Bolsa, mercados y cotizaciones
Inundar con petróleo el mundo y hundir el precio del barril a la mitad: el nuevo Gobierno de EEUU ya impacta en el crudo
- Los futuros de Brent y West Texas caen más de un 1,5% en los mercados
- Trump ha prometido desregular y dar rienda suelta a la exploración y perforación
- Trump: "En EEUU tenemos más petróleo y gas que Arabia Saudí y Rusia"
Vicente Nieves, Mario Becedas
"Déjenme el petróleo a mí, tenemos más petróleo y gas que cualquier otro país en el mundo, incluidos Arabia Saudí y Rusia, y vamos a aprovecharlo", ha asegurado Donald Trump tras su victoria. Aunque esta declaración no es cierta, puesto que las reservas probadas de crudo de Arabia Saudí y Rusia son mucho más grandes que las de EEUU, sí es una clara declaración de intenciones. Trump va a usar todo su poder político para que EEUU (sí es el mayor productor de crudo del mundo aunque no tenga las mayores reservas) incremente el bombeo de crudo y gas, lo que, ceteris paribus, aumentará la oferta global y podría reducir los precios del petróleo. La otra pata de la promesa de Trump es rebajar el precio de la energía a la mitad en solo 12 meses.
Los futuros de petróleo registran caídas superiores al 3% en el mercado. Son dos los factores (relacionados entre sí) que están provocando este descenso tras varios de subidas en el crudo. La victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU está fortaleciendo al dólar, lo que ejerce cierta presión a la baja sobre el crudo, que está denominado en esta divisa (cuanto más 'caro' sea el dólar, más caro es el crudo para el resto de países en términos relativos, aunque la correlación entre el dólar y el precio del petróleo es algo más difusa), por otro lado, las promesas de Trump de liberalizar todo lo posible la actividad de perforación, exploración y extracción de crudo en suelo federal de EEUU genera la expectativa de medio plazo de que EEUU seguirá inundando el mundo con su petróleo mientras que sus reservas probadas aguantes. Ahora, EEUU produce 13,3 millones de barriles cada día, cuatro millones más que Arabia Saudí o Rusia. Con Donald Trump al mando de la Casa Blanca, esta cifra podría seguir aumentando.
El Brent, de referencia en Europa se sitúa en los 73 dólares por barril, mientras que el West Texas, de referencia en EEUU, cae a la zona de los 69 dólares. ¿Qué está pasando en el mercado de petróleo? El precio del petróleo está influenciado por diversos factores, incluyendo decisiones políticas y eventos geopolíticos. La elección presidencial en Estados Unidos puede tener un impacto significativo en los mercados energéticos. Por ejemplo, una victoria de Donald Trump será favorable para la industria petrolera de EEUU debido a su apoyo a las energías fósiles. Trump allanará el terreno para las petroleras de EEUU, permitiendo que perforen en suelo federal con toda seguridad, lo que dará cierta certidumbre e incrementará la inversión de las petroleras americanas.
Es importante considerar que las políticas energéticas de una administración pueden tardar en implementarse y que otros factores, como la demanda global, las decisiones de la OPEP+ y las condiciones económicas mundiales, también juegan un papel crucial en la determinación de los precios del petróleo. Por lo tanto, aunque un cambio en la administración estadounidense puede influir en el mercado energético, no es el único factor determinante en la evolución de los precios del petróleo. De modo que, el movimiento de hoy es anecdótico, lo importante de la victoria de Trump es el impacto que tendrán sus políticas en la industria del crudo en EEUU a medio plazo.
Desde la agencia Reuters explican que la victoria de Trump a largo plazo podría ser bajista para el petróleo, ya que las políticas de Trump serán favorables para la industria del crudo y el gas de Estados Unidos, mientras que el proteccionismo comercial puede resultar en una demanda más débil, según los analistas consultados por la agencia.
Trump, el amigo del petróleo
Trump siempre se ha destacado por apoyar al sector energético tradicional, instando a las compañías a perforar y eliminando barreras administrativas y fiscales para facilitar su operativa. Sus continuas manifestaciones deslegitimando la lucha contra el cambio climático también han supuesto un apoyo a la tradicional actividad de las corporaciones de combustibles fósiles. Recurrentemente, el expresidente ha empleado el lema que los republicanos han hecho popular desde 2008: "Drill, baby, drill (perfora, cariño, perfora)" y todavía resuenan frases suyas como la tuiteada en abril de 2020, con el estallido del covid conomocionando a Occidente: "Nunca dejaremos caer a la gran industria del petróleo y el gas de EEUU". En esa línea, Trump empezó incluso antes de las primarias a cortejar a importantes 'barones' del petróleo. En términos más prosaicos, potenciales donantes para su campaña.
