Bolsa, mercados y cotizaciones

Octavo año triunfal de Wall Street, la mejor racha salvo la 'burbuja puntocom'

  • Un 84% del mercado descuenta la tercera subida de tipos el miércoles
  • El S&P 500 suma casi 1.700 puntos y una rentabilidad del 247%

José Luis de Haro

Con la exuberancia, irracional o no, haciendo vibrar a la renta variable americana desde el pasado 8 de noviembre, cuando el traspiés electoral de la demócrata Hillary Clinton dio paso a la era Trump, es difícil hacer memoria de los traumas del pasado. Entre promesas de rebajas fiscales, tremendas inversiones en infraestructura y desregulación, los inversores mantienen el embriago bursátil antes de celebrar el octavo aniversario de la que se postula ya como la segunda mayor racha alcista desde la II Guerra Mundial, solo por detrás de la iniciada a finales de la década de los 90, la que más tarde se conocería como la burbuja puntocom.

"Recordemos que la crisis financiera de 2008 resultó ser una experiencia cercana a la muerte para algunas de las mayores empresas de Estados Unidos", recalca Daniel Skelly, estratega de Morgan Stanley Wealth Management. "Desde entonces, la recuperación económica ha sido anémica, pero no así la de los beneficios", explica incidiendo en que el beneficio operativo por acción del S&P 500 fue de 108 dólares en 2016, frente a los 56 dólares registrados en 2008.

Una mejora evidente que, sin embargo, ha estado impulsada por estímulos monetarios sin precedentes. O si no que se lo digan a los más de 4 billones de activos que engordan el orondo balance de la Reserva Federal, tipos de interés históricamente bajos y una agresiva campaña de recorte de costes por parte de las compañías patrias. De ahí que el próximo jueves, cuando el principal indicador bursátil cumpla su octavo año al alza desde los mínimos alcanzados el pasado 9 de marzo de 2009, el S&P 500 habrá sumado más de 1.688 puntos y acumulado una rentabilidad del 247%.

"A pesar de esta remontada y el cúmulo resultante de efectivo, las compañías han sido reacias a invertir en iniciativas de crecimiento, prefiriendo devolver capital a sus accionistas a través de recompras y dividendos", reconoce Skelly, quien señala que "la posible reforma tributaria y la desregulación podrían mejorar las perspectivas para el gasto de capital y la inversión empresarial, lo que podría ser un motor del crecimiento económico".

Difícil de prever un año antes

A la espera de lo que pueda ocurrir en los próximos meses bajo el mandato del presidente Trump y su Administración, muchos dudan si este ascenso bursátil, del que también se benefician el Dow Jones y el Nasdaq Compuesto, será infinito. Sam Stovall, estratega jefe de CFRA, recuerda a este periódico que el año pasado por estas mismas fechas era difícil imaginar que la racha alcista fuera a soplar las siete velas. "Por aquel entonces, el S&P 500 registró su peor arranque de año desde la II Guerra Mundial cayendo más de un 10 % en las seis primeras semanas del año ante los temores de una posible recesión", relata. "Aún así, el toro sobrevivió e hizo acto de presencia cuando el indicador tocó el 11 de julio un nuevo máximo histórico, desde entonces parece que no ha vuelto a mirar atrás", añade.

Desde el 9 de marzo de 2016 hasta la fecha, el S&P 500 ha generado una rentabilidad de más del 22% si incluimos dividendos, un crecimiento que también ha agraciado a los 11 sectores que lo componen, con el financiero y el tecnológico liderando las subidas con un 43% y un 30%, respectivamente.

No existe resaca alguna de la devaluación del yuan, que durante el verano de 2015 perturbó a los mercados de todo el mundo para consecuentemente tambalearlos de nuevo en el primer trimestre de 2016. Tampoco pesan ya los efectos de la debacle sufrida por las materias primas, especialmente el crudo, que comenzó a labrarse a mediados de 2014, con el barril todavía en los 115 dólares.

Quién diría que en febrero del año pasado el petróleo llegaría incluso a perder los 27 dólares o que los países miembros de la OPEP acabarían por alcanzar un acuerdo para reducir su producción. Lo cierto es que en Estados Unidos, más de 114 compañías relacionadas con el sector energético tuvieron que acogerse a las leyes de bancarrota entre 2015 y 2016, con una deuda total de 74.201 millones de dólares, según el bufete de abogados Haynes and Boone LLP. Aún así, la fatiga o el efecto de altura sigue sin asediar a la bolsa americana, que ha tenido suficientes excusas para descarrilar el espíritu alcista a lo largo de los últimos años.

