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Los consejos de Clint Eastwood para una buena salud y seguir activo después de los 95 años: alégrame la vida

Clint Eastwood cumplió 95 años el 31 de mayo y no renuncia a seguir haciendo películas. "Harry el Sucio" ha encarnado durante décadas al hombre rudo del cine americano, el que no tiembla ante los villanos ni necesita decir mucho para imponer respeto. Pero detrás del pistolero del spaghetti western y del sargento inflexible de Heartbreak Ridge, se esconde un hombre de hábitos sobrios, disciplina casi monástica y una rutina de bienestar que podría hacer palidecer a cualquier gurú del "biohacking". A su edad, el hombre que hizo de Meryl Streep una esposa infiel en Los Puentes de Madison sigue trabajando y aunque sus últimas películas no están a la altura de sus obras maestras, parece haberle encontrado el truco al arte de envejecer con elegancia. Y lo ha hecho sin alardes ni fórmulas secretas: "No te pongas viejo por dentro", suele decir.

Clint Eastwood

Nada de fórmulas milagrosas: lo simple y lo constante

No hay en su vida sueros rejuvenecedores, intervenciones genéticas ni costosos retiros de desintoxicación. Su fórmula para la longevidad se basa en pilares que podrían sonar casi aburridos de tan sensatos: una alimentación saludable, ejercicio regular, contacto con la naturaleza y meditación. En palabras del biógrafo Shawn Levy —autor del libro Clint: The Man and The Movies—, Eastwood "es un hombre de contradicciones": tan estoico y silencioso como uno de sus personajes, pero sorprendentemente metódico en el cuidado de su salud física y mental.

Esa búsqueda del equilibrio no es reciente. Comenzó décadas atrás, marcada por un hecho decisivo: la muerte de su padre a los 64 años, víctima de una enfermedad cardiovascular. Aquella pérdida encendió una alarma en Clint, quien comprendió entonces que el cuerpo debía ser tratado como un templo si se quería vivir largo y, sobre todo, bien.

La meditación: silencio entre disparos

Lejos del ruido de Hollywood, Eastwood ha sido un devoto practicante de la meditación trascendental desde los años 70. Dos sesiones diarias, sin excusas: una por la mañana y otra al atardecer. Incluso durante los rodajes, entre toma y toma, se toma un momento para sentarse en silencio y repetir su mantra. No por moda, sino por convicción.

Meryl Streep y Clint Eastwood

Esta forma de meditación, popularizada por el gurú indio Maharishi Mahesh Yogi, y practicada también por figuras como David Lynch, consiste en repetir mentalmente un sonido o palabra durante veinte minutos. Diversos estudios científicos han confirmado su eficacia para reducir el estrés, mejorar la salud cardiovascular y fomentar un estado de conciencia relajada. En Clint, ese silencio interior contrasta con la violencia visual de sus películas: es un pistolero zen.

El cuerpo, ese otro instrumento

Eastwood siempre ha sido un amante del ejercicio, aunque con el paso del tiempo ha sustituido el impacto por la precisión. Levy relata que prefiere los entrenamientos de bajo impacto: caminatas largas, golf, remo, bicicleta y ejercicios de fuerza moderada, centrados más en la forma que en el peso. El objetivo es claro: mantener la musculatura activa sin castigar las articulaciones, una decisión sabia en una edad en la que los huesos ya no perdonan.

Entre sus rutinas favoritas está el golf, no tanto por la competencia como por la caminata silenciosa, el aire puro y la concentración. Sus sesiones de musculación, que continúa haciendo con regularidad, priorizan la constancia y la técnica. En su gimnasio personal, el lema no es "no pain, no gain", sino "conoce tu cuerpo, respétalo y exígele justo lo necesario".

Comer bien, sin caer en extremos

En cuanto a la dieta, Eastwood lleva décadas siguiendo una alimentación baja en grasas, rica en vegetales y moderada en carbohidratos. Mucho antes de que los batidos verdes invadieran Instagram, él ya comía brócoli y germinados. Su dieta es orgánica desde los años 50, cuando el yogur aún era una excentricidad californiana.

Sus fuentes de proteína son magras: pollo, pescado —en especial salmón— y huevos. Acompaña sus comidas con verduras verdes, como espárragos, espinacas y calabacines. No es un fundamentalista de la comida sana, pero aplica la regla del 90/10: el 90% del tiempo elige con conciencia lo que come, y el 10% restante se permite algún capricho. "Comer bien es un hábito, no un castigo", ha dicho en alguna ocasión.

La edad, una cuestión de actitud

Eastwood no le teme a la edad, pero tampoco la exhibe como un trofeo. Nunca ha querido hacer de su longevidad un espectáculo ni vender su método como una marca personal. Su secreto, si es que hay uno, parece estar en su carácter: la disciplina del soldado, la templanza del samurái y la curiosidad de un aprendiz.

A menos de un lustro de cumplir su primer siglo, permanece en activo, escribiendo, dirigiendo, caminando bajo el sol de California y —con toda seguridad— meditando en silencio antes de la cena. No necesita probar que es invencible, pero nos recuerda que envejecer con dignidad también puede ser una forma de rebeldía. Y quizás, el mayor acto de valentía en un mundo que teme al paso del tiempo. Alégranos el día, Clint.

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