Hoy os recomiendo dos películas con varios puntos en común: las dos se han presentado en San Sebastián con buenas críticas, están dirigidas por dos prestigiosas directoras y tienen como protagonistas a mujeres cuyos casos fueron mediáticos. Mujeres interpretadas por grandes actrices que podrían llevarse el Donosti y seguro estarán nominadas en la próxima temporada de premios.
La virgen roja narra la historia de una famosa escritora de izquierdas adoctrinada por su madre desde niña convirtiéndola en un prodigio, Hildegart. Fue educada en distintas disciplinas por el afán de su madre de cambiar los dictámenes de una sociedad en la que los hombres mandaban y la mujer no tenía ningún derecho adquirido. Se enfrentó a todo y a todos, incluido al PSOE, con mucha influencia en la II República. Conocerá y se enamorará de un joven militante, Abel Velilla, en contra de los deseos de su madre dominante que llegará a matarla cuando cree que se salta todos los preceptos para los que fue educada.
No es la primera vez que se cuenta la historia de Hildegart, en los 70 Fernán Gómez dirigió Mi hija Hildegart y recientemente ha sido llevada al teatro. La obra de Hildegart, silenciada en el franquismo, es llevada al cine por Paula Ortiz con un toque de veracidad y sensibilidad. Intenta explicar lo ocurrido a través de los ojos de esa madre obsesionada interpretada por una inmensa Najwa Nimri. El espectador, conozca o no la historia, entrará de lleno en este relato conmovedor y necesario. Totalmente recomendable.
Como lo es también Soy Nevenka, de la siempre eficaz y a veces brillante Icíar Bollaín. Cuenta el caso real de Nevenka Fernández, la joven que sentó por primera vez en el banquillo a un político por acoso sexual. Ocurrió en el año 2000 cuando Nevenka, de 24 años, concejal de Hacienda en Ponferrada, sufrió un acoso implacable por parte del alcalde, acostumbrado a hacer lo que le da la gana, en lo personal y en lo político. Y eso es lo que interesa a Bollaín.
"Soy Nevenka agarra al espectador como si estuviera viendo un thriller sin escapatoria"
Vemos el calvario de Nevenka sin que nadie la entienda, la comprenda y, lo que es peor, mientras la injurian y le dan la espalda al tiempo que los medios la someten a un juicio público. La película agarra al espectador como si estuviera viendo un thriller del que no tiene escapatoria, como la propia protagonista. El juicio no interesa demasiado a Bollaín, que lo resume muy bien en dos secuencias, suficientes para ver el grado de tortura que sufrió Nevenka. Soy Nevenka necesitaba una actriz capaz de dar todo tipo de matices y Mireia Oriol cumple de sobra con su cometido. En algunos momentos está memorable, como el resto del reparto dirigidos por una directora que sabe lo que quiere y saca lo mejor de sus actores.
Dos películas estupendas que deberíais tener en cuenta porque no sólo son parte de nuestra historia, sino que además entretienen y enseñan.
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