Todo lo contrario que unos demócratas que durante el mandato de Biden han protagonizado serios encontronazos con las petroleras. Uno de los más sonados fue en junio de 2022, cuando el presidente cargó contra el gigante ExxonMobil por no haber producido más gasolina con los precios del combustible impactando en los bolsillos de los estadounidenses. "Exxon ganó más dinero que Dios este año" dijo, defendiendo que se aumenten los impuestos que pagan las compañías petroleras tras unos meses con los beneficios 'caídos del cielo' disparados tras invadir Rusia Ucrania y tensarse los mercados energéticos mundiales.
A tenor de estas manifestaciones, parece que un regreso de Trump supondrá una nueva 'primavera' para el sector. Sin embargo, lo ocurrido desde la pandemia hace que la producción de petróleo difícilmente pueda aumentar mucho más. Así opina Ed Crooks, vicepresidente para América de la destacada consultora energética Wood Mackenzie, en un informe de este mes en el que señala que "a menudo se sobrestiman los poderes de un presidente estadounidense para afectar a la producción de petróleo y gas en un sentido u otro". Su análisis plantea que, por contra, es factible que un regreso de Trump aliente la demanda interna, elevando los precios.
Los comentarios de campaña de Trump, como que le gustaría ser "dictador por un día" para abordar dos cuestiones, "la de la perforación y la del cierre de la frontera", apuntan al uso de medidas ejecutivas y cambios normativos para aligerar la carga reguladora de las empresas de petróleo y gas. La Agencia de Protección del Medio Ambiente anunció a finales del año pasado nuevas normas para reducir las emisiones de las operaciones de petróleo y gas, incluida la prohibición de la quema rutinaria en nuevos pozos, requisitos para la vigilancia exhaustiva de las fugas de metano y nuevas normas para equipos, como controladores, bombas y tanques de almacenamiento. Cabe esperar que la Administración Trump elimine todas estas disposiciones.
Otras iniciativas políticas centradas en el clima también se verían sometidas a presión. La Comisión del Mercado de Valores (SEC) ha estado trabajando en las versiones finales de sus nuevas normas sobre divulgación de información relacionada con el clima, incluida la información sobre emisiones, cuya publicación está prevista para este año. La SEC es una agencia independiente, pero un presidente Trump podría anular la actual mayoría de designados demócratas y bloquear esas normas, señala Crooks.
En algunas cuestiones, continúa el analista de Wood Mackenzie, el péndulo político ha ido oscilando de un lado a otro con cada cambio de administración. Uno de los ejemplos más claros se vio con el oleoducto Keystone XL, planeado en su día para transportar petróleo crudo de la provincia canadiense de Alberta a las refinerías estadounidenses. En 2015, el presidente demócrata Barack Obama frenó la iniciativa. En 2017, Trump volvió a autorizarla. A las pocas semanas de llegar a la Casa Blanca, a comienzos de 2021, Biden dio el 'tiro de gracia definitivo' al proyecto.
Explorar y perforar para sacar más crudo
El arrendamiento de tierras y aguas federales para la explotación de petróleo y gas es otro ámbito que cambiaría, apuntaba Crooks. El America First Policy Institute, un think-tank en el que trabajan varios exfuncionarios de la primera Administración Trump, afirma que las restricciones al arrendamiento bajo la presidencia de Biden representan una "guerra contra la energía estadounidense". La actual Aministración ha ralentizado el ritmo de venta de arrendamientos en tierra y ha impuesto nuevas restricciones a la explotación de petróleo y gas en Alaska, incluida la cancelación de arrendamientos ya emitidos. En el Golfo de México, la administración ha propuesto el programa de venta de arrendamientos más reducido posible que sea coherente con sus objetivos de desarrollo de la energía eólica marina, según los términos de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022.
Un cambio de enfoque en la normativa y el arrendamiento sería sin duda bienvenido por muchos -aunque no todos- en la industria del petróleo y el gas de EEUU y podría exprimir un poco más la producción, desarrolla Crooks. Pero la producción de crudo y condensado en los 48 estados contiguos (excluyendo Alaska, Hawai y otros territorios insulares) ha aumentado en unos dos millones de barriles diarios durante la Administración Biden, contrapone: "Si la política federal ha frenado el crecimiento, no ha sido muy eficaz. Casi la mitad de ese aumento ha procedido de Nuevo México, donde la mayor parte de la explotación se realiza en tierras federales".
Pese a todo, el escaso margen que tiene EEUU para incrementar la oferta de crudo limita el impacto de las políticas de Trump sobre el precio del 'oro negro'. Aunque EEUU es el mayor productor de crudo del mundo, se teme que algunos de sus grandes yacimientos hayan empezado a entrar en la fase de declinación, lo que dificulta la extracción de crudo y limita el crecimiento futuro.
Es cierto que "el negocio del shale oil mejora gradualmente su productividad y logra compensar la inflación de costes gracias a la consolidación, la escala y el progreso tecnológico... no obstante, creemos que el escenario de una victoria aplastante de Trump tiene efectos marginales en el mercado petrolero. Sin embargo, existe una gran incertidumbre sobre cómo una presidencia estadounidense de ese tipo influiría en la política petrolera fuera de América del Norte y, en particular, en Oriente Medio", sentencian los expertos de Julius Baer en una nota recién publicada.