Este viernes, Estados Unidos se volcó un año más en la celebración del 4 de julio —su día más patriótico— con desfiles, fuegos artificiales y actos oficiales repartidos por todo el país. En la Casa Blanca, el ya tradicional pícnic para las familias de los militares volvió a reunir a los Trump en su jardín, donde Melania acaparó, una vez más, todas las miradas.

Para la ocasión, la madre de Barron Trump eligió un vestido midi estilo camisero en blanco impoluto, con falda de vuelo que le hacía una silueta muy favorecedora. Un básico infalible que elevó con unos stilettos de estampado tweed en rojo y blanco, un guiño nada casual a los colores de la bandera estadounidense. Pero si algo llamó la atención más allá de su estilismo, fue su melena: la esposa de Donald Trump estrenó nuevo color de cabello, un rubio castaño con reflejos cálidos y con toques de luz, marcados en los mechones delanteros, que enmarcaban su rostro.

El gesto más comentado, sin embargo, no vino del estilismo, sino del propio Trump. El presidente se mostró especialmente cariñoso con su mujer durante toda la jornada y, en un momento de lo más simbólico, besó efusivamente a Melania justo después de terminar los fuegos artificiales.

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