Bolsa, mercados y cotizaciones

La bolsa brasileña llega a las urnas tras recuperar un 8% en el último mes

  • El real, que cede un 15% en el año, rebaja un 8% desde el 13 de septiembre

Cristina Cándido, María Domínguez

El país latinoamericano llega a esta cita electoral en un año difícil para los emergentes, sobre todo, por las subidas de tipos en Estados Unidos y la consecuente fortaleza del dólar -el real se desploma más de un 14 por ciento en 2018-. El índice MSCI Emerging Markets se deja casi un 13 por ciento desde enero, aunque es cierto que Brasil es el mercado que resiste mejor el envite, ya que el Bovespa se anota más de un 7 por ciento en el ejercicio.

Toda esa subida del índice carioca -que hasta junio, eso sí, retrocedía un 8 por ciento- se ha producido en el último mes, después de que el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro fuese apuñalado en un mitin el pasado 7 de septiembre.

"El trágico acontecimiento comportó una subida de los activos brasileños al considerar los inversores que el líder de extrema derecha ahora podría tener más posibilidades de hacerse con la victoria", señala Claudia Calich, especialista en mercados emergentes de M&G. Además, los inversores parecen más abiertos a una presidencia encabezada por Bolsonaro de lo que antes parecían estar: "Esto se ha hecho más evidente al confirmar algunos de sus asesores sus planes de privatizar activos estatales, incluida la joya de la corona, Petroleo Brasileiro (Petrobras), o el prestamista Banco do Brazil", recuerda la citada analista.

La venta de activos, argumenta el equipo de Bolsonaro, debería reducir la elevada deuda del país (la deuda bruta total del Gobierno respecto al PIB alcanzó el 74 por ciento el año pasado, comparado con el 51 por ciento de 2011.

"Con todo", añade Calih, "los mercados son cautos a la hora de valorar a Bolsonaro, puesto que no siempre fue un gran entusiasta de las privatizaciones: el ex capitán del ejército alabó públicamente las políticas nacionalistas del gobierno militar del país en los años 70".

Contagio de otras divisas

Al margen de la política y la incertidumbre que se ha mantenido hasta bien entrado septiembre sobre si Lula da Silva, actualmente en prisión, podría presentarse como candidato a unas elecciones en las que partía como favorito según las en- cuestas, Brasil tiene abiertos otros frentes.

Por una parte, la subida de los tipos de interés de la Reserva Federal, que lleva al dinero a posicionarse en bonos estadounidenses a la espera de cupones más elevados, lo que detrae dinero de otras economías, sobre todo las más volátiles. Consecuencia de ello es la subida del billete verde, ya que para comprar esta deuda es preciso adquirir dólares; y un dólar más caro encarece, a su vez, la devolución de la deuda de las firmas brasileñas, a menudo contraída en esta divisa. La estabilización del dólar sería fundamental para que las aguas se calmen en este mercado.

Otro daño colateral ha sido la crisis que han sufrido este verano los mercados emergentes, primero por la lira turca y, más tarde, por el peso argentino. El peso acumula un descenso del 50 por ciento frente al dólar en lo que va de año, mientras que la lira turca cae un 38 por ciento -desde los mínimos que marcó en agosto, rebota un 11,5 por ciento-. Un mal comportamiento entre los emergentes que también alcanzó a Sudáfrica, el país más industrializado de África, que a principios de septiembre entró en recesión y cuya moneda, el rand, retrocede en torno a un 16 por ciento en el año.

En este contexto, todos los focos están puestos en Brasil, donde el real acumula una depreciación del 15 por ciento frente al dólar desde comienzos del año y casi un 10 por ciento contra la moneda europea, aunque desde el pasado 13 de septiembre, la moneda se ha recuperado más de un 8 por ciento.

El peligro de contagio por otros emergentes no han sido el único viento en contra. No hay que olvidar que Brasil es un país exportador de materias primas, y aunque lo cierto es que en en 2018 la cotización del barril de Brent se recupera un 27 por ciento, hasta situarse en el entorno de los 85 dólares, los precios de otras commodities que el país carioca exporta al exterior, como el hierro y el acero, también han subido, mientras que el del azúcar ha cedido.

A pesar de las muchas debilidades de Brasil, también cuenta con fortalezas externas relevantes. Entre las debilidades, sin duda, están sus finanzas públicas. El déficit presupuestario fue del 7,8 por ciento del PIB en 2017, mientras que la deuda pública supera el 74 por ciento, un nivel elevado para un país emergente. Por ejemplo, la deuda de Turquía es del 30 por ciento sobre PIB, mientras que la de Argentina es del 57 por ciento del PIB.

¿Qué tiene que ocurrir para que los inversores y gestores renueven su confianza en este mercado? La primera duda a despejar se encuentra en el plano político: "La victoria de Bolsonaro tendría un efecto neutro a corto plazo y probablemente positivo en el largo", considera Alex Fusté, director de gestión de Andbank España.

Menos atractivo para el mercado resulta Haddad, en opinión de los analistas: "Su victoria tendría, a priori, un efecto negativo, aunque sólo sea por los recuerdos de las nefastas políticas fiscales del PT en el pasado", explica Fusté, a quien pese a todo le resulta tranquilizador que este candidato ya tenga en mente el perfil del que sería su ministro de finanzas, alguien que mantenga buenas relaciones con el mercado en lugar de un político.