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El canario en la mina de los tipos negativos avisa a Europa: llega un giro monetario con el que nadie contaba

  • Los banqueros centrales aseguraban que los tipos negativos eran ya historia
  • Ashworth: "La era de cobrar intereses por pedir prestado ha regresado"
  • "Este debe ser un mensaje importante para la eurozona"

elEconomista.es

Los grandes indicadores económicos y monetarios no paran de sorprender y romper previsiones en los últimos años. Desde que la pandemia del covid sumió al mundo en una crisis sin parangón en décadas, las previsiones se han vuelto más peligrosas y volátiles. Si en 2020 parecía que los tipos negativos iban a ser eternos... el despertar de la inflación provocó un efecto péndulo que elevó el precio del dinero y los intereses de los bonos a niveles que no se veían desde hacía décadas. La resurrección de la inflación (y otros factores más estructurales) llevaron a varios expertos a dar por 'muerta' a la era de los tipos negativos, todo hacía presagiar que la inflación estructural se iba a mantener en el 2% o por encima en los países avanzados. Hoy, se puede decir que se está produciendo un nuevo giro en un pequeño país que debería hacer saltar las alarmas en toda Europa: los tipos negativos y la deflación podrían estar de nuevo a la vuelta de la esquina cuando nadie los esperaba.

Mientras los economistas debaten si las guerras comerciales avivarán la inflación o si producirán desinflación al frenar el crecimiento, hay un país que ya se enfrenta a las consecuencias de la drástica desaceleración de la inflación. La tasa anual en Suiza se ha situado en el -0,1% en mayo, lo que va a llevar casi con toda seguridad al Banco Nacional Suizo (BNS) a recortar su tasa de política monetaria oficial en 25 puntos básicos, hasta cero, en la próxima reunión del 19 de junio. Marcus Ashworth, columnista de opinión de Bloomberg, ha analizado en profundidad este fenómeno y cuáles pueden ser sus repercusiones. A corto plazo y a nivel de Suiza, Ashworth cree que el BNS se verá obligado a anunciar nuevas reducciones de tipos hasta territorio negativo, lo que llevaría a un país de Europa, de nuevo, a cruzar una frontera que hace solo unos meses parecía encontrarse muy muy lejos.

No solo esto, como ya demostró en el pasado, Suiza puede ser el 'canario en la mina' de Europa. El país helvético fue uno de los primeros en Europa en probar los tipos de interés negativo y el primero en emitir deuda a 10 años con intereses negativos. Ahora, la vuelta de la pequeña Suiza esta 'anormalidad' económica, se convierte en un serio aviso para los países de la eurozona que ya vivieron esta situación entre 2014 y 2022, año en el que los tipos negativos pasaron, supuestamente, a la historia.

Por ahora, el banco central ha sido claro en su determinación de contrarrestar la implacable apreciación del franco suizo, especialmente frente al euro, la divisa de la gran zona económica que rodea a Suiza. El presidente del Banco Nacional Suizo (BNS), Martin Schlegel, ha declarado que los costes de endeudamiento negativos, que fueron la norma entre 2015 y 2022, son una opción, aunque "a nadie le gustan". Pues bien, según Bloomberg Intelligence, la política monetaria Suiza podría caer por debajo de cero incluso en septiembre. A pesar de los esfuerzos del Banco Nacional Suizo (BNS), el franco continúa apreciándose.

Una nueva era de tipos negativos

Aunque Suiza es uno de los países más competitivos del mundo gracias a una industria muy intensiva en capital y tecnología, la apreciación del franco suizo puede empezar a ser un problema, al menos así lo ven desde ciertos círculos económicos suizos. Todo ello parece llevar a Suiza de forma directa hacia los tipos de interés negativos. Con esta política se pretende "evitar que las fluctuaciones en el mercado cambiario perjudiquen las exportaciones suizas, además existe un contexto de precios apremiante que también impulsa la política de tipos de interés del BNS, ante la preocupación de que la desinflación se convierta en deflación. Este mensaje es importante para la eurozona. Los bonos del gobierno suizo a cinco años tienen un rendimiento negativo, con la deuda a dos años en el -0,2%", comenta el columnista de Bloomberg. En la jornada de este lunes, el bono a dos años suizo sigue cotizando en territorio negativo, con un interés del -0,15%, mientras que el bono a cinco años sigue levemente en territorio negativo.

Este experto explica en Bloomberg que hasta la fecha, solo 19.000 millones de francos (23.000 millones de dólares) en bonos (menos de una cuarta parte de toda la deuda pública suiza en circulación) tienen un rendimiento inferior a cero. Aunque todavía sea una porción relativamente pequeña, es bastante significativo y puede dejar entrever lo que está por venir en la eurozona: "Eso significa que la era de cobrar por pedir prestado, que parecía relegada a la historia, ha regresado, al menos, para la nación alpina", señala Schlege.

