mi artículo que la UE es responsable de apenas un 10% de las emisiones mundiales y que en Asia existe una fuerte dependencia de los combustibles fósiles, en especial del carbón (el consumo de carbón en China se dobló en solo cinco años -2001 y 2006- y en 2015 el 72% de la generación de electricidad en China procedía de centrales de carbón).

    Pues bien, la crítica de Barba a esos datos es auténticamente de traca:

    " […]. Pero Leguina se olvida de que es falaz medir las emisiones en términos de producción, ya que para ser rigurosos, hay que tener en cuenta las emisiones en términos de consumo".

    O sea, que de las emisiones chinas tenemos la culpa los europeos, que consumimos demasiado.

    Lo peor es que esta ideología climática ha entrado de lleno en la política y concretamente en el debate electoral de los EEUU, donde parte del Partido Demócrata se ha lanzado a conseguir que dentro de diez años todo el consumo energético de los EEUU provenga de las renovables, lo cual es imposible, pues hoy, las renovables proveen en EEUU tan sólo un 8% y para que suban al 30% hará falta mucho más de una década. Y eso sin tener en cuenta que esas fuentes, sin viento y sin sol, son inútiles, lo cual es algo que no puede ser compensado sin recurrir a combustibles fósiles, a recursos hidroeléctricos o a la energía nuclear, cosa que les resulta intolerable a Greta Thunberg y a sus amigos.

    Particularmente, me sumo a Julio Aramberri, que recientemente escribió que el debate en torno al cambio climático avivaba sus convicciones agnósticas.

    El agnosticismo, en efecto, no equivale a negar la existencia de algo, se limita a no aceptar hechos que no estén confirmados. En lo que se refiere al cambio climático sería algo así como lo que viene defendiendo Bjørn Lomborg desde hace tiempo: Realidad, sí, pero "lo que sabemos sobre sus aspectos básicos se ha mantenido notablemente estable a lo largo de los últimos veinte años. Los científicos convienen en que el calentamiento global se debe mayormente a la intervención humana, […] pero no es el fin del mundo".