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El nuevo CEO de FTX denuncia una "falta de control empresarial como nunca había visto antes"
- John J. Ray dice que no hay registros financieros, ni de ningún tipo
- Enumera las deficiencias empresariales y dibuja la ausencia de control
- Cree que se usó dinero de clientes para comprar las casas de Bahamas
Carlota G. Velloso
El colapso de FTX va tomando forma a medida que se conocen más detalles internos del asunto. El nuevo consejero delegado de la firma, John J. Ray III, ha remitido una declaración jurada al juzgado, que revela el caos y la absoluta falta de control en el imperio de Sam Bankman-Fried. Su sucesor para gestionar la quiebra, que es experto en reestructuraciones, ha recapitulado toda la información que ha obtenido desde su nombramiento. Y sus conclusiones son demoledoras.
"Jamás en mi carrera he visto semejante falta de control empresarial y una ausencia absoluta tal de registros financieros fiables", explica en su informe el recién llegado CEO. Él mismo enfatiza que no ha asistido a nada similar, pese a sus cuatro décadas de experiencia en reestructuraciones y tras haber trabajado en varios de los mayores colapsos en la historia corporativa. Uno de los más destacados en su curriculum vitae fue el de la energética estadounidense Enron, con la que ahora se equipara FTX.
Ray va dibujando a lo largo del escrito las numerosas deficiencias en la gestión de la firma 'cripto'. Entre ellas: "La concentración del control en manos de un muy pequeño grupo de personas inexpertas, vulgares y potencialmente interesadas. Es una situación sin precedentes", asegura. Además de Sam Bankman-Fried (también se le conoce como SBF), nombra entre los 'cabecillas' a Zixiao Wang (cuyo apodo es Gary Wang) y a Nishad Singh, cofundadores del negocio. Estos dos socios tenían una parte minoritaria del poder que, fundamentalmente, recaía en SBF. Más allá de ellos, ningún otro inversor tenía una participación superior al 2% en ninguna de las sociedades de FTX. Cabe recordar que algunas firmas de capital riesgo invirtieron aquí, como Sequoia Capital o SoftBank.
Por otra parte, una de las cuestiones más reveladoras es que FTX carece prácticamente de registros, o financieros o de cualquier otro tipo. Por un lado, los balances de las sociedades son inconcretos, no están ajustados y carecen de información suficiente. Son un popurrí de anotaciones. Eso muestra que no existía ningún criterio contable, ni ningún mecanismo para controlar y gestionar los activos o los fondos de los clientes. Por supuesto, las cuentas no estaban auditadas, ni tampoco había reuniones de la junta directiva.
"FTX Group no ha almacenado debidamente los libros contables, ni los registros, ni la seguridad correspondiente a sus activos digitales", sostiene Ray. Tal es la falta de control que la firma de criptomonedas que ni siquiera es capaz de elaborar la lista de los 50 acreedores prioritarios. En los casos de quiebras sujetas al capítulo 11 de la ley estadounidense, se da a conocer la prioridad de crédito para establecer un orden en el que se tienen que saldar las deudas una vez se liquide la compañía.
El nuevo consejero delegado también cree que el dinero de los clientes de Bahamas, donde la firma tiene su sede, se usó para comprar casas y otros objetos personales de los consejeros y empleados. Ray piensa que no hay registros en FTX sobre estas transacciones y sospecha que los bienes inmuebles están a nombre de dichos trabajadores o asesores.
Por otra parte, el CEO critica que la compañía no estuviera dotada, ni siquiera, con herramientas de trabajo adecuadas. Por ejemplo, no tenían direcciones de correo lo suficientemente seguras para enviar información confidencial o sensible, como contraseñas u otros datos críticos. Otra de las prácticas poco apropiadas de la firma es que los trabajadores hacían solicitudes de pago a sus superiores -para que estos las revisaran- mediante un chat en el que se daba el visto bueno o no a esas peticiones con emoticonos.
Entramado empresarial
Además de detallar las malas prácticas del imperio 'cripto' de SBF, el experto en reestructuraciones ha intentado organizar las cientos de sociedades en grupos por tipo de negocio. Otra de las medidas que ha tomado ha sido nombrar a cinco directores independientes al frente de las principales áreas de FTX. El objetivo es intentar gestionar todas las deudas pendientes. De hecho, otro de los documentos remitidos al juzgado detalla que la quiebra afecta a un millón o más de acreedores o clientes.
El fin de todo el proceso de bancarrota es establecer mecanismos de control, proteger y recuperar los activos, dilucidar responsabilidades, cooperar con los reguladores y autoridades de los distintos países y maximizar las devoluciones a las partes implicadas, clientes o inversores, enumera Ray. Una tarea ingente.
De momento, están manos a la obra y los trabajadores de FTX están contribuyendo a reconstruir las piezas del puzle. "Muchos de los empleados del grupo, incluidos directivos, no eran conscientes del desajuste ni del potencial entramado de activos digitales", explica Ray. La quiebra del exchange implica a 134 sociedades vinculadas unas a otras.
Sin embargo, FTX Digital, donde pueden estar la mayoría de los activos, al menos aquellos de los clientes de Bahamas, no fue incluida en la solicitud de quiebra. Eso implica que no se solicita la protección que confiere la ley en casos de bancarrota, algo que se hace para parar las obligaciones de deuda, reestructurar la compañía e intentar cosechar la mayor liquidez para saldar las cuentas pendientes. Ahora, las autoridades del país y de Estados Unidos están intentando que esta entidad entre en el proceso y pueda ser revisada.