Los rendimientos negativos habían desaparecido con la oleada de inflación que azotó al mundo (también a Europa) en 2022 y 2023. Cabe recordar que antes de la reaparición de la inflación, el mercado de deuda se había 'vuelto loco' (todo estaba al revés): "El pico del universo de rendimientos negativos fue de 17,8 billones de dólares a finales de 2020". El tamaño de los activos en los mercados con rendimientos negativos superaba en más de diez veces el tamaño total de la economía de España, por ejemplo.

"Por lo tanto, la caída de la inflación en mayo en la eurozona al 1,9%, por debajo del objetivo del 2% del Banco Central Europeo, debería seguir haciendo sonar las alarmas en Frankfurt, especialmente dada la pronunciada disminución de los costes de los servicios al 3,2% desde el 4% del mes anterior. La inflación de los bienes es mucho más moderada, del 0,6%. Esto se conjuga con la drástica desaceleración de los acuerdos salariales informados en el primer trimestre al 2,4% desde el 4,1% del último trimestre de 2024. El economista jefe del BCE, Philip Lane, enfatizó que las perspectivas para los salarios eran aún más favorables. La inflación residual persistente se está disipando rápidamente en la eurozona, lo que explica por qué el BCE redujo su tipo de interés oficial por octava vez el jueves al 2%, reduciendo a la mitad el tipo de referencia en un año", comenta Schlege.

"La gran incógnita del verano es si el BCE puede dejar en suspenso (sin movimientos de tipos) la política monetaria, con el consiguiente riesgo de que los precios al consumidor no solo ralenticen su aumento, sino que comiencen a bajar, dejando a la eurozona de nuevo en el mismo dilema que la aquejó durante una década tras la crisis del euro", asegura el columnista de BBG.

Menos inflación en Europa

La revisión trimestral del BCE del jueves pasado volvió a rebajar sus previsiones de crecimiento e inflación como resultado de la creciente preocupación por el comercio mundial, la bajada de los precios del petróleo y la considerable fortaleza del euro. Se espera que la inflación para 2026 promedie el 1,6%, inferior al 1,9% previsto en sus proyecciones de marzo, aunque, curiosamente, se espera que la medida vuelva mágicamente al 2% en 2027. "Los riesgos están evidentemente sesgados hacia una menor inflación. La presidenta Christine Lagarde repitió en su conferencia de prensa que los riesgos para el crecimiento económico siguen inclinados a la baja; el economista jefe europeo de Deutsche Bank, Mark Wall, advirtió en una nota para clientes que la inflación por debajo del objetivo podría profundizarse y persistir", lo que supone un serio aviso para navegantes.

De este modo, el Banco Central Europeo ha recortado sus previsiones de inflación para este año y el próximo. Mientras tanto, el euro ha ganado más del 10% frente al dólar este año, subiendo hasta alrededor de 1,14 dólares, lo que somete a una mayor presión a su maquinaria exportadora, sensible a la divisa, ya antes de que se desatara la guerra arancelaria. "No es tan desenfrenado como el indomable franco suizo, pero es probable que siga subiendo, lo que moderará aún más el crecimiento y la inflación", comenta Marcus Ashworth. No obstante, la tendencia podría continuar, agravando la situación actual. Audrey Childe-Freeman, estratega jefa de divisas del G10 de Bloomberg Intelligence, considera que "es improbable que un BCE moderado altere nuestra previsión de entre 1,15 y 1,20 dólares para el segundo semestre".

Todo lo anterior es un claro mensaje de alerta para una Europa que parece tener aún más miedo de la inflación que de la deflación. En la actualidad, los inversores, políticos y dirigentes tienen en mente de forma clara los peligros de la inflación, que ha sido el fenómeno que ha azotado con intensidad al Viejo Continente en los últimos años. Sin embargo, tampoco harían mal en recordar que la deflación no es buena compañera de viaje, sobre todo cuando llega por la debilidad de la demanda o por una poderosa apreciación del tipo de cambio que poco o nada tiene que ver con una revolución de la productividad (la deflación por un aumento de la productividad es la única deflación buena que se conoce en la teoría económica). Las espirales deflacionistas son peligrosas y pueden someter a la economía a años de debilidad y estancamiento. No obstante, visto lo visto hasta ahora, casi parece un mejor escenario que el de la estanflación (precios al alza y bajo crecimiento).

"Los tipos de interés negativos ya forman parte del sistema del banco central, aunque es una medida que los responsables políticos se mostrarán reacios a implementar.No obstante, como ya descubrieron los bancos centrales hace apenas unos años, una vez que los precios al consumidor empiezan a bajar, puede ser extremadamente difícil reavivar el ánimo", sentencia Ashworth.