Opinión

Las cloacas del Estado y las suciedades propias

    Pedro Sánchez, el gran ausente en el funeral por las víctimas del covid

    José María Triper

    La clase política actual "es una clase política mediocre. En una situación de tormenta perfecta como en la que nos encontramos hay que dejar al margen las ideologías y atender al interés general. Una de las características de las democracias avanzadas es conseguir acuerdos transversales". Estas palabras las pronunciaba el que fuera secretario de Estado de Seguridad en los gobiernos de Felipe González, Rafael Vera, durante su participación en el foro de The Experience Club de Click Radio TV. Y lo hacía apenas 24 horas después de conocer las declaraciones de Pedro Sánchez al Corriere della Sera en las que confesaba que nunca había pensado en la posibilidad de un acuerdo con el Partido Popular.

    Algo que ya sabíamos, aunque este "presidente Pinocho" disfrazaba culpando a la oposición del desacuerdo, y que viene a confirmar que Sánchez antepone los intereses de su partido y sus ambiciones personales a los intereses de España y a las necesidades de los españoles. Razón esta por la que su Gobierno ha dedicado más tiempo a gestionar la propaganda que a resolver la crisis sanitaria del COVID y a gestionar la salida de la catástrofe económica.

    La complacencia de Sánchez con las cloacas de su vicepresidente y su rechazo a pactar con el PP han sido decisivas para el fracaso de Calviño a presidir el Eurogrupo

    Porque Sánchez es así. Sólo le preocupan y le ocupan él y su egoísmo, y sólo actúa en función de su ideario adolescente y trasnochado, entre cuyos postulados destaca ese postureo de ateísmo rancio y de opereta del que todavía hacen bandera algunos prebostes de una izquierda anacrónica que confunden la religión con los sentimientos, la cortesía y la tolerancia. El mismo que le llevó a no asistir a la misa funeral por las víctimas de la pandemia, concelebrada en la Catedral de la Almudena. Una ausencia, la suya y del resto de miembros del Gobierno salvo la vicepresidenta Carmen Calvo, que suponen un desprecio a los fallecidos, a sus allegados, y a los españoles todos a los que deberían servir y respetar, en lugar de engañar y someter.

    A ello hay que añadir ese pecado de soberbia que es consustancial al Presidente, y una falta de entereza que le impiden aguantar los silbidos y reproches de los ciudadanos, a los que su gestión le hace acreedor. Aplomo, responsabilidad y sentido del Estado y de la institución que representan, que si tuvieron sus antecesores. José María Aznar en los funerales del 11-M, Rodríguez Zapatero en los desfiles y otros actos públicos, y el propio Mariano Rajoy en Cataluña.

    El "no" de Sánchez a acuerdos con el PP que confiesa en el Corriere della Sera confirma que anteponen los intereses de su partido y sus ambiciones personales a los intereses de España y a las necesidades de los españoles

    Desprecio también, este en forma de silencio, que muestra Pedro Sánchez hacia los medios de comunicación y sus profesionales ante los ataques y amenazas de su vicepresidente segundo, que no son sino ataques y amenazas a la libertad de expresión, que es uno de los pilares básicos de la democracia, y una de las garantías de control del Ejecutivo de las que dispone el Estado de Derecho. El mismo silencio despectivo que mostró cuando las intimidaciones de Pablo Iglesias a los jueces y que, en realidad, lo que persiguen es desprestigiar a las instituciones para acabar con la división de poderes, en consonancia con su ideología totalitaria y su identificación con la dictadura de Maduro en Venezuela.

    Unas embestidas e intimidaciones las de Iglesias, que definen al personaje y que sacan del armario sus tentaciones dictatoriales y su aversión hacia las libertades. Y un silencio, el de Sánchez que evidencia complicidad y complacencia con las cloacas de su vicepresidente -cada vez son más las suyas propias- y que, además de su rechazo a pactar con el PP, han sido decisivas para el fracaso de la candidatura de Nadia Calviño a presidir el Eurogrupo. Fracaso que no ha sido de la ministra de Economía, sino de Pedro Sánchez, porque en Europa también conocen y aplican ese aforismo de "dime con quién andas y te diré quién eres". Y allí ni gustan ni consienten las mentiras ni las malas compañías.

    Como decía también el citado Rafael Vera, "echar mano de las cloacas es una medida fraudulenta para tapar las propias suciedades". Y aquí las ahí en abundancia y apestan a cesarismo y dictadura.