Bolsa, mercados y cotizaciones

Las empresas 'borran' la ESG de sus presentaciones de resultados

  • Las firmas del S&P 500 casi no mencionan la palabra 'sostenibilidad'
  • Se impone el 'silencio verde', por presión de la Administración Trump
  • Aún así, en los fondos con características ESG sigue entrando dinero
Imagen: Istock/EE.

María Domínguez

2025 trae consigo la primera gran prueba de fuego para la sostenibilidad y para la inversión ESG (la que se realiza en base a factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo). La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos el 20 de enero ha supuesto un puñetazo en la mesa, tras los avances verdes realizados por su predecesor, Joe Biden, quien puso en marcha el mayor programa de ayudas para las energías limpias (a través de la Inflation Reduction Act). Nada más tomar posesión, Trump firmó varias órdenes contra la energía eólica (suspendió la emisión de permisos para estos proyectos en tierra y mar), sacó a EEUU del Acuerdo de París (que limita las emisiones de CO2) y suprimió los planes de apoyo a la diversidad apoyados por Biden. Trump ataca a las renovables y en Europa crece la presión 'anti sostenibilidad'.

El efecto Trump ya se ha notado con fuerza en la forma en que se venden de puertas para fuera las empresas estadounidenses. De acuerdo con los datos recopilados por MacroMicro -una plataforma de análisis de datos-, palabras como Sostenibilidad y acrónimos como ESG se han borrado de las presentaciones de resultados financieros del S&P 500.

En sus encuentros con analistas para exponer sus cifras del último trimestre de 2024, cada uno de los responsables de las empresas del S&P realizó, de media, sólo 0,10 menciones a ese tipo de términos (dicho de otro modo, por cada 10 cotizadas del índice, se aludía 1 vez a estos temas). En el tercer trimestre de 2024, habían sido incluso menos: solamente 0,08 alusiones por compañía a esos términos. MacroMicro analiza el contenido de las presentaciones de resultados de las empresas estadounidenses y calcula la frecuencia con la que se citan determinadas palabras clave, lo que permite, según se destaca en la web de esta compañía, "identificar puntos calientes del mercado y cambios en las tendencias a largo plazo".

Ya no interesa verbalizar la preocupación por cuestiones sociales o ambientales, que tanto tirón marquetiniano tuvieron en el pasado. En pleno boom de la sostenibilidad, en 2021, la media de menciones llegó a ser de casi 1 por empresa. Puede no parecer mucho, pero eso implica, en el conjunto del S&P 500, medio millar de alusiones a la sostenibilidad, la igualdad, la descarbonización o la ESG. No puede olvidarse que, entre todas esas compañías, muchas nunca se han preocupado -no ahora, sino desde hace ya mucho tiempo- por estos aspectos; los datos de este proveedor solo reflejan un promedio.

En palabras de Antonio Vives, socio de la consultora de sostenibilidad Cumpetere, radicada en Washington: "Lo que muestran estos datos no es tanto el declive por el interés en los temas sociales y medioambientales, sino el creciente temor a represalias por parte de estados con dominio republicano, como ya ha sucedido entre los bancos de inversión y los gestores de fondos de inversión. Ello refleja el creciente greenhushig, que hace alusión a la práctica de decir poco o nada en público sobre el asunto"; pero ello, incide Vives, "no quiere decir que se hayan reducido las actividades; la relación entre lo que se dice y lo que se hace está muy determinada por las expectativas y consecuencias de decirlo". Que en el primer trimestre 2025 no se mencionasen en absoluto estos aspectos "no me sorprendería", añade este experto.

Lo cierto es que en Europa, y en España, las compañías están teniendo que plantearse qué visibilidad dan a sus políticas LGBTQ+, y a las de sostenibilidad. La embajada de Estados Unidos en España ya ha exigido a sus proveedores que demuestren que no aplican políticas de diversidad, según ha publicado recientemente El Confidencial.

Jaime Silos, director de desarrollo corporativo de Forética, señala que lo que estamos viendo "es la criminalización de la ESG por el efecto Trump, ya que a ojos de su Administración y de muchos estados republicanos la ESG es algo antiamericano y antimercado. Pero esto no se da en absoluto en Europa. Lo que ocurre es que aquellas compañías europeas que operan en EEUU están siendo muy cuidadosas con el lenguaje que utilizan para no exponerse a riesgos legales", matiza.

La corriente anti ESG, en cualquier caso, es muy distinta a uno y otro lado del Atlántico. "En Estados Unidos se trata de un movimiento eminentemente político, que ha venido seguido de presiones de empresariales; en Europa, por el contrario, es una tendencia que viene a raíz del tsunami regulatorio, es decir, el escepticismo aquí nace de las empresas, no tanto de la política", opina Ignacio Hernández-Ranera, dueño de la consultora especializada en sostenibilidad 17ODS.

La Comisión Europea ya ha anunciado la simplificación de todo su paquete regulatorio sostenible, con el objetivo reducir los costes administrativos en 6.300 millones de euros anuales. "No es la única simplificación que se llevará a cabo; vendrán más", advierte Hernández-Ranera. Las empresas han acogido esta medida con alivio, ya que "les ha supuesto un respiro en términos económicos", añade.

No puede olvidarse que cumplir con las exigencias de reporte de sostenibilidad de la UE tiene un coste muy elevado, que supera los 200.000 euros para una empresa mediana-grande y puede ascender a varios millones de euros para las cotizadas del Ibex. Europa se arrepiente de ser un "infierno regulatorio" y recoge cable con sus exigencias ESG.

Al margen de la fiebre anti ESG, y aunque el año 2025 ha arrancado con dificultades para la sostenibilidad, lo cierto es que los índices bursátiles sostenibles han demostrado ser igual de rentables que los no ESG. Si nos fijamos en el selectivo global MSCI World, se revaloriza un 7,9% anualizado a diez años, mientras que su versión sostenible, el índice MSCI World Selection (que agrupa a las empresas que presentan mejor rating sostenible), sube prácticamente lo mismo, un 7,73%. Si miramos a largo plazo, los inversores que han optado por adoptar un sesgo sostenible en sus carteras no han renunciado a parte de la rentabilidad, como a veces se cree. Si el objetivo de todo inversor debería ser el de conseguir una rentabilidad media del 7% (que es el porcentaje que le permitirá duplicar el capital cada década), con ambos índices lo han logrado sobradamente.

Fondos de inversión ESG

Por otro lado, el dinero ha seguido entrando en fondos sostenibles en Europa. Los fondos clasificados como artículo 8, que tienen características ESG, ya suponen el 57% del patrimonio en fondos a la venta en la UE. Sí ha salido dinero de los fondos sostenibles más puros, los artículo 9, que son una parte muy pequeña del universo de productos, sólo un 3% del patrimonio en la UE. En total, ese 60% en vehículos de inversión responsable suma 6,1 billones de euros, sobre un total de 10,1 billones de euros en fondos a la venta en la UE, según revelan los datos de Morningstar a cierre de 2024.

Según señalaron desde Morningstar en su informe anual sobre flujos, "en 2024, los fondos artículo 8 mostraron resiliencia al registrar mayores entradas de dinero, en línea con el resto del mercado", aunque esto fue "enteramente atribuible a los fondos de renta fija", advirtieron. Sólo en el último trimestre, los fondos 8 registraron entradas netas por 52.000 millones (fue su mejor trimestre de 2024). Pero en renta variable, tanto los fondos artículo 8 como los 9 registraron salidas el año pasado: "En el mercado alcista de 2024, los inversores simplemente prefirieron las estrategias de renta variable convencionales", explicaron los analistas de Morningstar.

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