Tal día como hoy hace exactamente un año fallecía de manera repentina Carlos Goyanes. Moría en su casa de Marbella y sin que nada hiciera pensar que su final iba a ser inminente. Como tantas tardes de verano, Carlos se quedó descansando en casa, mientras su mujer Cari Lapique, acompañada por su hermana Miriam, se encontraba en Sotogrande. Lo que iba a ser una plácida siesta, se convirtió en un auténtico drama para la familia al comprobar que Carlos ya no estaba entre ellos. Fue un mazazo y un golpe del destino que sumió en una profunda tristeza a toda la familia, los Goyanes Lapique, dejando a una viuda desolada y a dos hijas rotas por no poder volver a abrazar a su padre.

Un año después en Marbella todos se acuerdan de Carlos y ha sido precisamente su hija Carla, quien ha querido rendirle tributo organizando un festival de pádel en Marbella que la ha tenido totalmente volcada durante estos últimos días. Junto a su madre Cari y a sus hijos.

Carla ha recordado la pasión que su padre siempre tuvo por este deporte y ha querido inculcarlo en nuevas generaciones, con un trofeo que ya lleva su nombre y que promete repetir en próximas ediciones. de esta manera, con el deporte de fondo y con Marbella también como escenario, la hija del empresario ha rendido su particular homenaje a un padre que era todo un abuelo y que tenía locura por sus nietos, especialmente por Carlitos, quien este jueves ha asumido un rol de adulto arropando tanto a su madre como su abuela y llevando fielmente la medalla que su abuelo siempre tenía en el cuello.
No ha habido de momento más homenajes ni más reuniones porque el dolor de los Goyanes es demasiado intenso como para poder soportar tantas ceremonias. No hay que olvidar que apenas 15 días después de la muerte de Carlos, su hija Caritina también fallecía de forma sorpresiva y ese fue un golpe que ni pasado un año lo suyos han podido gestionar.

Precisamente por tanto dolor y por un verano que fue el peor de su vida esta vez Cari ha intentado evitar esos mismos escenarios e incluso le cuesta entrar en su casa de Marbella. Arropada por su hermana Miriam Lapique, que también se quedó viuda a principios de la pandemia cuando su marido, Alfonso Cortina murió de COVID, ha apostado más por el verano balear y por intentar hacer más llevaderas estas durísimas semanas en las que solo encuentra consuelo cuando está con su hija y sus nietos.

Una vez más es la familia, la unión de una familia muy querida en la sociedad española, la que le protege y da energía. Siempre tan educada y cariñosa, Cari me agradece mucho el recordatorio por el aniversario de Carlos pero evita regodearse en ese dolor del que aún quedan muchas heridas por cicatrizar. Seguramente sea a finales de verano, coincidiendo con el primer aniversario de la pérdida de su hija Caritina, cuando celebren una misa conjunta y recen, algo que hacen a diario, por el alma de sus seres queridos.
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