Bolsa, mercados y cotizaciones
Expectativas positivas, exposición diversificada
Rose Marie Boudeguer
El contexto actual es positivo, con una economía mundial que sigue acelerándose. Según el FMI, crecerá un 3,5% este año, gracias a la aportación de todas las regiones. A pesar del flojo comienzo de año, la economía de Estados Unidos avanzará un 2,3% en 2017, frente al 1,6% del pasado año y en la eurozona se esperan ritmos parecidos a los de 2016 (un 1,7%).
También se acelerará en cuatro décimas el crecimiento de las economías emergentes, hasta un 4,5%. Al mismo tiempo, la escena política se ha ido aclarando y los últimos acontecimientos políticos en Europa -resultado de las elecciones francesas principalmente- han sido positivos.
Por otro lado, mientras el precio del petróleo se mantenga alrededor de 50 dólares por barril, la inflación se irá consolidando al alza pero de manera gradual, hasta alcanzar el nivel objetivo de los bancos centrales, un 2% en el caso de la Reserva Federal de EEUU (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE).
Esta combinación de factores, economía en crecimiento e inflación moderada, apoyan la conveniencia de políticas monetarias menos expansivas. Se espera que la Reserva Federal efectúe dos subidas de tipos adicionales en lo que resta de 2017 y podría comenzar a reducir su balance a finales de año. Por su parte, el BCE podría anunciar en septiembre una nueva reducción de su programa de compras y no es descartable que también haga un primer aumento del tipo de interés a finales de este año o principios de 2018. En todo caso, la prudencia con la que los bancos centrales han actuado hasta ahora nos lleva a pensar en un camino muy gradual. Los cambios serán comunicados con la debida antelación.
En los próximos meses, sin embargo, los tipos de interés de la eurozona seguirán en niveles muy bajos y, en ese contexto, la inversión en activos monetarios sigue siendo muy poco rentable. No obstante, el efectivo siempre es necesario para proveer de un colchón de protección a la cartera.
El peso de la renta fija en las carteras debería ser menor al habitual, dado que conlleva riesgos de tipos de interés, que pueden provocar caídas en el precio de los bonos. En estas circunstancias, es aconsejable invertir en emisiones de corta duración y aumentar ligeramente el riesgo de crédito, que se ve favorecido por el entorno actual de crecimiento e inflación a un ritmo moderado.
En el plano de los bonos soberanos, los de países centrales europeos no son atractivos; sólo vemos algo de valor en la deuda periférica europea. Más allá de Europa, se pueden obtener resultados satisfactorios con una gestión flexible de la renta fija global, especialmente en términos de duración, para aprovechar los vaivenes del mercado.
La deuda corporativa todavía ofrece valor, a pesar del descenso de las rentabilidades. Esto se debe a varios motivos. Por un lado, el buen momento de los resultados empresariales, por otro, un endeudamiento no excesivo y unas tasas de impago muy bajas. Pese a todo, se recomienda diversificar al máximo la cartera e invertir en diferentes categorías de crédito, tales como activos de alta calificación, high yield, convertibles y emergentes.
En bolsa todavía hay potencial. A pesar del buen comportamiento de la renta variable en lo que va de año y de que las bolsas no están baratas, se esperan mejoras de los beneficios empresariales, un importante factor de apoyo. De hecho, más del 70% de las empresas están batiendo las expectativas. Los resultados empresariales del primer trimestre publicados hasta ahora crecen a ritmos cercanos al 14% tanto en Estados Unidos como en Europa.
Así pues, sigue siendo atractivo sobreponderar la renta variable en las carteras. Específicamente, las bolsas americana y de la eurozona y, preferentemente, esta última, dado su mayor potencial por fundamentales y valoración. Las bolsas emergentes se ven también favorecidas por el mayor crecimiento del comercio mundial, la estabilización del precio de las materias primas y un crecimiento de beneficios de doble dígito.
No obstante, persisten los riesgos políticos. En Europa, la amenaza populista en Italia y las difíciles negociaciones por el Brexit. En Estados Unidos, el riesgo de retraso y adelgazamiento de las medidas de estímulo fiscal. Y tampoco podemos olvidar las tensiones geopolíticas en Oriente Medio y la Península de Corea.
En el mercado de divisas, el dólar se ha visto castigado por la incertidumbre sobre la política económica del gobierno americano y algunas decepciones en los datos de actividad. No obstante, la moneda americana tiene potencial para fortalecerse en los próximos meses, a medida que la Reserva Federal suba tipos. Prevemos que el euro/dólar se acerque nuevamente a la franja entre el 1,05 y el 1,03 dólares por euro. Aunque el potencial de revalorización no es muy alto, es siempre interesante mantener dólares en cartera por diversificación.
Como conclusión, no creemos que sea tiempo de recortar la ponderación actual de la renta variable todavía, aunque a lo largo de los próximos meses puede llegar la hora de reconsiderar la sobreexposición a renta variable.