El postureo no es un fenómeno nuevo. Antes se llamaba "pose", ahora se disfraza de compromiso social. Pero en el fondo es lo mismo: decir una cosa y hacer la contraria. Uno de los programas campeones del postureo contemporáneo es La Revuelta, ese espacio modernillo que enarbola el progre millonario más famoso de la tele y lo mismo exhibe la bandera de la salud mental que se burla de quienes, precisamente, reclaman respeto y descanso por motivos emocionales. Melody se lo dijo este lunes en su cara y delante del presidente de RTVE, José Pablo López, que movía la pierna de forma compulsiva mientras la artista sevillana le cantaba las 40.
Broncano, por la noche, parapetado tras la patente de corso del humor, se puso chulo y contestó a Melody: "La podíamos invitar en la onomástica San Fadao", dijo el gracioso. La cantante de Dos Hermanas había ofrecido horas antes una inesperada pero contundente lección de coherencia al propio Broncano y a algunos rostros muy visibles de nuestra televisión pública. Lo hizo en una rueda de prensa organizada por RTVE para cerrar el capítulo eurovisivo tras su participación en Basilea. Lo que debía ser una comparecencia conciliadora se convirtió en una carga de profundidad contra una cadena que, según la artista, no solo le negó apoyo artístico que ella solicitó, sino también humano.
Melody no solo criticó a la cúpula de RTVE por vetar parte de su propuesta escénica, sino que fue más allá y señaló a La Revuelta, el programa capitaneado por Jorge Ponce y David Broncano. ¿Su pecado? Reírse abiertamente de su ausencia del programa el lunes posterior a Eurovisión, insinuando que la cantante "estaba bajando las persianas" o "recuperándose mentalmente". Todo ello mientras estos mismos presentadores declaran públicamente su apoyo a la salud mental. Incoherencia en estado puro.

RTVE mueve ficha y desmiente a Melody: "No se le ha prohibido por contrato hablar de política"
La artista sevillana lo dijo alto y claro: "Yo soy más humorista que cualquier humorista, pero la salud mental no es para llevarla al humor, porque cada uno lucha con la suya". Y añadió: "Ahora mismo no voy a ir a los programas donde no se me respete como artista", cuando le preguntaron si iba a acudir a la llamada de Broncano, además de exigir disculpas a sus "compañeros".
Sus palabras no fueron fruto de un arrebato personal, sino una denuncia estructural. Melody habló también de otros espacios dentro de RTVE que, según ella, han emitido mensajes subliminales en su contra: "No hablo del sueldo de nadie, y no quiero que se hable del mío". Esta frase, aparentemente sencilla, es un recordatorio potente sobre los límites éticos del entretenimiento. ¿Hasta qué punto puede una televisión pública jugar a hacer sangre con sus propios talentos?

No es la primera vez que David Broncano se ve envuelto en este tipo de polémicas. Ya se quejó en su día de que El Hormiguero lo marginaba, le robaba invitados, presionaba a personajes para que no fueran a su programa o acudieran antes al otro, pero no pudo demostrar nada. Aquella historia, como tantas otras, se quedó en nada. Pero curiosamente, el escándalo relanzó momentáneamente su audiencia. La historia parece repetirse. Esta vez con Melody como involuntaria protagonista, señalando la hipocresía de quienes presumen de progresismo mientras convierten en chiste el agotamiento mental de una mujer, una madre, que acaba de representar a su país en el mayor evento musical de Europa.
Lo más llamativo es que este programa, como otros en la misma cadena, cuesta alrededor de 90.000 euros al día. ¿Es coherente que un espacio público gaste esa cantidad en hacer escarnio de sus propios representantes? ¿Es eso servicio público o puro espectáculo disfrazado de valores? Melody lo resumió con una frase tan sencilla como demoledora: "La que se ha liado". Pero en realidad, la que ellos han liado. Porque la artista no solo ha dejado claro que no se calla, sino que ha retratado con valentía a esos falsos referentes que se aplauden y se celebran entre ellos, mientras el audímetro ya no les quiere tanto tal vez porque su rollito ya no es tan guay. En tiempos donde la televisión pública debería ser un refugio de coherencia, respeto y responsabilidad, Melody ha recordado que no todo vale en nombre del humor, de la audiencia o del supuesto "buen rollo". A veces, basta con mirar los hechos, no los dichos. Y en esa mirada, la coherencia brilla… o queda en evidencia.