La política exterior de Estados Unidos ha dado un giro inesperado en las últimas horas y en el centro de ese cambio se encuentra una figura normalmente reservada y alejada del debate político: Melania Trump. Según ha confirmado el propio presidente Donald Trump, su esposa ha sido determinante en su reciente endurecimiento hacia Rusia y en la decisión de reforzar el apoyo a Ucrania. Lo que comenzó como simples comentarios domésticos ha terminado por impactar en la estrategia internacional del país.
Hasta hace poco, el discurso de Trump sobre la guerra en Ucrania estaba marcado por la ambigüedad. Aunque había declarado en campaña que podría "terminar la guerra en 24 horas", su enfoque como presidente en 2025 había sido mucho más condescendiente con el Kremlin. Trump apostaba por mantener líneas abiertas con Vladimir Putin, insistiendo en el diálogo y las llamadas personales con el líder ruso. Según fuentes de la Casa Blanca, el expresidente valoraba más los gestos cordiales de Putin en las conversaciones privadas que las acciones militares sobre el terreno.
Sin embargo, esas buenas intenciones empezaron a chocar con la realidad de los bombardeos diarios en Ucrania, y fue Melania quien, en palabras de Trump, puso el foco sobre esa contradicción.
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Una conversación en casa que cambió el rumbo
El propio presidente lo explicó el pasado lunes en dos actos públicos distintos. En una reunión con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, Trump relató cómo regresaba a la residencia oficial tras conversar con Putin y compartía con su esposa lo "maravillosa" que había sido la charla. "Me dice Melania: '¿Maravillosa? Acaban de atacar otra ciudad'. Y tenía razón. Lo había visto en las noticias", confesó Trump ante los asistentes.
El episodio no fue aislado. Según relató en un segundo acto, un almuerzo privado con líderes religiosos en la Casa Blanca, Trump admitió que varias veces le ocurrió lo mismo: tras recibir palabras conciliadoras de Putin, las noticias sobre ataques rusos a objetivos civiles llegaban minutos después a través de la televisión… o de su propia esposa. "Melania me decía: '¿De verdad crees que esto ha terminado? Acaban de bombardear un hospital en Járkov'. Eso me hizo pensar", aseguró el presidente.
De la paciencia al castigo económico y militar
A raíz de estas situaciones, Trump ha empezado a cambiar el rumbo. Aunque siempre ha preferido evitar la confrontación directa con Moscú, esta vez ha decidido tomar medidas concretas. El lunes anunció un paquete de sanciones comerciales que incluye aranceles del 100% a Rusia y a sus principales aliados comerciales si no se produce un alto el fuego en los próximos 50 días. Además, autorizó el envío de misiles Patriot y otros sistemas de defensa aérea a través de los canales de la OTAN, reforzando el apoyo a Ucrania sin implicar directamente tropas estadounidenses.
"Estoy muy decepcionado con Putin", reconoció Trump. "Pensé que íbamos a llegar a un acuerdo hace dos meses, pero no parece que eso vaya a suceder. Habla bonito y luego bombardea a todos", añadió con tono resignado.

El endurecimiento también incluye un mayor compromiso con los socios europeos. Países como Alemania, Suecia, Canadá y los Países Bajos colaborarán con EE.UU. en el refuerzo militar a Kiev. La decisión ha sorprendido a algunos republicanos cercanos al ala aislacionista del partido, pero Trump defiende que sigue siendo una estrategia pragmática. "Esto es Europa dando un paso adelante, no una guerra americana", matizó en su encuentro con Rutte.
El papel discreto, pero clave, de Melania
Melania Trump, que desde el regreso de su marido a la Casa Blanca ha optado por un perfil bajo, ha demostrado sin embargo tener una influencia directa sobre el presidente en cuestiones de política exterior. Aunque rara vez se pronuncia públicamente sobre asuntos internacionales, su entorno confirma que suele comentar en privado las noticias del día con su esposo, sobre todo las relacionadas con las imágenes de violencia y las consecuencias humanitarias del conflicto en Ucrania.
En las últimas semanas, Melania ha acompañado a Trump en actos públicos puntuales, como la final del Mundial de Clubes o la visita a Texas tras las recientes inundaciones. Pero su papel sigue siendo, en gran medida, el de consejera privada.
"La primera dama no necesita estar en todas las reuniones para tener voz", comentó un asesor cercano al matrimonio. "Cuando el presidente apaga la televisión por la noche, las conversaciones con ella son las que le hacen reflexionar."
Trump, por su parte, lo ha dejado claro: "Melania me hizo ver cosas que yo no quería ver". Y con ese cambio de perspectiva, el tablero geopolítico ha dado un giro inesperado en Washington.
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