Bolsa, mercados y cotizaciones
Las subastas de deuda americana: una prueba de fidelidad a los inversores ante la incertidumbre fiscal
- El Tesoro coloca cerca de 100.000 millones de dólares en bonos a 3, 10 y 30 años
- Las subastas se miran ahora con lupa para testar la demanda
- El mercado ya ha presionado a la renta fija americana varias veces este año
Cristina García
Lo que antes eran subastas de deuda ordinarias ya no lo son si el protagonista de esa emisión es Estados Unidos. El país se está enfrentando a una semana crucial, con todas las miradas puestas en sus próximas dos colocaciones de bonos con vencimientos a 10 y 30 años -el martes colocó bonos con vencimiento a 3 años, un plazo menos problemático que los largos por estar menos expuesto a los desequilibrios de la economía americana-. Y es una semana crucial porque estas emisiones se han convertido en una oportunidad para testear la demanda de los inversores en un año en el que la renta fija de este país se encuentra en el punto de mira.
En concreto, el Tesoro americano colocó 39.000 millones de dólares en bonos a diez años este miércoles, con una ratio de cobertura de 2,52 veces, que fue inferior a la anterior de 2,6 veces pero que el mercado digirió sin preocupación. La última prueba de fuego llega hoy, jueves, con la colocación de otros 22.000 millones a 30 años.
A ojos de los inversores, la situación que atraviesa el país no es la más atractiva cuando uno se plantea comprar su deuda. "El Secretario del Tesoro de EE UU, Scott Bessent, tachó recientemente a Moody's de indicador rezagado [se refiere al recorte de su nota crediticia]. Tiene razón: todo el mundo sabe ya que la trayectoria fiscal de Estados Unidos es insostenible. Con déficits superiores al 6% del PIB y sin solución a la vista, no es de extrañar que los inversores estén nerviosos. Los bonos del Tesoro estadounidense (UST) son el principal riesgo estructural del mercado actual", valora Matt Eagan, gestor de cartera y responsable de Full Discretion, Loomis Sayles (Natixis Investment Managers).
Se estima que el proyecto estrella de Donald Trump, la famosa One Big, Beautiful Bill Act (OBBBA) añadirá 2,4 billones de dólares a la deuda estadounidense para 2034. Mientras los mercados digieren y especulan sobre las implicaciones de sus más de 1.000 páginas, "las consecuencias de la OBBBA seguirán creando titulares al menos hasta que se apruebe en el Senado, con o sin cambios. El riesgo es que la falta de claridad socave aún más la confianza en la previsibilidad de la política estadounidense y disuada la inversión extranjera", valora Felipe Villarroel, socio, gestión de cartera, TwentyFour AM (boutique de Vontobel). Puede interesarle: Europa se frota las manos con el patinazo fiscal de Trump: los eurobonos pueden comerle la tostada a la deuda de EEUU.
Pero hay más factores que han puesto en duda ese excepcionalismo americano y que han deteriorado el sentimiento de los inversores hacia la deuda americana desde principios de año, como la guerra arancelaria que Trump ha declarado al mundo. El temor es que esos aranceles terminen afectando a los precios de los bienes y se traduzca en una mayor inflación, y en un menor crecimiento económico. Esa mayor inflación podría obligar además a la Fed a subir los tipos de interés. Hoy se ha conocido precisamente el dato de IPC de mayo, y ha subido menos de lo esperado. En cuanto a los futuros movimientos en los tipos de interés, el mercado descuenta dos recortes de tipos más en lo que resta de año, por un total de 50 puntos básicos, si bien la evolución final de la política monetaria dependerá del resultado de las negociaciones comerciales y de dónde se sitúen finalmente los aranceles.
"En total, EEUU emite cerca de 100.000 millones de dólares con bonos a largo plazo a 3, 10 y 30 años cuyas rentabilidades anuales en mercado se encuentran cerca del 4%, 4,5% y 5% respectivamente", observa Juan José del Valle, analista de Activotrade SV. La subasta de deuda a 3 años se produjo ayer, martes, con rendimientos ligeramente al alza, y una demanda algo por debajo de la media, pero sin señales de alerta. Según Guneet Dhingra, director de estrategia de tipos de interés de BNP Paribas, cada subasta se percibe como un evento de riesgo. "Es probable que una buena subasta sea lo habitual, pero una floja generará dudas sobre cómo se van a replantear los inversores la situación fiscal estadounidense", apunta, en declaraciones a Bloomberg.
Esa excepcionalidad de la deuda americana -que viene a ser su capacidad para atraer capital- ha quedado en entredicho varias veces este año. El comportamiento de sus bonos en el mercado secundario (el lugar en el que cotizan una vez que son emitidos) ha sido un fiel reflejo de ello. El interés que exigen los inversores a los bonos a 30 años llegó a alcanzar un máximo de casi dos décadas el mes pasado, en el 5,15%, para volver a relajarse después. En el caso del diez años también se ha acercado en más de una ocasión al 5%. Su rentabilidad llegó a escalar hasta el 4,97% a principios de año, y de momento no ha superado esta cota.
"Los rendimientos de los bonos a largo plazo han estado bajo presión a nivel global, lo que refleja los elevados niveles de deuda y una menor base de compradores naturales", reflexiona Robert Gilhooly, economista sénior de mercados emergentes de Aberdeen Investments. "El riesgo de un desplome en el mercado de bonos va en aumento, aunque en nuestro escenario base consideramos que ya es tarde para que los vigilantes de bonos puedan forzar un giro hacia políticas más restrictivas", valora.