Sin 'síndrome de abstinencia'

Acostumbrados a la respiración artificial aplicada por la Reserva Federal, primero al mando de Ben Bernanke y posteriormente por Janet Yellen, el mercado podría haber sufrido un síndrome de abstinencia importante después de tres rondas de compras de bonos del Tesoro y activos respaldados por hipotecas, una operación a ritmo de twist (donde el banco central canjeó bonos a corto plazo por bonos a largo) y como no, tipos de interés históricamente bajos.

Con las miras puestas ya en el próximo miércoles, 15 de marzo, cuando el 84% de los inversores descuenta una nueva subida de tipos de 25 puntos básicos, la Reserva Federal sólo ha orquestado dos vueltas de tuerca a su política monetaria en casi una década. ¿Pataletas? Sí, pero la bolsa americana aguanta estoicamente un proceso de normalización facilitado por la política de comunicación del banco central del que todavía quedan dudas por resolver, especialmente en lo que a reducir el balance de la Fed se refiere.

Durante este tiempo, el dólar se ha apreciado cerca de un 20% frente al euro. Cuando se inició este rally alcista en Wall Street, un euro se intercambiaba por 1,26 dólares. Después de que la divisa europea se llegase a situar por encima de los 1,51 dólares en 2009, hoy se necesitan 1,056 billetes verdes para comprar un euro.

Al mismo tiempo, los conflictos políticos en Washington no son sólo asunto del populismo y la nueva Administración. Durante los últimos ocho años, donde se incluyen dos legislaturas completas del demócrata Barack Obama y el arranque del gobierno del republicano Donald Trump, el conflicto legislativo en el Capitolio y la Casa Blanca se cobró la triple A por parte de Standard & Poor?s el 6 de agosto de 2011, cuando las negociaciones sobre el techo de la deuda forzaron a la agencia de rating a tomar una decisión dramática como escarmiento por el bloque político que puso en duda las responsabilidades del país con sus acreedores.

Posteriormente, los legisladores volvieron a poner a Estados Unidos al borde del abismo, en esta ocasión fiscal, en enero de 2013, mientras forzaron el cierre de las operaciones del gobierno federal entre el 1 y el 16 de octubre de ese mismo ejercicio.

Eventos y situaciones salpimentadas por otros eventos internacionales, como la crisis de deuda en la eurozona o mismamente el referéndum a favor del Brexit que no han conseguido frenar el "segundo mercado alcista más caro desde la Segunda Guerra Mundial" apunta Stovall, únicamente superado por la burbuja de las dot.com en 1999.

Tecnología y nuevos actores

Hablando del sector tecnológico, durante este periodo el mercado ha celebrado desde el boom de las redes sociales, liderada por Facebook y su estreno bursátil en mayo de 2012, hasta la mayor salida a bolsa de la historia a cargo de Alibaba dos años después, cuando la compañía fundada por Jack Ma recaudó más 21.767 millones de dólares, según los ranking elaborados por Renaissance Capital.

Tras registrar en 2016 su peor año desde 2003 para las salidas a bolsas, el mercado americano parece dispuesto a repuntar en el ejercicio en curso, después de que Snap, la matriz de Snapchat, recaudase el pasado jueves más de 3.400 millones de dólares y donde este unicornio y otras compañía han captado ya un total de 8.200 millones de dólares tras atreverse a cotizar en los mercados de renta variable.

La pregunta que ronda por la cabeza de muchos, es si el mercado alcista cumplirá un noveno aniversario. Desde CFRA así lo confirman, situando al S&P 500 en los 2.460 puntos en los próximos 12 meses. Stovall aclara que el PER del índice estadounidense ha subido casi un 19 % en los últimos ocho años y comparándolo con datos históricos se sitúa ya en niveles medios correspondientes al último año alcista de ciclos previos que duraron más de tres años.

Esta semana, David Kostin, estratega jefe de Goldman Sachs en Estados Unidos, volvía a insistir a sus clientes que el indicador terminará el año ubicado en los 2.300 puntos, a medida que los inversores abandonan la esperanza y sufren un golpe de realidad. "La reforma tributaria se retrasará y sus beneficios en las ganancias corporativas no se notarán como pronto hasta 2018 mientras que la mejora económica acelerará los incrementos de tipos de interés por parte de la Fed", avisó.